XII

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La luna sale a caminar,
siguiendo tus pupilas.
La noche brilla original
después que tú la miras.
Ya nadie sabe ser feliz
a costa del despojo.
Gracias a ti, y a tus ojos.

En la academia militar
enseñan medicina.
Y los banqueros ahora dan
viviendas y comida.
Ya nadie sabe ser feliz
a costa del despojo...

Bill conducía lo más rapido que podía, con los nervios a flor de piel, no podía ocultar la ansiedad que corría por sí mismo y trataba de ir con cuidado, pero le era imposible.

Quizá había tratado de mantener la calma pero dos días habían sido suficientes para acabar consigo mismo, no era capaz de prestar atención a sus clases y las pocas veces que podía, su mente comenzaba a rondar sobre Dipper, sobre Mabel, y no podía alejar esos pensamientos tan tortuosos.

Sabía que era su culpa. Después de un momento, se había percatado de la chaqueta amarilla que había dejado en casa de su pareja y nunca se había sentido más imbécil.

Temía por la vida del castaño.

Ahora más que nunca.

Después de dos horas de camino, Bill supo que tenía algo importante que hacer antes que todo. Y aunque le costara, aún sabiendo que Dipper estaba mal, tenía que, era su deber desde un principio y solamente había retrasado lo que sea que le pasara al castaño en ese momento.

Debía salvar a Dipper antes de que fuera tarde. Y sabía que aquel castaño no estaría completamente bien hasta que sus padres dejaran de ser y una amenaza para su vida.

Caminó hasta la comisaría de y los denunció, habló con aquel policía que empezó a tomar cartas en el asunto

Después de eso, se quedó un momento en el auto, antes de partir al hospital en el que se encontraba Dipper. Estaba pensando, es que, ¿se atrevía a verle en tal estado? Sabía que el menor estaba mal, y todo había sido su culpa.

Si tan solo no hubiera sido tan descuidado.

Miró sus manos, fijas en el volante, con intenciones de partir de la comisaría, y miró al frente.

Amaba a Dipper. Lo había decidido, había decidido a amar al castaño con los ojos más hermosos que haya visto jamás, y por su cuenta corría que el brillo del que carecían en ese momento, volvería a existir.

Llegó al hospital y bajó enseguida del automóvil, no podía esperar más.

Entró, y buscó a Mabel con la mirada en la sala de espera, encontrándola rápidamente.

—Mabel. —le llamó y la chica levantó la mirada ante la pronunciación de su nombre—. ¿Cómo está?

La chica corrió a los brazos de Bill, refugiándose en ellos.

—É-Él tuvo una contusión cerebral, Bill. —gimoteó contra el rubio—. Los golpes de nuestro padre... Él... Bill, está en una operación y tengo mucho miedo. No puedo... No me puedo sentir bien.

—Tranquila... —acarició el cabello de la Pines, con cuidado, consolándola—. Todo va a estar bien, Mabel. Dipper es fuerte y eso lo sabes bien.

La castaña asintió rápidamente y se alejó del Cipher. Ambos se sentaron en un par de bancas, esperando noticias sobre la misma persona que tanto amaban.

Y después de tres horas, la espera finalizó.

—Fue una operación complicada e hicimos todo lo que pudimos. —suspiró el doctor, y Mabel pensó lo peor—. Mason... Ha caído en un estado de coma.

Y el mundo se quebró ante la mirada del rubio.

Ojos Color Sol | BilldipDonde viven las historias. Descúbrelo ahora