Capítulo 32

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Al llegar noté que el barco de Camila se encontraba más alejado del resto y un grupo de hombres lo custodiaba. La castaña se acercó a ellos quienes la recibieron con una gran sonrisa y comenzaron a hablar. Me quedé un poco más atrás prestando atención a mi alrededor o más bien a la embarcación atracada. Observé que al costado esta tenía las palabras Red Blood of Revenge talladas sobre la madera y recordé que ese era su nombre. Me dediqué a mirar el barco unos minutos más pensando que en él había iniciado toda esta locura. Una sensación extraña me invadió ante el recuerdo de todo lo que había tenido que pasar.

–Listo, vamos.

Giré rápidamente al escuchar la voz de la castaña detrás de mí, ahí estaba ella extendiendo su mano para que la tomara. Lentamente la tomé, cuando sus dedos se entrelazaron con los míos comenzó a caminar en dirección hacia el barco.

–¿Qué estabas hablando con esos hombres?–pregunté con curiosidad.

Ella que caminaba frente a mí volteó su cabeza y me miró por encima de su hombro con una sonrisa en sus labios.

–Solo quería saludarlos y asegurarme que se quedarían toda la noche–contestó.

–¿Quedarse? ¿Hay algún problema?.

–Ninguno–negó moviendo la cabeza–Pero en este lugar nunca se sabe lo que puede pasar y menos por la noche–terminó encogiéndose de hombros.

Continuamos avanzando hasta que llegamos a una rampa de madera y subimos por ella. Una vez que estuvimos en la embarcación Camila, que hasta ese momento no había soltado mi mano, me guió a su camarote. Abrió la puerta para mí, agradecí el gesto y pasé seguida por ella. Sin poder evitarlo paseé mi mirada por el lugar trayendo después varios recuerdos a mi mente.

Todo era tan extraño ahora.

–Ven vamos a dormir–habló la castaña–Supongo que debes de estar cansada.

Asentí dejándome llevar por ella una vez más. Me senté en la cama para luego recostarme, cerrando los ojos. Sentí como Camila se movía por el lugar y el sonido de sus botas cayendo me hicieron suponer que se estaba quitando la ropa para dormir. Probablemente yo debería estar haciendo lo mismo pero en verdad estaba muy cómoda en su cama que no tenía ninguna intención de moverme.

–¿Quieres que te ayude con la ropa?–preguntó después de un rato en el que seguramente me había estado mirando.

Y sonreí aún sin abrir mis ojos, me gustaba como sonaba esa propuesta.

–Claro–fue lo que dije.

Al no notar nada pensé que tal vez se había arrepentido pero me sorprendió sentir como se sentaba sobre mis piernas con las suyas a cada lado de mi cuerpo. Colocó sus manos sobre mi estómago y comenzó a subirlas lentamente. Llegó a mis pechos donde dió un ligero apretón, tuve que morder mi labio para evitar gemir. Luego de eso sus manos viajaron a los botones de mi blusa, desabrochando uno por uno y repartió besos en la ahora expuesta piel de mi estómago.

–¿Camila qué estás haciendo?–pregunté soltando una risita ya que su acción me causaba cosquillas.

Me apoyé sobre mis codos para poder mirarla, ella se apartó un poco de mí regalándome una hermosa sonrisa.

–Tú solo relájate–dijo tirándome hacia atrás suavemente con una de sus manos.

Se posicionó sobre mi cuerpo, bajando su cabeza para unir nuestros labios. Nuestras lenguas se entrelazaron y dejé que Camila dominara en el beso, me gustaba este lado de ella. Rodeé su cuello con mis brazos trayéndola más cerca, queriendo todavía más de ella. Mientras nos besábamos una de sus manos bajó adentrándose en mi pantalón llegando hasta mi entrepierna. Por instinto levanté las caderas tratando de buscar más contacto pero lo único que gané fue una leve risa contra mi boca por parte de la castaña. Se separó no sin antes dejar un cortó y rápido beso en mis labios, mirándome con sus brillantes ojos.

Sueños de agua (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora