Capitulo 17: Soy tuya, pequeña.

467 40 2
                                    


PHEOBE

Habían pasado algunos días después de toda la trifulca, habíamos denunciado el caso, llamado a nuestras madres para avisarles de que todo estaba bien, y se respiraba paz momentánea, ya que Alex el neurótico no había vuelto a dar señales de vida desde que lo apuntamos con la pistola. Y a pesar de que todo parecía en calma...¿Sabéis esa sensación cuando todo está llendo bien, pero hay una pequeña alarma dentro de ti, que te dice «Cuidado, problemas»?. Pues esa maravillosa sensación tengo yo. Intento cerrar cabos por todos sitios, intento controlar absolutamente todo, para que nada se escape de mi control. Y esto Sophie lo nota muy bien.

-Me he enamorado de una obsesa del control. Para de maquinar ideas, y relájate, estoy bien, todo ha acabado Pheobe- decía segura.

No se me pasa por alto su frase de «Me he enamorado».

-Tiempo al tiempo, no me voy a relajar hasta que vea a ese animal encerrado.- respondí intentando sonar firme.

Derek nos miraba con confusión, estoy segura de que este hombre tenía que alucinar con nosotras. Sophie y yo nunca estábamos de acuerdo en absolutamente nada. Ella ama los días soleados, y para mí un día perfecto es en el sofá viendo una película mientras llueve sin parar y se escuchan truenos. Y entre otras, ella es muy segura de todo, mientras que yo veo fantasmas hasta donde no los hay. No me fío de nadie, más que de ella, de mi madre y mi hermano. No me fío ni de mi misma.
Por que me enamoré hasta la médula sin pensar en mis sentimientos, en lo que podía conllevar amar así a alguien. Me lancé al vacío sin mirar.

-Volveremos a España mañana, hoy pasaremos el día aquí, y mañana cogemos el vuelo de las 8 AM.- murmuraba Derek mientras ojeaba el calendario.

-A propósito, gracias por estar con Pheobe esta semana, por apoyarla, por llevarla al apartamento donde vivía con el psicópata de Álex... Por todo, gracias Derek.- espetaba de golpe Sophie.

Me alegraba que se llevasen bien, aunque ella todavía no me había preguntado si teníamos algo yo y el chico de su derecha. Supongo que era algo que teníamos que hablar y aclarar, cuando llegásemos a España y estuviese todo más calmado.

-Un café con leche y hielo, una cerveza, y un colacao.- recitaba el pedido mientras miraba a Sophie hablar con Derek en la mesa del bar.

Era un bar de estos que sientes comodidad nada más entrar, un bar con un toque hogareño.
Todo era madera bonita, había un futbolín, algunas luces de colores al fondo donde unas dianas para jugar. La barra era enorme, limpia, y con un toque de olor a madera, en vez de a bebida.

-...y ahora mi único problema es tratar de superar lo de mi pequeño invasor, que ya no está aquí. Pero con ayuda psicológica un par de meses y con cariño, lo superaré rápido.- hablaba optimista.

-Ya he llegado con el pedido, señoritas-digo riendo mientras veo a Derek enviarme una mirada asesina.

Pero sé que le ha hecho gracia. A mí no me engaña con sus miraditas.

-Bueno, entre vosotros ha habido algo más que amistad?- sonreía Sophie en un intento fallido de sonar despreocupada.

Se podía palpar la tensión en el ambiente.

Honestamente, estaba por pedirle al camarero unas tijeras y cortar un poco el aire.

-Si ha habido algo, solo una noche.- respondia nervioso Derek. -...mejor dicho una mañana.- terminó de arreglarlo.

Yo seguía inmutada, escuchando la conversación entre ambos, sin saber cómo meterme en ella, o que decir.
Ya que, ella y yo no éramos pareja, y ella estaba con el loco de su novio.
Pero tampoco me veía con la libertad de decirle tal cosa, ya que entre ella y yo siempre ha habido ese «algo».
Siempre hemos sido nada, y a la vez, lo hemos sido, y somos todo.

Para otra vida ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora