Capítulo 208

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CAPÍTULO 208

*narra Martina2*

Le doy al pause, fastidiada, cuando el sonido del móvil de MaríaF corta nuestra atmósfera. Tras su llamada, nos informa de lo ocurrido:

MaríaF: Voy a buscar a Xavi.

Marco saca las palomitas de su regazo, coge a MaríaF por el brazo y la mira fijamente:

Marco: A mí ya me usaron una vez para olvidarse de otra persona. Si estás haciendo eso, déjame ahora mismo.

María abre mucho los ojos, sintiéndose atacada.

MaríaF: Tío, puedes acompañarme a buscarlo. Xavi está pasando por un mal momento y solo lo ayudo.

Marco: Yo... Me cuesta confiar mucho en la gente.

MaríaF: ¿Y no son suficientes los meses que llevamos juntos para confiar en mí?

Marco: Lo siento, tú y yo somos los suricatos y Xavier un halcón depredador.

MaríaF: Como tú bien sabes, los suricatos mostramos una variedad de estrategias contra ellos. Es halcón amigo, no nos va a hacer daño, te lo prometo —lo besa con firmeza y, finalmente, lo arrastra con ella.

Aimar: Quiero enseñarte una nueva canción —habla Aimar, habiendo estado callado todo este rato.

Martina2: ¡Pues vayamos a la sala de música! —respondo, intentando parecer entusiasmada. Todavía me pregunto cómo he conseguido devolverle la mirada los últimos días.

Una vez inmersos en nuestro hábitat, Aimar sujeta con delicadeza la guitarra que le regalamos Marco, MaríaF y yo para su cumpleaños.

Aimar: Es una canción de Jorge Drexler que llevo siglos ensayando, pero me trabo demasiado, solo he conseguido sacar el estribillo. Y suena así...

Rasga la primera cuerda y me siento fortificada por el eco del sonido de su voz, algo que solo él consigue.

Aimar: <<Estás conmigo —canta en susurros—, estamos cantando a la sombra de nuestra parra una canción que dice que uno solo conserva lo que no amarra —pausa—. Y sin tenerte —pausa—, te tengo a vos —pausa. Me mira dulcemente— y tengo a mi guitarra —la intensidad aumenta y sustituye los susurros por una melódica voz—. Hay tantas cosas, yo solo preciso dos: mi guitarra y vos>>.

La última frase se clava en mi corazón. Su guitarra y yo. Dice que no necesita nada más. Su personalidad dicharachera, su alegría, su determinación, su insistencia para que yo camine sobre la cuerda, mi funambulista imbatible. No puedo seguir ocultándoselo. El volcán acaba de explotar, transformando la lava en una confesión:

Martina2: Mauro y yo nos hemos besado —suelto, interrumpiendo la mágica canción.

Su voz se corta en seco, su sonrisa desaparece y su mirada se torna pensativa. Deja su guitarra, se levanta del taburete, apoyándose en el piano y se saca las gafas para limpiárselas; se coloca las manos en la cabeza y baja la vista. Tras el ritual, me contesta:

Aimar: ¿Cuándo? —me sorprende su tranquilidad.

Martina2: Durante la venganza que le preparamos a Elena —respondo, sin atreverme a acercarme a él.

Aimar: ¿Cuántas veces?

Martina2: Solo una.

Aimar: ¿Sientes algo por él?

Martina2: ¡¿Qué?! No, joder, para nada —digo de corazón—. Fue un desliz, una visita al pasado.

Aimar: ¿Y por mí? ¿Sigues sintiéndote extrañamente bien gracias a mí?

Ahora sí me aproximo, sacando sus manos de la cabeza y entrelazando nuestros dedos.

Martina2: Quisquilloso, hay tantas cosas, yo solo preciso dos: tu voz y tú.

Sonríe tímidamente.

Aimar: Gracias por contármelo —dice, antes de besarme.

Martina2: ¿Pero entonces te da igual lo que ha pasado? —la pregunta me carcome.

Aimar: Sabes que no me gusta recrearme en estas situaciones. Me has dicho que no sientes nada por Mauro, pues ya está, ¿por qué sufrir con esto?

Asiento, aunque no muy convencida con su pacífica reacción.

*narra Lukas*

Lukas: Buah, ¿y te acuerdas cuando le dábamos a escondidas debajo de la mesa a vuestro perro los restos de la paella? —exclamo, recordando los viajes que compartí con las hermanas Querol tras concursar en el talent show.

Balma: Desde entonces, Pluto siempre me reclama su ración —contesta la pequeña Querol.

Me apoyo mejor en la pared del patio, Balma está delante de mí, sentada como un indio. Desde que ha llegado, estamos pasando el día juntos, solos, ha ignorado a su hermana de forma alarmante. Solo sé que este paréntesis me ha reconfortado, hace días que no encontraba motivos para reír. Sigo pensando en la manera de recuperar a Laura, pero no he hallado respuesta en el puzzle incompleto de mi mente. Pero en cuanto Laura pasa por delante de nosotros dos, una notificación de un mensaje aparece en mi mente: <<Oportunidad perfecta, quizás los celos puedan ayudarte>>. ¿Y por qué desaprovechar la única idea decente que he tenido? Así que me inclino hacia la chica traviesa de piel fina y mirada atrayente y le doy un beso lo suficientemente largo para que la rubia ceniza se percate de ello. Qué sensación tan extraña, esa de besar sin creer que no existe ningún sentimiento y toparse con una nueva percepción para tus sentidos.

Balma: Oye, ¿y esto? —responde cuando me separo, sin haberse dado cuenta de la presencia de Laura. Puedo apreciar el amago de sonrisa que decora su rostro.

Lukas: Una tontería —le quito importancia con la mano—, me ha apetecido. Nada más.

Balma: De acuerdo, galán —el amago desaparece. Sonrisa cien por cien.

Lukas: Menudo vocabulario gastas tú.

Balma: ¿Prefieres que diga "vale, tío"? —bromea, adoptando voz grave.

Lukas: Vale —sonrío, me siento muy cómodo a su lado.

Balma: Vale —contesta, igual o más sonriente que yo. 

Invencibles (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora