Soma

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Soma se preparaba para salir a escenario y con nerviosismo retocaba su maquillaje. Todos en la carpa esperaban el siguiente número, entre murmullos y risotadas, hasta que el payaso salió. Soma no era la gran cosa, sólo era un payaso flacucho con una amplia sonrisa, su única meta siempre había sido divertir al público y recibir los tan gloriosos aplausos del público. Pero, pese a eso, últimamente los niños no se divertían con nada. Soma miró al público con cierta timidez que creyó pérdida e hizo ademanes de felicidad con las manos, luego de eso sacó de su ajustado traje, tres pelotas rojas y empezó a hacer malabares. La gente observó. Los niños, absortos en sus smartphone, no prestaban atención al número del payaso, perdiéndose de la parte en la que todas las pelotas caían una tras otra sobre su cabeza. El había calculado que aquello provocaría risas, pero nadie del público tuvo la intención de hacerlo. Hizo acrobacias por todo el escenario, aún así nadie se inmutó. Tomó coraje e hizo trucos de magia, robados de el mago del circo y aún así, el público dijo nada.
Cuando las personas se empezaban a ir, Soma desesperado gritó.
-Quien quiere un globo gratis-
Esto logró detener a unos cuantos niños, quienes fueron hacia el y, formando una fila, esperaban el regalo de Soma. La primera era una niña, quien le pidió una corona, a lo que el payaso respondió.
-Con gustó amiguita-
Empezó a inflar el globo, soplando con fuerza y moldeándolo de a poco. Cuando ya estuvo hecho y antes de entregárselo, le pidió a la niña que le permitiera ponérsela.
-Quiero ser el noble payaso que corone a la más bella princesita-
La niña accedió y se agachó esperando la "coronación". Soma sonrió y apoyó el globo con forma de corona en la cabeza de la niña con tal mala suerte que, para pesar del payaso, este rozó contra una de las prensas de pelo y reventó. La niña, por el ruido ensordecedor, se asustó y lloro. Eso fue suficiente para que los pocos que se habían quedado, se fueran sin mirar al pobre payaso.
Soma se dejó caer en el suelo y sintió, como muchas veces antes, ganas de desaparecer y dejar su tan insignificante existencia como payaso. Miró a su costado y vio los pedazos del globo e hizo una comparación con su destrozado espíritu.
Soma salió de la carpa buscando una razón para seguir. En su mente "Si no podía hacer reír a la gente, su existencia no servía". Caminó un poco más allá de el campamento y fue hacia un lugar en el bosque. Esa noche no era fría pero aún así sentí a su cuerpo temblar. Lo había pensado tantas veces ya... Su propio padre lo había aborrecido y abofeteado a su madre por apoyar la decisión de Soma en ser un payaso. "Eres un inutil" fueron sus palabras exactas cuando lo había echado de la casa, sin oportunidad de despedirse de su madre que, con los ojos hinchados, le pedía a su padre que no lo haga. Ahora el sabía, luego de tantos años de intentarlo, que su padre tenía razón. Era un inútil y su existencia no servía para nada.
Esa noche los grillos no se escuchaban y en el bosque sólo había silencio.
《 Mejor》 pensó el payaso 《todos mis actos recibieron el silencio del público. Que mi último acto no pierda esa racha》. La soga estaba atada con antelación a una rama y Soma sólo tuvo que ponérsela en el cuello, cerró sus y se dejó caer del pequeño tronco en el que se paraba. En esos últimos momentos y de manera fugaz, el recuerdo de su madre vino a su mente. No sería la mejor de las muertes pero si, aunque sea, una muerte feliz.
Pasaron las horas y los días, nadie se percató de la desaparición del payaso. Todo siguió su rumbo. Hasta que un día, de la nada empezaron a aparecer panfletos que decían.
"Soma el magnífico presenta su inigualable función. Todos están invitados y la entrada es totalmente gratuita"
Luego los citaba a un teatro, a una hora en específico.
No hace falta aclarar que muchas personas fueron, inclusive el gobernador y su rechoncho hijo, deseando ver el "gran espectáculo". Todo el lugar se llenó y en silencio aguardaron.
De repente las luces del escenario se encendieron y a los segundos apareció un payaso como arte de magia. La gente aplaudió hasta que el payaso hizo ademanes de que se callaran. Hizo muchas cosas inimaginables. Pudo quitarse la cabeza, levitar, hacer aparecer animales de su ropa ajustada y desgastada e incluso pudo desvanecerse y aparecer en otro lugar. Todos disfrutaron del espectáculo de Soma y aplaudieron sin parar.
- Me alegra que lo disfrutaran- dijo Soma sonriendo, mostrando su inigualable sonrisa y enormes dientes. -Es hora del último acto y necesitaré un niño valiente- Miró al público y poniendo sus manos al rededor de su boca, el gritó -Hay aquí algún valiente o todos los niños son miedosos-.
-Yo- dijo un niño del público. Soma sonrió y lo invitó a que se acercará al escenario. Acarició la cabeza del niño y le dijo, acercando mucho su cara a la del infante.
-¿Eres un niño valiente?-
-Si- dijo este. Soma se alejó y soltó una carcajada.
-Pues bien mi querido amiguito, ven conmigo-
Lo llevó al centro del escenario e hizo aparecer una enorme caja. Esta caja tenía sólo dos agujeros, uno destinado a la cabeza del niño y el otro a sus pies.
-Para mi último acto, les mostraré algo que, me atreví a decir, ninguno de ustedes a visto-
Alguien del público gritó -Ese truco ya lo vimos- a lo que Soma respondió remedándolo.
-Ezhe truko ia lo vimo- y se empezó a reír -Si hoy les mostré cosas nunca antes vistas, mi acto final no será distinto-
Tomó al niño y lo subió a la caja, le indicó como debía acostarse. Cerró la caja y le preguntó al niño si podía moverse, este respondió que no y Soma volvió a reír. Sacó de su ropa una sierra enorme y le dijo al niño.
-El secreto está en que no hagas ruido- le guiño el ojo y procedió a cortar la caja. Las personas, expectantes a los actos del magnífico Soma, miraron como este empezaba a cortar la caja por mientras reía. El niño también sonreía y miraba a sus padres, ellos también lo veían y por ello notaron el momento en el que sus gestos faciales cambiaron. En la cara del niño se dibujó una mueca del más puro dolor. Quiso gritar pero Soma le tapó la boca.
-Te dije que el secreto es mantenerte callado-
El niño lloraba y sus quejidos llenaron todo el teatro, una sustancia rojiza y viscosa empezó a chorrear de la caja hasta que el silencio llegó.
La gente quedó estática por un momento en sus asientos, luego todos gritaron y corrieron hacia las puertas. Las abrieron de golpe sólo para ver un muro de ladrillo en cada una. Soma bailaba sobre el charco de sangre con el medio torso del niño, riendo a carcajadas y gritando.
-Quien dijo que había terminado aún el show...-
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Pasaron semanas hasta que la policía, buscando una abultada lista de desaparecidos, llegó al teatro. Todo estaba en silencio y se olía a podredumbre. El oficial José Moreno y sus compañeros habían entrado por una puerta tras bambalinas y subieron rápidamente al escenario. Alumbrado por sus linternas llegaron a los interruptores de luz y las encendieron. Aunque hubieran deseado no hacerlo.
Apenas se encendieron las luces vieron a todos los cuerpos, tanto de niños como de adultos, moverse por un sistema de poleas, simulando aplaudir, en sus mandíbulas había una grabadora que repetía una y otra vez la risa desquiciada de alguien. Uno de los oficiales vómito y otro cortó la luz de nuevo. Todo volvió al silencio anterior de ver la masacre, hasta que, desde la oscuridad se escuchó una risa estridente y, de igual manera maniaca. José disparó al lugar del que vino el sonido rompiendo el silencio, luego espero escuchar algo más, a los pocos segundos, de esa misma oscuridad, le llegó un avión de papel. El lo tomó con sus manos lo desdoblo.

"Espero que hayas disfrutado del espectáculo"
"El show debe continuar"

A lo lejos se volvió a escuchar la misma risa. El oficial leyó el pie de página, el cual estaba firmado.

"SOMA EL MAGNIFICO"

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