Capítulo 10

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Comencé a despertar por los graznidos de las gaviotas y el mal olor del pescado. Estaba en movimiento y cada vez que avanzaba me balanceaba a los lados. Mis brazos caía mientras que en mis piernas sentía un agarre. Había un bullicio donde sea que estuviera, se podía escuchar a las personas hablar, otras gritaban y si ponías atención se escuchaban las ruedas de las carretas y las pisadas de los caballos sobre el camino. Decidí que ya era momento de abrir mis ojos así que de forma torpe llevé una de mis manos para frotarlos y lentamente los fuí abriendo. Al principio pensé que podía seguir algo aturdida por lo que había vivido pero en cuanto pestañeé un par de veces supe que esto era cierto.

¡Mierda, yo estaba colgando!

Vi una gran espalda e hice un esfuerzo para lograr mirar quien era el sujeto que me estaba llevando. Pero al mínimo movimiento un gruñido salió de la garganta del tipo.

–Gerd–dije en un suspiro cansado.

Intenté moverme de nuevo esta vez ignorando los gruñidos de su parte y pude ver como me miraba por encima de su hombro con el ceño fruncido. Era eso o él estaba mirando mi trasero.

–Hey grandulón, ¿por qué no me bajas?. Ya desperté y puedo caminar sola.

Por supuesto que recibí un gruñido aunque esta vez más alto y aterrador que los demás. Pero ya no tenían el mismo efecto en mí.

–¡Bájame ahora!. ¡No soy un saco de papas!. ¡Que me bajes te digo!–hablé golpeando su espalda con mis puños y luchando por liberar mis piernas, eso sólo hizo que su agarre en ellas incrementara–Camila, quiero ver a Camila. ¿Dónde está ella?.

Esta vez no recibí su respuesta característica por lo que no me quedó de otra más que dejarme llevar por el gran hombre. No podía luchar contra esta mole y sabía que él me ignoraría por completo. Así que decidí acomodarme de mejor forma para poder observar el lugar en donde nos encontrabamos. No muy lejos podía ver la costa, donde se apreciaban numerosos barcos. Unos apenas estaban zarpando mientras que otros se preparaban para arribar en el puerto o simplemente se quedaban cerca, navegando la costa.

Lo siguiente que vi fue una especie de mercado. Había diferentes puestos con hombres y mujeres gritando cosas que no podía entender. Todos ofreciendo las cosas que vendían, desde alimentos y armas hasta esclavos. Y conforme avanzabamos se podía ver casas y pequeñas tiendas, aunque no muy decentes que digamos.

–Hola, Lauren–giré mi cabeza para poder mirar a la persona que me había saludado y me encontré con una morena sonriente.

–¡Mani!–dije felíz al verla frente a mí.

Normani se había convertido en una buena amiga en mi estadía en el barco durante ese mes, había sido muy amable desde que había despertado allí. Tal vez fue eso lo que hizo que confiara tan rápido en ella.

–Que bueno que hayas despertado, nos tenías preocupados. ¿Te sientes bien?.

–Sí, muy bien pero Gerd no lo entiende–respondí un poco más alto–Por favor, dile que ya me puede bajar. Necesito caminar, ha pasado un mes que no toco tierra firme–la miré con suplica esperando obtener algo de ayuda.

Ella suspiró y negó con su cabeza.

–¿No?. ¿Por qué no?–pregunté sin entender su acción.

–Órdenes de Camila–contestó encogiéndose de hombros.

–Órdenes de Camila–repetí de mal humor–¿Se puede saber dónde diablos está ella?.

Con un gesto con su cabeza la Morena me indicó que mirara hacia el frente. Con mucho esfuerzo logré acomodarme para poder mirar el lugar señalado y efectivamente, ahí estaba ella. A su lado derecho caminaba Dinah y a la izquierda lo hacía Shawn con otro hombre que no había visto antes. O por lo menos no conocía ese perfil, pero estaba casi segura de que él no había estado en el barco. Los tres parecían estar discutiendo algo importante ya que se veían serios. Cuando Camila terminó de hablar los dos hombres asintieron y se desviaron del camino, adentrándose en una estrecha y sucia calle.

Regresé la mirada al frente donde me percaté que varios de los hombres de la tripulación seguían a la castaña pero eran muy pocos, podría decir que menos de la mitad. Eso hizo que me cuestionara una cosa.

¿Qué había pasado después desmayarme?

Giré volviendo a mi posición original, ladeé la cabeza para mirar a Normani que caminaba con sus manos detrás de su espalda mientras tarareaba una canción.

–Oye, Mani–la llamé–¿Dónde están los demás?.

Su rostro cambió dando paso a una expresión de tristeza que fue acompañada por un gruñido del hombre que me cargaba.

–Los pocos que sobrevivieron fueron a casa, con sus familias. Los que no tienen se quedan cerca–explicó.

Así que habían muerto, primero el ataque a la embarcación española y ahora la tormenta. Eso dejaba a la tripulación de Camila en casi nada.

¿Querría decir eso que ya no habría más viajes?

Negué ante esa posibilidad, eran piratas después de todo y ellos no se detenían a llorar la muerte de los otros, eran tipos rudos. Al menos eso tenían en mente.

Decidí aclararme la garganta para cambiar de tema ya que se veía que era algo delicado para Normani hablar de eso. No tenía idea de cómo habría sido su relación con los demás pero se notaba que les tenía cariño.

–Uhm, ¿me podrías decir a dónde vamos?.

Su ánimo pareció cambiar por completo y de nuevo mostraba su brillante sonrisa.

–Iremos a la taberna de Ally–respondió feliz, haciendo un movimiento de cabeza–No está muy lejos, no te preocupes.

Con un suspiro me dejé caer y ser llevada por Gerd a la dichosa taberna de la tal Ally. A lo mejor un trago me vendría bien.

En el caminó me dediqué a mirar a mi alrededor. Todo era tan lejano, tan distinto a lo que conocía. No habían grandes edificios ni esos montones de autos que estaba acostumbra a ver, en su lugar se apreciaban pequeñas casas, gente en caballo, tipos con espadas colgando de su cintura y algunas que otras carretas cargadas.

Luego de varios minutos de trayecto, que para mi fueron eternos, llegamos a un pequeño establecimiento un poco arruinado. Arriba, en el techo sobresalía un letrero con el nombre de Allyson escrito en él. Y sólo entonces frente a la puerta de ese local el grandulón me bajó, aunque no fue nada delicado cuando lo hizo. Torpemente me mantuve en pie, me tambaleé al principio por la sensación de estar pisando tierra firme. Totalmente diferente a cuando estábamos en el barco.

Normani que no se había ido de mi lado llegó para ayudarme en el caso de que mis piernas fallaran. Noté que todos comenzaron a entrar a la taberna, incluso Gerd lo había hecho ya a excepción de Dinah y Camila. La primera se quedó parada frente a la puerta mientras la castaña se nos acercaba.

–¿Traes la daga?–preguntó en voz baja, muy cerca de mí.

Asentí sin poder dejar de observarla, cada vez que la miraba la encontraba más hermosa y mis ganas de probar sus labios crecían.

–Bien, usala sólo si es necesario–dijo en el mismo tono bajo para luego retirarse.

De nuevo volví a asentir. El recuerdo de cómo me había dado esa daga llegó a mí cabeza. Fue una noche en la que estábamos practicando en la cubierta. Habíamos parado para un descanso y entonces ella se me acercó y me entregó la daga envuelta en un pañuelo viejo. Lo primero que había dicho al verla fue:

"¿Sabes que podría matarte, cierto?"

Pero en lugar de sorprenderse o asustarse ella sonrió.

"Necesitas más que eso para matarme, mucho más"

Esa había sido su respuesta.

Después de eso habíamos continuado con normalidad nuestra rutina. Y nunca mencionamos nada sobre eso. Al siguiente día me aconsejó guardar el arma en un lugar poco visible así que la oculté dentro de mi bota derecha, ese había sido el único lugar donde no me incómoda o punzaba.

–Vamos linda–Normani tomó mi mano, arrastrándome con ella hacia dentro de la taberna.







Sueños de agua (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora