Capítulo 204

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CAPÍTULO 204

*narrador omnisciente*

"¡Eureka!" exclaman algunos de los concursantes del Torneo de los MiniChefs al plantarse delante del Museo de la Ciencia de Donostia. Las pistas les han vuelto a ayudar a planificarse la prueba.

Jordi: Os dividiréis en dos equipos: rojo y azul. A partir de las pistas, ya deberíais saber que los capitanes serán Manuel y Ana Luna. Escogeréis a vuestros compañeros alternativamente.

Eleanor: Cocinaréis un menú diseñado por alumnos del Basque Culinary Center. El equipo ganador será merecedor de una masterclass en dicha universidad.

Alfred: Y si por mí fuera todos los del equipo perdedor estaríais eliminados, pero solo podemos eliminar a cinco, los que peor lo hagan del equipo derrotado —concluye el severo profesor.

Durante el cocinado, uno de los retos estrella es enviar a un concursante de cada equipo en busca del ingrediente perdido y esta vez les ha tocado a Aina y Mendicuti, que se encuentran en medio del museo, explorando todos los recovecos para encontrar la leche.

Aina: Así que, después de todo, al final Marta y tú sois felices —dice la chica al fin, hacía tiempo que necesitaba esta conversación.

Mendicuti: Sí, bueno, esto necesitaba un final feliz, ¿no? —la chica arruga la nariz— ¿La culpas por lo de Mario?
Aina: No completamente, pero sí que le guardo rencor por asegurarse de estropearlo todo. Supongo que se hubiera acabado terminando igual, pero no así. Sigo sin entender que la quieras, pero hace tiempo que decidí desistir en intentar entenderlo.

Mendicuti: ¿Entonces es verdad que Álvaro y tú estáis juntos? —cambia de tema, no terminarían bien si siguieran ese rumbo.

Aina: ¿Así que me estás siguiendo la pista, Mendicuti? —bromea.

Mendicuti: Yo le sigo la pista a todos —le saca la lengua y se detiene en seco. Acaba de visualizar la leche. Dentro de la jaula de una serpiente. Aina pega un brinco.

Aina: Esto no puede ser verdad —dice atemorizada, agarrándose al brazo del chico.

Mendicuti: ¡Ahí va la hostia! —exclama él, acercándose para leer la información — Es una serpiente rey, inofensiva —intenta convencerla.

Aina: Me da igual, sigue siendo una serpiente.

Mendicuti: Pues te quedas sin leche.

Aina: Eh, tú eres vasco —le hace ojitos—. Sea verdad o no que sois brutos, esto te lo cedo a ti. ¡Aupa, Mendi!

El vasco suelta una carcajada y, en un movimiento rápido, une su mano con la de Aina y mete a ambas en la jaula, cogiendo la leche y rozando al reptil. La catalana saca la mano de ahí y su rostro se convierte en un sinfín de muecas asqueadas.

Aina: Ugh, maldito vasco —le reprocha, pegándole pequeños golpes en el pecho.

Mendicuti: Pensaba que las catalanas erais más valientes—responde, sin dejar de divertirse y volviendo a la prueba con sus respectivos equipos.

En otra área del museo, en "Juegos de luz" concretamente, Jordi Cruz se entretiene buscando la salida del laberinto de espejos, sin darse cuenta de que no le devuelven tan solo su reflejo.

—¿Dónde está tu chaquetilla? —habla una dulce voz, a una corta distancia de él. Sonríe al reconocerla.

Jordi: Creo que me he ganado un merecido descanso —responde, girándose para encontrarla, pero sin éxito—. ¿Qué haces aquí, ilustre directora?

Vera Maroto, la directora de "La Élite", avanza hacia la derecha y él por fin puede ver los múltiples reflejos de ella que le devuelven este laberinto.

Vera: Ídem —contesta—. Tenías razón, las pruebas de este torneo son muy intensas, me hubiera gustado asistir a más, pero ya sabes que estos chicos me traen de cabeza.

Otra risa. Será el ambiente del lugar, pero una potente electricidad atractiva llena la atmósfera. Jordi alinea sus ojos con los que tiene delante de Vera. Hay tantos que no sabe cuáles son los reales.

Jordi: ¿Qué tal está tu hermano? —pregunta con tacto.

Vera baja la vista y murmura:

Vera: Elliot sigue igual...

Jordi se acerca a ella, pero se da un golpe contra el cristal, habiendo confundido su ubicación. La mujer, que sí está correctamente orientada, se coloca detrás de él, dejando que perciba su respiración. El cocinero se da la vuelta con agilidad y, sin poder soportar más la espera, se lanza a sus labios con fiereza. Ella lo arrastra hasta apoyarlo en un espejo, concentrándose en el vaivén de su boca. Son pura electricidad. No hay espacio para el dolor, los recuerdos o las exigencias. Hace tiempo que se dio cuenta de que, sin su presencia, su alma puede electrocutarse en cualquier momento.

Unas voces infantiles provocan su confusa separación. Vera coge a Jordi de la mano y busca la salida, peinándose con la que tiene libre. Una vez en la puerta principal, él no puede evitar comérsela con la mirada.

Jordi: Vente mañana al ABaC —le propone.

La directora niega con la cabeza.

Vera: No quiero arriesgarme a comer sola de nuevo.

Jordi: Vente —insiste, dándole un cariñoso beso en la nariz.

¿Y quién puede resistirse a ese gesto? Desde luego, ella no. Se ha cansado de fingir dureza. Necesita su apoyo. ¿Por qué no admitirlo? Se dirigen una última mirada cómplice, antes de reencontrarse con los jueces del torneo y deliberar quiénes serán los próximos eliminados.

Han sido tajantes en las valoraciones:

Ser capitana no es fácil y esta vez Ana Luna no ha podido con la carga.

Tener la cabeza en otro lado tampoco es bueno para desarrollar una prueba con éxito. Bruno se ha dado un duro golpe.

Ser el responsable de que el arroz se pase sentencia tu destino, sino que se lo digan a Jacobo.

Haber repetido mil veces que has tocado una serpiente solo consigue desconcentrar a tu equipo, Mendicuti se ha dejado llevar por la emoción.

Y sentirte mal contigo misma y no poder remediar tu bajo estado de ánimo nunca puede tener buenos resultados, ¿verdad Cova?

Invencibles (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora