No podía parar de correr, no sentía los pies por el despiadado invierno que se encontraba ante mis pies descalzos. Tenía tomada de la mano a una niña idéntica a mi de pequeña (unos 7 años aproximadamente), ambas teníamos los vestidos sucios, rotos y con manchas de sangre. Pude notar que la niña tenía un ojo morado y el labio inferior sangrando, además de cortes infectados en los brazos. No entendía nada.
— Cyn, no puedo más, necesito sentarme... — dijo la niña dejándome atónita al darme cuenta que no era yo misma, que sabía mi nombre y que ademas su tono de voz se me hacía extrañamente familiar.
— Anne, si nos detenemos nos atrapará el señor feo... — dijo una Cynthia con voz más aniñada y aguda, pude darme cuenta que sentía todo lo que ella pero no era yo la que interactuaba con la tal Anne, un momento... ¿Anne...?
— Hermanita, tengo mucho miedo, quiero a mamá y a papá... — dijo la niña llamada Anne (como una de mis personalidades...) sollozando bajito.
— Yo también hermanita, pero tenemos que correr, ese señor es malo... — dijo una Cynthia que estaba congelándose hasta los huesos, del miedo y del frío.
Ambas tropezamos y nos caímos, sentía muchísima hambre, cansancio y sed, a parte de que tenía los pies completamente congelados por el frío y ya los sentía pesados, me dolía todo el cuerpo como si me hubiesen dado una paliza y podía sentir como si tuviese al menos un par de costillas rotas, me faltaba el aire.
— Hay que ver... ¡Al fin las encuentro malditas zorras! Me hicieron correr como el demonio... Ingenuo de mi que pensé que al darles medio pedazo de pan duro y medio vaso de agua sucia para las dos no tendrían fuerzas para escapar. Habrá que reducirles la ración y darles un severo castigo... — dijo una voz masculina que me heló la sangre del miedo y pude sentir el terror de Anne también, acto seguido sentí como si me desprendieran el cuero cabelludo del cráneo y empezaba a gritar del dolor al igual que Anne.
Alguien me zarandeaba suavemente mientras yo no dejaba de gritar, temblar y llorar del miedo. Sentía que me faltaba el aire y no paraba de gritar el nombre Anne, no entendía absolutamente nada.
— Cynth... Hey, todo está bien, soy Devoss, estoy aquí, estas segura. — decía aquella voz que me traía la más grande de las calmas, mientras iba recuperando lentamente la visión Devoss limpiaba mis lágrimas con sus pulgares.
— Dios, eres tú, gracias al cielo que eres tu y solo era una pesadilla... — dije tratando de calmar los temblores de mi cuerpo mientras el me abrazaba suavemente, como si fuese a romperme.
— Cynthi, si quieres hablar estoy aquí, ¿vale? No estás sola. — dijo suavemente mientras acariciaba mi mejilla derecha.
— Devoss, en serio discúlpame por despertarte con mis gritos, no quería molestarte... — dije ya más consciente de la situación y muy avergonzada por el numerito que debí montar.
— A ver, tonta, eres mi mejor amiga y desde que llegaste yo he montado más "numeritos" que tú, y me has calmado y apoyado sin juzgarme, así que tómalo como una manera de agradecerte. — dijo haciendo las comillas imaginarias con sus dedos y abrazándome para luego darme un beso en la frente, me sentía protegida, Justo lo que más necesitaba en este momento.
— Gracias, Dev, eres el mejor, en serio. — dije sonriendo.
— Cyn, lo se, no hace falta decírmelo. Ahora en serio, si quieres hablar de la pesadilla estoy Justo aquí, sin presiones. — dijo al principio riéndose y finalizando más serio.
Procedí a contarle absolutamente todo de la pesadilla, porque podía ser un recuerdo, la verdad no sabía si era el caso, pero no podía arriesgarme a olvidarlo, así que le conté todo con lujo de detalles. Las sensaciones, el miedo, el dolor, la niña idéntica a mi, su nombre, el cual coincidía con mi personalidad más pasiva. Le conté sobre el victimario y sobre lo muy familiar que me resultaba su voz, le conté que estábamos en invierno en la pesadilla y cada minúsculo detalle que podía recordar con mi amnésica memoria. Le comenté la sospecha que tenía de que no fuese una simple pesadilla si no un recuerdo, y ahí empecé a temblar nuevamente.
ESTÁS LEYENDO
In my heart you're still here... (SIN EDITAR)
Teen FictionCynthia es una chica de 16 años, hermosamente pelirroja, de ojos grises entre violeta y azul, cara pecosa y rasgos bastante refinados, sus padres la tratan como una princesa, es la heroína de su hermano pequeño y tiene una situación económica favora...