Capítulo 2

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Comencé a abrir lentamente mis ojos, sentía que la cabeza me estaba matando así como mi espalda. Con la visión borrosa todavía, miré alrededor para saber bien donde estaba. Vi los mismo retratos que había visto antes cuando la chica morena me llevó con esa castaña, así que supuse que me encontraba en la misma habitación. Con algo de dificultad me levanté, quedando sentada en la cama. Noté que ya no tenía mis manos atadas y me froté las muñecas por la sensación que había dejado la cuerda. Luego recordé los dedos de la chica rubia entonces me acaricié el brazo, mirando como comenzaba a formarse una marca morada.

Probando suerte intenté ponerme de pie y afortunadamente mis piernas no cedieron como lo habían hecho la última vez. Aproveché que nadie me estaba viendo para caminar hacia la puerta, necesitaba salir pronto antes de que esta gente loca me hiciera algo.

En mi cabeza la palabra esclava se repetía una y otra vez, como si eso llegara a pasar. No sería la maldita esclava de nadie. Escaparía de aquí a como diera lugar.

Estaba por empujar la puerta cuando escuché que alguien se aclaró la garganta a mis espaldas. Me paralicé, sintiendo un escalofrío recorrer todo mi cuerpo. Deslicé mis manos temblorosas por la madera y lentamente comencé a darme la vuelta. Mis ojos se toparon con unos castaños muy llamativos y sin duda misteriosos.

¡¿Cómo diablos no la había visto?!

–¿A dónde crees que vas?–habló con voz dura–Pensé que te había quedado claro que serías mi esclava.

Abrí mi boca sólo para volver a cerrarla, no podía pensar con claridad. Ella de cierta forma me intimidaba, tal vez era por como me miraba con su ceja levantada o como cruzaba los brazos mientras movía sus dedos con impaciencia.

Mis ojos se agrandaron al ver que la chica dejaba su lugar detrás del escritorio y caminaba en mi dirección. Se detuvo frente a mí dejando muy poco espacio entre ambas y dando un fuerte golpe a la puerta colocó su mano cerca de mi cabeza, acorralandome.

–¡Responde!–casi gritó, frunciendo su ceño–¿Planeabas escaparte?–preguntó mirándome fijamente.

Negué con la cabeza un poco asustada, aunque la mujer se veía como alguien frágil podría decir que era algo ruda. Entonces entendí tres cosas:

La primera, ahora entendía el por qué de la reacción de ese hombre cuando ella lo acorraló, porque era justo lo que estaba haciendo conmigo.

La segunda, el dicho de no juzgar a un libro por su portada era cierto.

Y la tercera, ella era jodidamente sexy.

No pude evitar moder mi labio con mi último pensamiento. Si no estuvieramos en esta situación tan confusa realmente intentaría algo con ella.

–Lo repetiré otra vez, ahora eres mi esclava. Si intentas escapar de nuevo no dudaré en matarte–el dedo índice de su mano libre comenzó a subir desde mis pechos cubiertos sólo por mi ropa interior hasta mi mentón, levantándolo un poco–Recuérdalo–susurró ahora cerca de mi oído.

Tragué grueso por su amenaza.

¿Intentaría matarme de verdad si no obedecía sus ordenes?.

Pensar en esa posibilidad me aterraba y no estaba dispuesta a descubrir que tan ciertas eran sus palabras. Se alejó de mí dando una última mirada, luego me apartó bruscamente de la puerta haciendo que retrocediera y cayera en la cama.

–¡Hey Normani!–gritó cuando abrió la puerta.

De inmediato la chica morena de antes apareció frente a ella.

–¿Qué pasa Capitana?–preguntó con voz firme pero en sus labios se notaba como escondía una pequeña sonrisa.

–Quiero que le dés algo de ropa a esta mujer, después de eso ponla a limpiar la cubierta–ordenó.

Sueños de agua (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora