No puedo más

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Nasia corría descontrolada, llorando sin contenerse. Al no fijarse donde pisaba, se iba lastimando las patas con piedras y maleza dura que la cortaba, y sólo las herraduras mágicas evitaban que sus pezuñas se partieran con cada golpe de los cascos de la centáuride.

Volviendo a Hogwarts, Colin había terminado ya de resolver el asunto de las fotos. Era ajeno a todo lo que había pasado, y se dirigía corriendo al invernadero para encontrarse con Nasia y sus otros amigos. Pero al trasponer la puerta, se dio un encontronazo con Neville Longbottom, que iba saliendo del mismo lugar.

— ¡Auch! — gritó Colin — ¿Pero qué demoni...? ¿Neville?

— ¡Uff! — gritó a su vez Neville — ¿Colin? ¿Qué haces aquí?

— Iba a preguntarte lo mismo, pero mejor te preguntaré si no has visto a Harry, Ginny...

— ¿Ron y Hermione? Sí, los vi hace rato, y de hecho voy a buscarlos. Tengo algo importantísimo qué decirles.

— ¿Sabes a dónde fueron Neville?

— Pues... No exactamente. Me pidieron consejo sobre un antídoto contra el veneno de una planta.

— ¿Qué, quién se envenenó?

— No lo sé. Primero dijeron que era para una amiga, y les dije cuál era el antídoto y dónde encontrarlo. Pero luego dijeron que se trataba de una centáuride, y yo...

— ¡¿Quée?! Repite lo que dijiste Neville.

— Que dijeron que la intoxicada era una centáuride.

— ¿Y qué pasó, a dónde fueron?

— No lo sé. Cuando dijeron que era una centáuride, algo me dijo que estaban cometiendo un error, y fui a verificarlo en mis apuntes. Temo que acerté, y ahora debo encontrarlos antes de que envenenen a esa centáuride.

— ¡Pues qué esperas, vamos a buscarlos!

— Pero no sé a dónde...

— Yo creo saberlo. Ven, vamos a buscar a Hagrid.

Mientras, Harry y los demás corrían por el camino indicado por Hagrid, pero se detuvieron al escuchar unos ruidos parecidos a gritos.

— ¡Hey! ¿Oyeron eso? — dijo Ron deteniendo su carrera.

— Sí que lo escuché — dijo Harry aguzando el oído.

— Parecen gritos humanos — dijo Ginny algo nerviosa.

— (Puff, uff) ¿Qué hacemos (puff) chicos? — dijo Hermione sofocada. Ella no tenía la condición atlética de sus amigos y novio que jugaban quidditch.

— Descansen un momento con Hermione chicos — les dijo Harry a los pelirrojos — Yo iré a ver si encuentro qué es.

— Ten cuidado Harry — le dijo Ginny dándole un beso.

Un rato después, Hermione estaba recuperada, y ya se decidían a ir en pos de Harry cuando escucharon su voz.

— ¡Chicos, vengan pronto, ayúdenme!

Todos corrieron al sitio de donde provenía la voz de Harry, temiendo lo peor. Llevaban ya las varitas prestas para cualquier cosa, pero lo que encontraron los dejó sorprendidos. Harry ayudaba a Firenze a levantarse, para revisar los varios golpes que tenía en sus patas.

— ¡Auch! Gracias Harry, gracias chicos — dijo el centauro, viendo los esfuerzos de todos — Ahora déjenme, tengo que alcanzar a Nasia... ¡ouch!

— Espera Firenze — le dijo Ron, que junto con Ginny y Harry sabían ya algo de lesiones por el quidditch —. Estás muy lastimado, no podrás correr por ahora aunque quieras, te puedes herir seriamente.

Harry Potter y la Hija del CentauroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora