A veces la respuesta a nuestros problemas es tan simple que se hace invisible a nuestros ojos y no pensamos que gracias a ello podremos sanar.
Miedo a vivir.
Eso es lo que me dijeron que tengo.
Miedo a salir de mi zona de confort, a la mirada de los otros, a el dolor y al huracán de sentimientos que salir al mundo conlleva. Atrapada dentro de una cajita estoy llena de preguntas que no necesito que sean respondidas, porque ser sociable no es lo mío.
Estuve hablando con alguien conocido, esa persona sabía verdaderamente cómo me sentía y me preguntó qué se sentía tener a alguien que te entendiera, que pueda poner en palabras lo que alguien que sufre de depresión no puede; me sentí vacía y mis lagrimas ya habían sido derramadas, no quedaba nada, ni siquiera mi propia voz diciéndome que quería morir.
"No hay una cura, pero puedo enseñarte a vivir con ello" porque esa es la vida que nos toca.
Es casi el tercer mes y aún no puedo entender mis sentimientos. Ahora a la pregunta de por qué debería seguir viviendo se le sumo otra:
¿Y por qué debería morir?
No sé si aquello lo hace más complicado o no. Tampoco es como si los días donde mi cabeza grita hayan desaparecido. Esta segunda etapa trata sobre regular mi sistema biológico, sobre darle demasiada energía que no le de tiempo a estar cansado (como lo estoy todos los días) y en la tercer etapa me tocara aprender quien soy.
¿Quién soy?
No lo sé.
¿Por qué estoy respirando?
No lo sé.
Muchas personas no lo saben pero siguen felizmente viviendo, riendo, formando una familia, recolectando logros.
¿Habría que tener una razón? ¿Y si mi problema es pensar que la hay?
Si algún día dejo de existir... Si algún día esto me lleva a la nada misma y me vea con las manos vacías, si nada sale como lo esperaba y los sentimientos se derraman sobre mis venas, espero que nunca le tengan miedo a buscar una mano que los sostenga; puede no ser suficiente, pero nunca voy a pensar que fueron cobardes.
No somos cobardes. Nadie puede decirnos que no somos fuertes frente a la manera en la que recibimos las balas sin derrumbarnos por completo. Y tambaleando caminamos porque queremos seguir intentándolo, esto que alguien nos dio y se llama vivir. Y si fallamos, si dejamos caer nuestros brazos espero que sepas que voy a estar abrazándote, tan fuerte, porque no quiero que te vayas.
Siempre duele, duele en los más profundo de mi ser verte ir.
"Tal vez, luego de todo ese dolor pueda cortamente brillar"
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Si algún día dejo de existir.
RandomSi algún día decido irme, hay algunas cosas que deberían saber.