TaeGi • [Reappearance]

31 5 0
                                    


"He was going back to a place he'd hoped he would never see again"

Estaba regresando al lugar al que espero nunca volver a ver. Taehyung bajó del tren con las manos temblorosas y se quedó en la plataforma hasta que no quedó nadie más. Estaba en su ciudad natal, la misma de donde había huido hacia tantos años que ya no podía recordar exactamente cuando fue, con la esperanza de no volver jamás.

Eran demasiados recuerdos, algunos demasiado dolorosos como para querer mirar atrás. Aunque habían recuerdos felices, su primer amor, el cachorro con el que había huido al otro lado del mundo en esa noche de primavera, allí había conocido a su mejor amigo y había descubierto su pasión. En Daegu tuvo su primera exposición de arte, había soñado algo pequeño, un par de pinturas y unas cuantas fotografías exhibidas en una galería que parecía más un depósito le había pagado ese billete de avión hasta San Francisco.

¿Por que había vuelto si quiera? Nadie había muerto. Su madre y su abuela estaban en perfecto estado de salud y ni siquiera había llamado a avisar que pasaría por la ciudad. Taehyung estaba en Seúl, estaba en una reunión de negocios con una compañía disquera y había prometido hacer el trabajo fotográfico de uno de sus artistas Taehyung estaba pensando en que sería su cena cuando escucho a uno de los dueños de la disquera comentar que el chico también era de su ciudad natal y de repente Taehyung no estaba más en esa oficina de ventanales altos y mesas de mármol y caoba.
Taehyung estaba en un tren rumbo a la ciudad que lo vio crecer con su cámara análoga colgada al cuello, una libreta y un par de carboncillos guardados con cuidado en su portafolio que no traía nada más aparte de aquello que su celular y su billetera. Su asistente no sabía dónde estaba y se sentía como si él mismo no lo supiera.

Tomo un autobús y llego al centro sin saber muy bien por qué. Se estaba dejando llevar de la misma fuerza absurda que lo había hecho salir de la comodidad de su habitación de hotel corriendo como poseido por algún espiritu extraño que le susurraba al oído frases incomprensibles que sólo su alma y su inconsciente parecían entender. Camino entre la gente, camino llenando sus pulmones de aire a la fuerza mientras sus manos temblaban ligeramente. Camino más allá de los puestos de comida y los letreros llenos de luces y llego hasta el último lugar al que habría pensando volver.

Un pequeño templo en medio de un parque. El templo al que había ido a pedir suerte para su primer partido de voleibol en la escuela. El templo al que rogó por fuerza para sobrevivir al servicio militar. El templo que lo escuchó llorar por ese amor que nunca fue. El mismo templo al que fue esa última noche y en ese momento hacía el mismo clima que ese día.

El cielo despejado cubierto por un tapiz de pequeñas estrellas que titilaban en lo alto compartían la bóveda celeste con la luna llena. El aire fresco era extrañamente similar a pesar de ser otoño y los únicos sonidos realmente audibles eran los que hacían las ranas y los grillos que vivan en el parque. No había nadie más que el mismo pero aún así sintió que se ahogaba en un mar de gente. Taehyung se ahogaba en un mar de recuerdos que habían esperado para aparecer de repente.

Su sonrisa llegó primero. Los dientes pequeños y las encías rosadas parecieron sacadas de un sueño muy lejano del que apenas podía acordarse aunque estuviera despertando. Luego los ojos rasgados y oscuros pero tan brillantes que Taehyung siempre podía verse reflejado en ellos acompañados de esas diminutas pestañas que descansaban en esas mejillas que siempre parecían estar cubiertas por un suave rubor rosa. Min Yoongi llego de a pocos. El cabello revuelto y la voz sedosa llegaron junto al recuerdo de sus dedos largos y ágiles que se deslizaban sobre las notas de un piano con la destreza necesaria para hacerlo parecer un juego de niños. Yoongi mirando las estrellas y hablando de sus sueños. Min Yoongi con sus ojos calvados en el mientras lo dibujaba con detalle en un pequeño pañuelo de papel. Min Yoongi y mas Min Yoongi y los recuerdos eran tan preciosos y tan cálidos pero tan dolorosos que Taehyung no supo que hacer más que abrir los ojos de golpe y caer al suelo rendido y respirar hondo.

Habían pasado diez años, tal vez doce, tal vez más desde esa noche. Allí mismo junto al templo, tal vez unos pasos más allá Kim Taehyung había escrito una carta con su puño y letra para Min Yoongi en la que realmente no explicaba porque se iba pero en la que se despedía y le deseaba suerte. Fue a la única persona a qué le escribió, puso su corazón en una carta sin revelar sus razones y desafió a todas las más grandes historias de amor pues el nunca confesó el suyo. Kim Taehyung había enviado aquella nota desde un buzón en el aeropuerto sin poner su número de teléfono o su destino.

¿Que sería de él? Taehyung se preguntó si Yoongi habría llegado al altar, si tendría hijos y si alguno de ellos llevaría su nombre. Se preguntó por Yuri, la japonesa de ojos claros y pecas en las mejillas que había cautivado a su amigo el invierno anterior a su partida. Se hizo un montón de preguntas de las que probablemente nunca obtendría respuesta pues desde el momento en el cual ese avión despegó Kim se desprendió de su vida anterior, de sus recuerdos y cualquier cosa que lo atara, ligara o acercara a Corea y todo lo que representaba.

El reloj marco las siete y fue hora de volver. Recorrió las calles ensimismado admirando los cambios, tomó fotografias, comió en la calle. Apreció los detalles, los olores, los recuerdos. Se abrazó a sí mismo y volvió a resonar en paz con aquella gente que le sonreía con cariño. Se aferró a la sensación de añoranza y respiro profundo cuando se prometió volver. Se prometió entonces escribir una carta más. Enviarla y con ella enviar de nuevo su corazón y pedirlo de regreso aquella vez.

Subió al tren con el corazón hinchado de amor. Con calor en las mejillas y el pecho y la energía por el techo. Había hecho las pases rápidamente con su ciudad, con sus recuerdos. Con el amor no correspondido. Tomo asiento y miro por la ventana una última vez, pintaría aquellas calles, expondría sus recuerdos, revelaría aquellas fotografías y le mostraría al mundo de donde venía. Pensó en Min Yoongi una última vez y le dio las gracias en silencio. Tal vez, algún día aquellas cartas tendrían una respuesta. Tal vez algún día sus preguntas tendrían respuesta.

Respiro hondo, cerró sus ojos y le agradeció a esa fuerza extraña que lo había arrastrado hasta allí... Todo pasaba por una razón.

— ¿Teahyung?

Dios.

— ¿Kim Taehyung, eres tú?

— ¿...Yoongi?

DrabblesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora