5- Verdad

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No llevaba la cuenta de cuántos días pasaban, pero no tenía esperanzas de que el pelirrojo volviese por ahí, así que precavido escondió el resto del pan (que casi ni había tocado) y cambio su posición, antes miraba hacia las barras y el pasillo vacío, ahora le daba la espalda a todo lo que pasase por ahí. Se la pasaba el día dormitando, era una manera de reservar energías y de evitar mantener contacto con cualquier visita indeseada.

Un silbido inundó la celda mientras se acercaban de nuevo esos pasos suaves y ligeros.

— ¿Bello durmiente? —. Se asomaba de nuevo Surt y se sentaba al borde de los barrotes, sentía su mirada, clavada en su espalda, y no tenía que verlo para asegurarse que sonreía con esa particularidad suya. Un frufrú familiar del roce que las ropas producían; era el saco de donde seguramente traía algo más, sin embargo no volteo a verlo, ni abrió los ojos. —Escuche que no has comido nada de lo que trae el Médico, es una pena —.

—Escuché que tenías buen trasero —. Los rumores corrían rápido.

Un bufido que seguro dibujaba otra sonrisa, de naturaleza diferente a las otras delató lo bien atajado del comentario.

—También que las mujeres aquí solo usan vestido, eso es una pena también —. Continúo Sigmund.

—Bueno, eso dicen, cada quien a su opinión… ¿no? — Ahora Surt sacaba una cantimplora nueva con agua, y volvió a agitarla dejando que el sonido líquido de la felicidad asaltara el silencio que por unos minutos los invadió. —El pan duro no es tan rico como el pan fresco ¿sabes? —.

—Una opinión mas, una menos….—. Se giraba, no iba a comer, nada del doctor y menos nada de lo que él trajera, pero capto con ansias de nuevo la cantimplora— Eso sí se ve mejor.. —.

— ¿Comerás un poco? —. Buscaba ahora cuadrarse en el suelo de manera cómoda, insistiendo en la tentadora esencia líquida —Pero ya que estamos —.Se cruzaba de piernas, y relajaba la espalda contra los barrotes, girando un poco su tronco para poder observarlo— ¿Por qué no me cuentas realmente por qué estás aquí? No me creo nada de esa mentira que comentan en la corte —. afiló la mirada, detallándolo— No me creo nada de eso que de eres un “traidor” —.

—Quizás… —Ni un sí ni un no, hizo vagar su mirada por encima del pelirrojo, había oído hablar de él, nada bueno, nada malo, pero nunca lo había visto, no como ahora en sus últimos encuentros.

—Traidor—. Sigmund saboreo la palabra con acidez— ...me parece que es cierto cuando no haces o vas en contra de lo que dice alguien a quien sirves —. Divago un poco, sin ser muy concreto al respecto, no quería darle vueltas ahora— Ó lo que dejó de hacer —.

—No me salgas con vueltas —. Explica con las manos el otro, parecía que era normal hacerlo de ese modo— Ciertamente me parece que Hilda se traiciona a sí misma ahora…pero nadie señala eso, quiero saber exactamente qué fue lo que hiciste o dejaste de hacer, hechos concluyentes—. Punteo con gusto las vocales, quería los detalles jugosos, los que nadie más sabría.

— Deben culpar a alguien ¿verdad? Yo solo he estado en el lugar equivocado —. Guardó silencio, mientras se giraba para verlo por completo, dejando las inspecciones —Fui testigo de cómo es que Hilda recibió aquel anillo, fui en su ayuda y me atacó —. Sigmund llevó su mano a la costra que tenía en su rostro, un recuerdo doloroso. Al menos ya podía abrir su párpado.

Surt Guardó atención a la marca, que iba desde el ojo hasta su mejilla. Se notaba lo enrojecido al borde de la misma, tal vez un poco hinchada, aún.

— Así que así fue —. Se notaba lo complacido que estaba con afirmar que sus propias suposiciones eran de hecho confirmadas— Y ahora tu hermano da la cara por ti, seré sincero —. Parecía disfrutar de hacer más suspenso entre ellos— Es un excelente guerrero, pero si continúa como el perro faldero de..."Hilda"—. susurra— No creo que sobreviva mucho tiempo...—. Ahora que lo veía, la cicatriz le daba carácter.

— ¡Deja de cantar tus palabras! ¡No tengo paciencia para pensar que es un chiste! —Gruño Sigmund, acabándose ya su paciencia, claro que lo sabía, los guardias no hacían más que parlotear sobre ello. — ¡Cállate!, no lo conoces…..—.

— Ja… ¿te molesta mi tono? Tendrás que acostumbrarte por qu—.

Se levantó de golpe al oír un ruido proveniente de las escaleras, dispuesto a huir de su sitio, pero tal como un ciervo que se aseguraba que estaba todo en orden, se mantuvo estático unos pocos segundos hasta volver a su cómoda posición—Claro que lo conozco, lo veo siempre por ahí—.

Cuando este no era acosado por su asesino personal, De Megrez. Pero esa era harina de otro costal, así que la guardó para sí mismo.

—No me malinterpretes, no subestimo su poder…..me preocupa es el poder de Hilda sobre él—. Insistió Surt.

Al menos ahora Sigmund podía sentirse más calmado teniendo noticias de su hermano. Dejando de lado lo más que podía la actual situación de Asgard, sabiendo que Siegfried estaba bien, y dejando en claro su gran potencial como guerrero. Le daría un buen motivo para dormir esta noche más confortable, dentro de los estándares del piso sólido e incomodo de la celda.

Pero dudaba que la lealtad ciega hacia Hilda le trajese algo bueno.

El comienzo [ Sigmund x Surt ] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora