Epílogo

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Había pasado un mes desde que tuve ese sueño, un mes en donde realmente la había pasado mal. Ya no salía con mis amigos como solía hacerlo antes, ahora ellos me obligaban a salir de la cama porque yo ni siquiera quería levantarme. Lo único que quería hacer era dormir profundamente y no despertar. Tenía la esperanza de algún día volver a soñar con la castaña, mi Camila. Pero cómo les explicaba a mis amigos que me había enamorado de alguien que no existía y de la cual había soñado. Probablemente no lo entenderían. Mi familia no estaba enterada de todo esto, no quería preocuparlos y hacerlos venir desde muy lejos. Además ellos tenían cosas que hacer.

Y yo tenía que seguir con mi vida...

Tenía que hacerlo apesar de sentir un gran vacío dentro de mí.

¿Se podía estar tan mal por un sueño?. Definitivamente.

Suspiré pesadamente. Me encontraba en el trabajo donde me distraía un poco de todo aquello al estar ocupada pero hoy especialmente no estaba funcionando del todo bien. Sentía unas ganas terribles de llorar porque aunque no había sido real la muerte de Camila seguía doliendo como una, además el sueño había sido muy real para mí. Continué limpiando estantes y acomodando libros conteniendo las lágrimas que amenazaban en salir. Fallé miserablemente al cabo de un tiempo.

La extrañaba tanto.

-¿Lauren?-dijeron mi nombre a mis espaldas-Escuché que alguien lloraba y pensé que podrías ser tú.

Miré al hombre encargado de la biblioteca, en su rostro pude ver como se reflejaba la preocupación y algo de pena.

-Hace varias semanas que te noto mal, deberías ir a casa y descansar. Tómate unos días.

-Pero... -intenté decir pero el rápidamente me cortó.

-Tómate unos días, Lauren. Los necesitas, ahora vete a casa linda.

-Si señor-terminé por aceptar.

Limpié mi rostro yendo por mis cosas y cuando estaba por salir del lugar me pareció ver a una chica rubia en una de las mesas leyendo un libro. La miré fijamente por unos segundos, podría jurar que aquella chica era igual a Dinah pero eso sería una locura. Sacudí mi cabeza desechando ese pensamiento, tal vez si necesitaba esos días libres.

¿Pero que iba a hacer ahora si el trabajo era lo único que me mantenía distraída?.

Era obvio que tenía que encontrar otras cosas que hacer para mantener mi mente ocupada o terminaría por volverme loca.

Salí de la biblioteca comenzando así mi camino hacia mi departamento. Iba despacio sin querer realmente llegar a casa, que sentido tenía hacerlo tan rápido si nadie me estaba esperando. De repente recordé las palabras que Camila me había dicho.

"Lauren... quiero que te quedes conmigo. Después de que toda esta mierda termine quiero que estés a mi lado. Quiero tener un hogar y saber que alguien me está esperando... y quiero que ese alguien seas tú".

Apreté mis manos en un puño y mordí mi labio inferior evitando llorar en la calle en medio de las personas que caminaban por allí. Respiré profundo y continué con mi caminata deseando ahora si estar en mi casa, más específicamente en mi cama para poder llorar tranquila. Con pasos rápidos pasé por una panadería donde un gran estruendo llamó mi atención y de la tienda salió un gran perro con un trozo de pan en su hocico.

-¡Maldito animal!-gritó un hombre saliendo del local solo para ver al can alejándose.

No le di importancia y seguí con mi camino. Unas cuantas calles más tarde terminé encontrándome con el mismo perro que antes había visto salir de la panadería. Él estaba echado en la acera mientras se terminaba de comer el trozo de pan que había robado. Esta vez le presté más atención, analizando con detenimiento su estado y me sorprendió ver lo grande que era aunque me dolió ver que tenía una gran cicatriz que iba desde su ojo hasta un poco más atrás de su cabeza. Sonreí con tristeza por lo que me recordaba, era algo extraño. Me acerqué al animal con movimientos lentos, toda mi vida me habían gustado los animales por lo que no tenía miedo de estar cerca solo necesitaba tener cuidado con no asustarlo para no provocarlo. Sin embargo estaba el hecho de que no sabía si el animal era bravo y podría estar arriesgándome a salir lastimada por este. Cuando estuve a una distancia que pensé que era prudente me agaché para mirarlo mejor. El perro solo soltó un gruñido mas no hizo nada que indicara que estaba a punto de atacar o algo. Por alguna extraña razón su gruñido no me asustó, al contrario hizo que me acercara todavía más.

Sueños de agua (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora