2-La furia

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— ¿Así que, te dejaras morir? —. Insistió el extraño.

Un gruñido fue la respuesta del prisionero, el pan y el vino (o agua, no lo sabía) habían sido olvidados de momento, encadenado contra la pared miro aquella sonrisa sibilina que buscaba algo de él. No cualquiera iba como sin más para encontrarse con el paria del castillo.

—Pierdes tu tiempo, vete de aquí—. En otro momento hubiese sido un comentario sañoso, agresivo, pero ahora era un gruñido suave y débil, se notaba que estaba agotado con solo verlo.

—Ja... —. Su mofa hizo eco en el silencio sepulcral del pasillo—Mírate nada mas, que tierno, te mueres de hambre pero aun tienes fuerzas para pelear... —.

Silencio.

—Si no lo quieres, me lo voy a comer en tu cara —.

Frunció el ceño, ¿pero quién se creía ese tipo?

— Cómetelo  —. No quería comerse nada de lo que viniese de ese castillo.

—Ah, excelente, mira que está recién horneado y tiene un poco de mantequilla—. Como una tortura, desenvolvió el alimento de su envoltorio, y como súcubo sin escrúpulos el aroma se esparcía por el pasillo y por todo su calabozo. Se acomodo más cerca de los barrotes y lo devoro con tortuosa lentitud.

Que hijo de su… no quiso darle más importancia, los sólidos no eran un problema, estaba acostumbrado a no llevar bocado en días durante misiones, pero ahora su crisis residía en el agua. La nieve por ahora no era una opción, apenas y se sentía el frio ahí abajo.

—Hmmm— un regocijo casi felino— ¿Sabes que sabe bien con esto? un trago de agua —.una cantimplora en la cintura era la traidora, la agito ahora enfrente suyo, como el agua del edén. — ¿De verdad ni agua quieres? ¿Te dejaras morir de manera tan patética? —.

De nuevo no hubo respuestas, solo silencio.

—Esa furia en tu mirada…no debería de morir de tal forma—Fue la confesión de Surt a Sigmund; el traidor.

El comienzo [ Sigmund x Surt ] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora