3. ¿Quién está en la puerta?

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Esta semana me he portado relativamente bien, pretendo evitar la "ayuda" lo más posible, evito decir la palabra deseo y quiero y escogí una secundaria, no me he resignado a perder a Carlos pero sé que es algo inevitable, por lo que aprovecho nuestros últimos días como compañeros del salón hablo más con él y ya conseguí un sacapuntas "jeje" estudio matemáticas para que el me pida ayuda y poder ayudarlo, y ya no molesto tanto a mi hermano, es que siempre le decía cara-chueca, es cinta amarilla en Tae Kwon Do, yo era verde pero lo deje hace dos años ahora toco la guitarra.

Es miércoles, y la invitación que recibí la semana pasada está guardada en uno de mis libros, no les dije a mis padres, no les daré el gusto, de cualquier manera estoy segura de que la broma no termina aquí, me estoy súper comportando para que si pasan el programa por televisión Carlos vea lo buena que soy y sobretodo que soy muy astuta y no pudieron engañarme.

—Nos puedes compartir el chiste Luisa— me dijo la maestra porque me reí.

—Lo siento miss—me disculpe y observe el pizarrón.

Últimamente Fabián habla mucho conmigo, me acompaña a mi casa y ya me invito a comer en dos ocasiones, siempre le invento un pretexto pero él es muy agradable conmigo y me siento un poco comprometida con él, de hecho hasta ciento que debo invitarlo a comer pero primer le diré a mamá.

—Te sientes bien—dé dijo Fabián—te ves un poco pálida.

De hecho no me siento bien, siento que tengo algo en el pecho que me impide respirar con normalidad, y ciento un temblor en el estómago.

—quieres que te acompañe a tu casa—siempre tan lindo.

—No es necesario, estoy bien, solo necesito comer algo.

—Toma—me dijo y me ofreció una manzana—come algo.

—Hiiiiiiiiiiiiiiiii—comenzaron a hacer bulla los del salón—son novio, son novios, son novios.

—No es cierto—dije y vi a Carlos que reía como el resto. —solo somos amigos.

—son novios, son novios, se besan sus bocas se pasan el chicle, son novios.

—Luisa y Fabián, sentados en un árbol besándose

—no es cierto—dije y me levante pero nadie se callaba.

—cuantos hijos tendrán

—Basta—estaba muy enojada, y a Carlos no le importaba.

—Silencio—dije y serré los puños —CÁLLENSE…

Grite y apreté los puños, con más fuerza, los cristales se estrellaron y se cayeron, los lentes de Ana y de Juan se estrellaron y la taza de la maestra se rajo.

El salón se sumió en un silencio siniestro, y todos me observaban como si fuese un monstruo, puse mis cosas en mi mochila y sin siquiera serrarla me dispuse a salir corriendo del salón.

Cuando pase la puerta una mano me detuvo y me hizo girar.

—No te preocupes, no pasa nada, —Fabián estaba ahí, después de que lo había negado, he ignorado y que había destrozado el salón, estaba conmigo. —vete y ten mucho cuidado, y Luisa no importa lo que pase siempre seré tu amigo.

—Gracias— titubee y Salí corriendo lo más rápido que pude, delante de mi estaban 2 hombres vestidos de negro pero no les preste atención y me fui lo más rápido que pude a mi casa.

Al acercarme a mi casa no fue necesario que abriera el portón pues esta se abrió a mi paso y al entrar se cerró, paso lo mismo con la puerta de la casa y la de mi habitación, la broma había excedido por mucho los limites, alguien pudo haber salido lastimado.

Luisa Hernández En El Bosque SagradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora