Capítulo 34

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Tambaleándonos nos dirigimos al barco con Dinah y Normani siguiéndonos detrás. Estaba de más decir que las tres mujeres que me acompañaban iban lo suficientemente borrachas como para necesitar ayuda para andar, pero yo solo podía cargar con Camila. Las dos chicas se las estaban arreglando de alguna manera para poder seguirnos el paso aunque claro que de vez en cuando les echaba una rápida mirada para asegurarme de que todo estuviera bien. No dejaba de pensar que por alguna extraña razón yo era la única que a pesar de haber tomado no me encontraba bajo los efectos del alcohol y eso me dejaba muy confundida.

–Vamos Camila, ayúdame un poco–dije cuando ella dejó de arrastrar los pies, dejándose llevar por mí.

En vez de responder se acercó inclinándose sobre mi cuello para comenzar a dar un par de torpes besos allí. Me removí intentando apartarla aunque mentiría si dijera que eso no se sentía bien. Luchando contra lo que estaba sintiendo logré alejar a la castaña haciendo que me mirara por unos segundos luego dejó caer su cabeza.

–Camz, cariño, no te duermas.

Ante lo que había dicho sus ojos rápidamente se posaron de nuevo en mí, con una gran sonrisa en su rostro. 

–Me llamaste cariño... –dijo mientras arrastraba las palabras, se giró de forma brusca casi haciéndonos caer y se dirigió a Dinah y Normani–¿Escucharon eso?, ella me llamó cariño. Creo que le pediré que sea mi novia.

Riendo negué divertida.

¿No lo eramos ya de todos modos?.

Definitivamente esta Camila borracha era adorable, un poco torpe pero adorable al fin.

Las chicas rieron y comenzaron a decir cosas sin sentido, así fue todo el camino hasta que por fin pudimos llegar al red. Los mismo hombres que había visto la primera vez estaban ahí, cuidando de él. Pasamos de ellos subiendo a la embarcación con algo de dificultad debido a sus estados. Apreté más mi agarre en la cintura de la castaña deseando llegar lo más pronto posible a su camarote. Me percaté de que nuestras amigas se desviaron hacia la escotilla que llevaba a los camarotes de la tripulación y agradecí internamente por eso, un problema menos del que me debía ocupar.

Llevé a Camila hasta su habitación, después de cerrar la puerta la guíe a su cama depositandola en ella con cuidado. La castaña no opuso resistencia lo que hizo mi trabajo un poco más fácil. Procedí a quitarle la ropa para que pudiera dormir más cómoda, cuando estaba bajando sus pantalones ella comenzó a moverse.

–¿Hey qué haces?–preguntó en voz baja.

–Solo cierra tus ojos y descansa–contesté de igual manera.

Volví a tirar de sus pantalones quitandolos por completo esta vez. Caminé a su escritorio dejando allí su ropa. Quite la mía también dejandola con la suya.

–Maldición–escuché a mis espaldas.

Giré lentamente notando que ahora la castaña estaba acostada de medio lado en la cama, probablemente había querido levantarse pero terminó cayendo en esa posición. Levanté una ceja viéndola fijamente.

–Eres muy guapa–habló sin dejar de arrastrar sus palabras.

Sonreí por eso, caminando hacia ella. Subí a la cama y la arrastré conmigo, abrazándola contra mi cuerpo. Casi de inmediato sus manos aferraron a mi cintura, escondiendo su cabeza en el espacio de mi cuello. Por un momento lo único que sentí fue su respiración chocar con mi piel entonces supuse que se había quedado dormida pero me sorprendió cuando habló.

–Eres como una maldita sirena–se acurrucó todavía más–Preciosa.

No volvió a decir nada durante los siguientes minutos, confirmándome que ahora sí se había dormido. Me aparté un poco solo para ver su tranquila expresión mientras dormía, sin poder evitarlo dejé un beso en su cabeza y me acomodé como estabamos antes, con ella escondida entre mi cuello. Luego de eso no me tomó mucho tiempo para quedarme dormida también.

Sueños de agua (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora