Porque te amo

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A partir de ese día, Nasia y Colin pasaban bastante tiempo juntos, a veces con los amigos de Hogwarts, a veces solos. La centáuride aprendía rápidamente muchas cosas sobre los humanos y su mundo, y se sorprendía cada vez que podía aprender algo nuevo.

Por su parte, Firenze estaba profundamente agradecido con todos. Con Hagrid por haber protegido a su hija y preocuparse por su bien, con Hermione y Ginny por enseñarle a Nasia cosas "de chicas" que él nunca hubiera podido decirle, con Harry y Ron por actuar tan rápido cuando Nasia se intoxicara y cuando cayera en la Fosa Negra, con Draco y su amigo Marcus por ayudar en el rescate de Nasia sin siquiera conocerla, con Neville por haberse dado cuenta a tiempo de que el Glumbumble le hubiera hecho mucho daño a su hija y que solo la poción a base de Tentácula la salvaría, y finalmente con Colin por haberse preocupado por Nasia al grado de salvarla de la muerte y haberla cuidado tan respetuosamente.

Así llegó el momento en que los amigos abandonarían Hogwarts, ya convertidos en magos y brujas formados que elegirían una especialidad y harían sus vidas como adultos. Las promesas de escribirse, los buenos deseos, los abrazos y los adioses se multiplicaban por todo el colegio, y Nasia sentía tanto alegría por ver a sus amigos realizados como tristeza de verlos partir; sobre todo a Colin. Asimismo el rubio tenía en su corazón muchos sentimientos encontrados, y no sabía cómo expresarlos a la hermosa centáuride en que se estaba convirtiendo su querida amiga Nasia. Los encontramos precisamente en el momento de despedirse, cerca de la cabaña de Hagrid.

— ¿Me recordarás Colin? — decía Nasia aguantándose las lágrimas.

— Claro que sí Nasia — contestó el rubio — No hay forma de que me olvide de ti. Eres lo mejor que me ha pasado.

— ¿Eh, en serio? ¿No pensabas así de tu novia?

— Ehm... Bu-bueno sí, pero tú...

— ¡Última llamada, los carruajes a la estación de Hogsmeade salen ya! — gritó la voz de Hagrid a lo lejos.

— D-debo irme ya Nasia — dijo Colin —. Te prometo escribirte.

— ¿Lo harás? — contestó la centáuride — Oh Colin, gracias. Yo te contestaré de inmediato siempre, te lo prometo.

— Bueno, así será. ¡Hasta luego Nasia!

— ¡Hasta siempre Colin, cuídate!

Fue la última vez que se vieron. Nasia volvió a la Pradera de los Centauros y siguió viviendo con Firenze su padre, quien le permitió seguir acompañándolo a Hogwarts. Es así como la chica fue tomándole gusto a la enseñanza y comenzó a aprender y especializarse en una materia nueva en la matrícula del colegio: Astrología.

En tanto la centáuride se preparaba Colin tomaba la decisión de vivir de la fotografía, cosa que a su novia Megan con quien ya vivía no le agradó mucho puesto que siempre había tomado como un pasatiempo el gusto y habilidades de Colin con la cámara. Fue esto y el hecho de que en el mundo muggle no había mucha demanda por emplear a un mago fotógrafo, que las cosas comenzaron a ir mal entre la pareja.

— Colin amor — le decía Megan al rubio un día —, ¿cómo te fue en la entrevista de trabajo?

— Mal — contestaba él ya como una costumbre —. Tampoco allí requerían un fotógrafo, ni mágico ni normal.

— ¡Colin, no te envié allá para eso! — le gritó Megan muy enojada — ¡Allí requerían a alguien que tomara radiografías, no fotografías!

— Sí, me lo dijeron. Pero yo no tomo esas cosas.

— ¡Ash, y de qué vamos a vivir si sigues así Colin! ¡No puedo seguir pidiéndoles préstamos a mis padres, ya se están hartando de esta situación!

Harry Potter y la Hija del CentauroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora