9-Corazón

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La situación había empeorado, los días de calma se habían agotado en un abrir y cerrar de ojos. El clima social lo había advertido. No solo por la situación decadente en Asgard, si no por la repentina y abrupta llegada de los santos de Athena. Eso había sido un llamado de atención que no iba a dejar pasar por alto.

Los rumores de un enfrentamiento no eran necesarios, aquello iba a pasar si o sí desde que el santo de Athena, El Cisne, si no se equivocaba; había sido torturado en las celdas del castillo. Tales acciones, solo habían dilatado lo que inminentemente sucedería en algún momento. Hilda los obligaría a atacar.

Que sucediese más tarde o más temprano ya no le sorprendía.

Lo que si lo tomó por sorpresa fue aquel pensamiento. Corrió solo por una pulsada, como una idea ajena en su mente, algo desfigurada y tal vez un poco maniatada. Pensó como la misma Hilda por unos segundos y la conclusión lo llevó a la ruta violenta.

En su intrépida carrera a los calabozos donde se hallaba Sigmund, sus botas casi lo hacen resbalar de boca contra los escalones, esperando que solo fuese una idea retorcida suya sobre el proceder de los demás.  Pero tenía motivos para creer que sucedería.

Se halló arrinconado en lo oscuro de una esquina. Escuchando atento el rosario de gemidos dolorosos que provenían del sitio. No tenía que ser un experto para adivinar de quién se trataba, y menos de que se trataba. Las risas, el golpe seco de los puños, las botas, y el jadeo apresurado.

Habían optado por torturarlo a golpes. Reafirmando la mentira que la reina poseída les había hecho creer; Que Sigmund era un traidor.

Solo a los espías, y a los traidores se les trataba de aquel modo.

No tuvo estómago, para irse de ahí, lo retuvo el hecho de que necesitaba presenciar el acto de anarquía con sus propios ojos. Le tomó unos segundos concebir el hecho de que Andreas entraba a trompicones al pasillo, corriendo a gritos a los guardias, que no temieron en insultarlo y quien sabe que más. Al final, estos se habían ido. Y solo se escuchó los susurros preocupados del mismo.

No tuvo corazón, para asomarse y servir de consuelo.

Hace años que no tenía corazón.

El comienzo [ Sigmund x Surt ] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora