Capítulo 18 -11 November- (Parte 2)

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Conocer a los padres de Cynthia fue maravilloso. Eran personas amables, honestas, cariñosas, que te hacían sentir un familiar más sin importar cuanto tiempo llevasen conociéndote. No pude evitar que mis ojos se cristalizaran cuando los 3 empezaron a sollozar con la simple mención del nombre de la gemela de Cynthia. Sus padres se veían destrozados, sin importar la cantidad de tiempo que había pasado de la muerte de su pequeña se veían muy afectados, y no podía culparlos, puesto que perder un hijo debía ser algo imposible de superar. Veía el dolor en los ojos color amatista de Cynthia por ser incapaz de recordarla como debía ser, nunca había visto ojos más preciosos en mi vida. Nunca había visto chica más preciosa en mi vida.

— Moeder, ¿Cómo era ella? — cuestionó mi preciosa pelirroja conteniendo como podía los sollozos.

— Ella era todo lo contrario a ti, cariño. Annie era fatal para la música, era bastante sumisa, te protegía mucho porque era la mayor que tú, nació 5 segundos antes, y era una prodigio con la pintura. Amaba pintar... — respondió Adrie con la voz entrecortada, sollozando. Pude notar que recordarla la estaba destruyendo.

— Annie hacia cuadros impresionistas preciosos, era toda una Van Gogh del siglo 21, también pintaba cuadros en estilo renacentista. En una ocasión, hizo un retrato de ustedes dos. — respondió Clementius mientras abrazaba a su esposa.

— ¿Ella también tenía los ojos violetas? — cuestionó Cynthia mientras me tomaba de la mano con fuerza, buscando apoyo.

— No, cariño. Annie tenía los ojos grises. Esa era otra forma de diferenciarlas, por eso no podían engañarnos. — respondió nuevamente Adrie con una sonrisa cargada de nostalgia, posiblemente estaba teniendo un recuerdo de una travesura que trataron de cargarle Cynthia y Anne.

Clementius al parecer conocía a su esposa tan a la perfección que empezó a relatarnos dicho recuerdo sin parar de llorar:

"Se escuchaban gritos de dos pequeñas corriendo en el interior del hogar Simons Drescher y de un pequeño Ariën en brazos que quería unirse a las travesuras de sus hermanas mayores. Clementius jugaba con sus pequeñas niñas junto a su adorada esposa que sostenía al pequeño Ariën. Todo eran risas, diversión. Jugaban al escondite, a las atrapadas, al avioncito y todos los juegos infantiles que se puedan imaginar. Según la pareja de pelirrojos esto fue un año antes de la tragedia que cambió la vida de todos.

Las niñas usaban vestidos color rosa pastel, estaban vestidas igual como era gran costumbre de las personas que tenían gemelos. Habían roto una vasija importante para la familia de Adrie, puesto que tenía más de 150 años de antigüedad y había pasado de generación en generación. Clementius vio cuál de las pequeñas fue, pero primero quería conocer la respuesta que le darían sus pequeños tesoros.

— ¡Cynthia! ¡Anne! ¡Vengan inmediatamente al pasillo! ¿Cuántas veces tengo que decirles que no deben correr en el pasillo? ¡Han roto la vasija de la abuela! — llamo autoritariamente Adrie, tratando de no ser demasiado dura, a pesar de que era un recuerdo importante, ellas solo eran unas niñas y tampoco hubiesen querido romperla a propósito.

— Mami, no queríamos dañar la cosa grande de la tata... — respondió una de las niñas con la cabeza gacha.

— Mami, es que... nos resbalamos y caímos y rodó la cosa esa... — respondió la otra niña haciendo un puchero.

— A ver, niñas, ¿Quién de ustedes tropezó el jarrón? — cuestionó Clementius a sus pequeños torbellinos pelirrojos.

— Fui yo, papi... — respondió la pequeña que tenía la cabeza gacha, permitiendo ver sus preciosos orbes grises.

— No es así, preciosura, fue Cynthia. — respondió nuevamente Clementius pellizcándole la nariz a la pequeña de ojos grises.

— ¡Pero si yo soy Cynthia papi! ¡Que dices! — exclamó la pequeña pelirroja tratando de defender a su gemela mientras la aludida abría los ojos como platos.

In my heart you're still here... (SIN EDITAR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora