Abriste los ojos
y el sol guardó su pincel
porque tú pintas el paisaje
mejor que él.Diciembre se convirtió en Enero y las cosas transcurrían normalmente.
Bill tarareaba la canción mientras la disfruraba. Era una de sus favoritas, una de las que, según su concepto de estética musical, atravesaba por debajo de tu piel y podías sentir las letras con su majestuosidad en ti.
Como todas las mañanas, se bañaba a las cinco de la madrugada, sin quejas, adorando lo que hacía.
Bill, apenas entrando a cuarto semestre de preparatoria supo que quería ser militar. Y enos aquí, levantándose cada mañana para dar lo mejor de él, sintiéndose orgulloso por su nación.
Hace ya tres años había comenzado a estudiar aquella carrera, pero estaba feliz. Quizás un poco cansado, pero demasiado contento. Y su pasión por lo que lograría muy pronto, le hacía llevar el cansacio con calma.
Era una de las personas que podía asegurar que amaba a lo que se dedicaba.
Era una persona muy, muy disciplinada. Era el mejor de su generación en todos los ámbitos. Pero en definitiva, dentro de la escuela era una persona y cuando volvía a casa los fines de semana permitidos, cambiaba totalmente al estar con su hermano, eran un par inseparable y con ocurrencias tremendas.
En algún fin de semana, Tom, un amigo muy cercano de Bill, le había invitado a asistir a una fiesta, pues sabía lo estresado que a veces el rubio se podía llegar a sentir. Y además le gustaba ver a su amigo de vez en cuando.
Y Bill aceptó, asistiendo con su hermano.
Y en esa fiesta, conoció a otro Dipper. Alguien completamente diferente a quién había conocido el mes pasado.
Primeramente lo había visto de lejos, dudando en que si era ese mismo castaño de ojos cansados y personalidad tímida.
Y es que, sólo tomaba. Y tomaba. Y tomaba más.
—¿Dipper?
El castaño se paró en seco al escuchar su apodo. Estaba colado en una fiesta normal, común y corriente, cosa que hacía cuando sus padres salían de repente y volvían hasta el siguiente día en la noche, o hasta después.
Cosa que hacía para distraerse absolutamente todo, abusaba del alcohol, pero valía la pena. Al menos para él.
—Bill...
Aunque tomaba, y tomaba mucho, sabía controlarse. Lo había aprendido por las malas, sus padres alguna vez lo habían descubierto en ese estado y había sido lo peor. Se había jurado que no volvería a pasar, y así había sido.
—No esperaba... Encontrarte. Es todo.
Un ambiente incómodo se alojó entre ellos y Dipper suspiró profundamente.
—No suelo... Quiero decir, no suelo venir mucho a éstas cosas, ¿sabes? Pero cuando puedo, trato de aprovecharlo.
Bill asintió, ignorando el hecho de que Dipper no lo miraba.
—Me iré en un rato más, ¿tienes quién te lleve?
El castaño miró a su reloj en la mano izquierda y al ver la hora: tres cuarenta y siete de la mañana, aceptó el ofrecimiento.
—Si no tienes problema, estaría bien.
—Por supuesto.
Después de un viaje en silencio, el castaño sólo se despidió y bajó del auto del otro. Y entró a su casa, sin mirar atrás.
Y Bill se fue.
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Ojos Color Sol | Billdip
Short Story"La luna sale a caminar siguiendo tus pupilas, la noche brilla original después que tú la miras, ya nadie sabe ser feliz a costa del despojo, gracias a ti y a tus ojos." Historia basada en la canción Ojos Color Sol de Calle 13.