-¡Crystalleder, Sheebbazer y Chelleiar, venga aquí ahora!-.
-Sabía que nos meterías en problemas, Crystal-. Se quedó la chica de cabello rubio, mientras su mejillas se ponían coloradas.
Dos de las tres hadas alzaron vuelo y al ver que su amiga, llamada Crystalleder, no realizaba lo mismo quedaron atónitas.
-Ven, vamos. Jorillen nos necesita -. Habló Chelleiar con cierto todo de preocupación en su voz, mirando a su amiga desde el aire.
-Sheebbazer, Chelleiar, vayan ustedes. Ya iré luego. Tengo algo más importante que hacer-. El hada sonrió y sus amigas rieron. La pequeña Crystalleder era todo un caso. Una vez perdió de vista a su amigas sonrió para si misma y alzó vuelo directo a su pequeña casa construida por ella misma.
-Bien, bien, bien. Veamos...-. La pequeña se caracterizaba por tener su cabello negro y largo, con un mechón morado que daba desde su raíz hasta el final.
Cualquiera pensaría que era la rapunzel de la hadas, pero no. Para ella un cabello que llegaba hasta la espalda era corto, sin saber que era el hada de ese lugar que lo tenía más largo que cualquier otra, pasando un más de sus rodillas. -Si, esto aquí y acá.-
Empacaba en su pequeño bolso, hecho con telas que ella misma había tomado "prestada" de un lugar cerca a donde ella vivía, muchas cosas útiles que le ayudarían en su viaje.
-Bueno, ya he echo todos los cálculos para emprender este viaje.- hablaba a la nada, observando con detalles cada plano de Londres y sus estrellas, hecho por ella misma.
......
Vivía en Londres, en la ciudad de Londres, en el mundo de los humanos. Su historia no era como las de sus amigos; Sheebbazer, Chelleiar, Jorillen, ni como la de su esposa; Georgina. Mucho menos como la del Jefe Hada en ese lugar, Raphaelo. Ella no provenía de la risa, como muchos lo hicieron. Ella provenía de un sollozo inaudible. Casi como si fuera fantasía el indescriptible sollozo se hizo más fuerte dando paso a una pequeña luz roja de la cual salió Crystalleder.
Al caer la noche la pequeña luz roja se topó con varias flores en particular, siendo guiada por el aire a un campo lleno de las mismas, donde chocó con una diminuta flor azul celeste. Este pequeño hecho hizo que de la flor se cerrara dando paso, al abrirse, a una criatura que poco creían capaz de su existencia.
Las alas de este ser, formada desde un inicio con finas capaz blancas, fueron fortaleciendo hasta dar origen a unas alas alargadas y finas, muy altas y esbeltas con líneas casi doradas que formaban figuras en estas. Su pequeño cuerpo hecho con suma delicadeza estaba recubierto con los pétalos de la flor azul. A lo lejos la pequeña pudo divisar otro tipos de flores, y eligiendo entre todos los colores: Verdes, amarillas, rosadas, azules, violetas, moradas, rojas e inclusive blancas. Optó por tomar pétalos rojos, y azules, y así recrear un vestido digno para ella, que encajará en su fino cuerpo.
Una vez logrado el mismo vio sus pies, muy ansiosa de saber que podía hacer con ellos, sin olvidar sus alas. Se puso de pie al instante pero al momento de tocar el frió rocío de otra flor, tambaleó.
Decidió que era justo tener un par de "algo" que ponerse en sus pies. Optó por tomar flores amarillas y recrear también un calzado apto para sus pies, algo momentáneo.
Intentó volar pero sus alas no respondían, estaban muertas, no tenía la esencia para hacerlo. Quedó allí, sentada en la flor hasta que un objeto redondo paso fugazmente cerca de ella. Un objeto redondo con manchas negras, un balón de fútbol, que ella desconocía.
Se acercó al objeto sin saber qué tal ves podría ser su perdición hasta que otro cuerpo, un poco más grande que ella, la golpeó de lado evitando acercarse al balón.
-Oye que te...-. Quedó con la palabra en la boca; no había podido articular palabra desde entonces. Vio al causante del hecho y se sorprendió al ver a una chica, otra hada, muy diferente a ella. Su cabello era corto, hasta los hombros, rubio. Con pétalos y hojas cubriendo su cuerpo.
-¿Estás bien?-. Le extendió su mano y la pequeña la aceptó. -Por poco te descubren. Me llamo Sheebbazer, es un gusto conocerte-. Le sonrió divertida y amigable dándole un fuerte abrazo. El hada correspondió sorprendía y río amigable. -Ven, vamos con el Jefe Hada, él te está esperando.-
¿Cómo sabían que ella venía? De eso no tenía la menor idea. Pero lo que si sabía era que esta chica inspiraba confianza y al parecer también tenía poco de haber llegado. La confusión en su rostro era muy notable al ver dónde, o por qué camino, quedaba el hogar del Hada.
ESTÁS LEYENDO
|1| Tinkerbell Y Las Geo Hadas «|Terminada|»
FantasyTinkerBell y sus amigas, junto a la Reina Clarion y el resto de las hadas acompañantes, tendrán que resolver el misterio de las nuevas hadas. Periwinkle y sus amigos, junto a Lord Milori y las lechuzas árticas, se unirán para buscarle una solución a...