Capítulo 35

5.1K 438 64
                                    

Había oscurecido, me encontraba ahora en la cubierta mirando la luna reflejada en el mar mientras mi mano subía y bajaba en la espalda de Camila en un intento de tranquilizarla. Ella seguía molesta por la pequeña discusión que tuvo con Dinah en la mañana. En todo el tiempo que llevaba con ellas jamás las había visto pelear así y no me gustaba el hecho de que yo tenía algo que ver con eso, me sentía mal al saber que las estaba separando de alguna manera.

–Es mi culpa que ustedes dos esten así–hablé en un susurro.

La castaña giró la cabeza mirándome sin entender.

–¿De qué hablas?. Fui yo la que dijo finalmente que nos tomaríamos un descanso, además lo necesitabamos. Todos estos años no hemos parado, nos vendría bien de todas maneras–contestó regalándome una sonrisa.

–Pero aún así...

–Hey calma, lo arreglaremos pronto–dijo tomando mi rostro entre sus manos.

Asentí con una pequeña sonrisa en mis labios, sintiéndome un poco mejor con su respuesta. Entonces sin poder evitarlo y como de costumbre miré su boca y de pronto ya estaba inclinándome hacia ella para poder alcanzarla. La besé lentamente, al principio solo fue un leve rocé pero conforme iban pasando los segundos la temperatura aumentaba. Me separé de ella abriendo mis ojos, que hasta este momento habían permanecido cerrados, y la miré. Sus mejillas sonrojadas mientras me veía con ese brillo tan especial. La atraje a mi cuerpo en un fuerte abrazo, sus manos inmediatamente viajaron a mi cuello, rodeándolo con ellas. Apoyé mi barbilla sobre su cabeza, simplemente disfrutando de la calidez.

–¿Quiéres bailar?–solté después de un rato.

–¿Bailar?.

Me alejé de ella tendiéndole la mano en señal de invitación a la vez que le regalaba mi mejor sonrisa.

–Sí. Digo por qué no–me encogí de hombros.

Camila rio levemente negando con la cabeza, alargó su brazo colocando su mano sobre la mía. Eso me hizo sonreír aún más. La atraje nuevamente hacia mí, dejando nuestros cuerpos muy cerca el uno del otro. Una de mis manos bajó hasta su cintura mientras que la otra se quedó sosteniendo su mano.

–¿Bailar sin música?–preguntó con diversión.

–Solo deja todo a la imaginación.

Y sin más comenzamos a movernos por toda la cubierta al compas de una canción imaginaría. Aunque después me pareció escuchar música pero descarté ese pensamiento, lo más probable era que solo estuviera recordando. Bailamos hasta que nuestros pies no dieron más, terminando cansadas sobre el piso de madera del barco. Estábamos acostadas sobre nuestras espaldas mirando el cielo invadido de estrellas.

–Eso estuvo bien–dijo en voz baja.

Incluso sin mirarla supe que tenía una sonrisa en su rostro.

–Bueno quitando el hecho de que me pisabas cada minuto podría decir que sí, estuvo bien–me burlé.

–Eres idiota–contestó riendo, golpeando luego uno de mis brazos.

Fue mi turno de reír, la tomé rápidamente tirando de su cuerpo para dejarlo justo encima del mío. Mis manos sobre su cintura mientras que ella dejó las suyas sobre mi pecho. Levantó la cabeza conectando nuestros ojos un momento pero no dijo nada, se mantuvo en silencio, solo observando. Subí mi brazo para acariciar su rostro con mis nudillos, adorando como inclinaba su cabeza para buscar más contacto.

–Eres hermosa.

Su respuesta ante mis palabras fue esconder su cara entre el hueco de mi cuello causándome cosquillas en el proceso. Nos quedamos así por unos minutos, se sentía bien estar con ella de esta forma. Era muy tranquilo, como si no hubiera nada más en el mundo.

Sueños de agua (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora