Capítulo 11: No es tuya

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Muy a pesar de las ganas que me empujaban a dejar secuestrada a Sophie, tuve que ser una chica responsable y dejarla en su casa, a pesar de que ya era mayor de edad, tenía que volver con su madre, y como no, con el bueno de su novio.
Gracia no me hacía ninguna, pero no tenía muchas más opciones en ese momento.
Cabe destacar, que si barajee opciones, entre ellas destacaban perder los billetes de vuelta, sobornarla para que se quedase en el hotel, dejarla atada a la cama, y pedirle permiso a su madre para quedármela aqui.

Mi hermano había dormido conmigo, ahora mismo se estaba acercando a mi todavía somnoliento, era realmente tierno.
Se le ponian los mofletes rojos, y sus pequeños ojos verdes estaban medio cerrados por el sueño, su pelo negro azabache despeinado, y venía con los brazos extendidos totalmente dispuesto a abrazarme.
Rectifico, a abrazarme y dormirse encima de mi.
- Pheobe, te quiero.- me decía costosamente con la voz pastosa.

- Mi pequeño terremoto, yo te amo.- susurré contra su cuello.

Hoy es Martes y tengo que ir a echarle gasolina al coche, desde que me desperté llevo toda la mañana pensando en Sophie, y solo Dios sabe cuánto me jode tener que ir esta noche a trabajar, cuando lo que yo necesito es ir a verla.
Me obsesioné con ella, tiene que ser una obsesión, sino no me explico cómo unos labios me hacen volver tantas veces a por un beso.

Fui a la gasolinera, deje a mi hermano durmiendo en casa, en el coche sonaban las típicas canciones de reggaeton que ponen por todas las emisoras.

Salgo del coche, y observo que cada día la gasolina está más cara, es impresionante, cualquier día la fábricaré yo, todo con tal de que no me arruinen.

- ¿Es divertido estar detrás de mí novia todo el jodido día?- escuchó una voz grave detrás de mi que me atraviesa por completo.

Con las manos temblorosas me dispongo a encarar al payaso que me levantó la voz.

- Exactamente tu quién coño te crees para hablarme asi?- digo de manera chulesca, quiero que palpe la prepotencia en mi voz.

Lógicamente ya sabía quién era, pero él no sabía ese detallito.
El no sabía muchos detallitos.
Cómo por ejemplo que hago que su novia se corra y ría como una loca mientras el solo sabe matarla del aburrimiento.
Pero son pequeños detalles sin importancia.

- Yo, niñata soberbia, soy el novio de Sophie, soy el que está harto de que te la lleves cuando te plazca, de que le escribas, la llames, o la busques.
O como hace unos días hiciste, llevártela a la otra punta para hacer dios sabe que.- dijo totalmente fuera de control.

Aunque estaba asustada, y enfadada, yo era una persona racional que sabía mantener una conversación sin insultar, gritar, o amenazar.
Intentar convencerme de ello, probablemente ayudaría a no hacer cualquier de las opciones anteriores.

- Ella es mi mejor amiga, me la llevo hasta Cancún si me da la gana, la llamo, y si se tercia, hago videollamadas con ella.
Me parece maravilloso que seas su novio, pero no cruces la línea.- concluí con una mirada desafiante.

- ¿ Me estás vacilando? Qué huevos tienes para lo pequeña que eres.
La que no tiene que cruzar ninguna línea eres tú. Tenlo más que claro.
Sophie es completamente mía.-

- Fin de la entretenida discursión.- me acerque a su oído con una tranquilidad inexistente, y susurré muy lentamente - Ella no es tuya.-

Y ahí, solo ahí, una vez dejadas claras las cosas, me fui a subir al coche mientras el escupía una retaila de improperios que yo honestamente, pasaba de escuchar.

Subi, y con todo el enfado que guardaba en mi interior, aceleré con todas mis ganas.
No podía pensar con claridad, ese tío era un idiota, y yo a Sophie ya me la había comido de mil formas, y él me venía con el cuento de qué ella era suya.
Y una mierda.

La velocidad de mi coche subía por segundos, necesitaba sentir esa adrenalina.

Un coche se me cruzó de golpe, y no pude frenar.
Segundos después del choque todo se volvió negro para mí.

De fondo escuchaba ruido, y la voz de mi mamá, todo era casi inaudible, pero lograba distinguir las voces y el sonido inconfundible de una ambulancia.
No sé cuánto tiempo pasó, pero sentí como una mano me acariciaba, era una mano caliente, no podía moverme pero podía sentir su tacto.

- Despierta, porfavor despierta- era la voz de mi madre, sonaba desesperada.

- Crees que nos escuche?- esa voz era la de Sophie. Mi Sophie.

- No lo sé, solo necesito que despierte, Pheobe es mi vida entera.- oía llorar a mi madre, pero no podía hacer nada para remediarlo.

- No me odie por lo que voy a decirle, pero yo también necesito a su hija. La necesito hasta cuándo me hago creer  a mí misma que no.-

Deje de escuchar voces, ahora solo había paz.

Para otra vida ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora