XXII.

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Cerca de la medianoche, Louis se había dado un agradable baño caliente y se había rociado con el mejor perfume que tenía, además de maquillarse como no lo había hecho en su vida y ponerse un precioso y largo abrigo.

No llevaba nada más.

Se cepilló también el pelo hasta que brilló.
Cuando hubo terminado con todo eso, se metió en el auto y se dirigió hacia la casa de Harry.

Todas las luces estaban apagadas.

Aparcó delante del porche delantero, estaba seguro de que todos los chicos se habían ido porque era sábado.

Sonrió maliciosamente cuando pensó en lo que estaba dispuesto a hacer.

Las situaciones drásticas requieren mediadas drásticas, y nadie había estado antes más desesperado de lo que lo estaba Louis en ese momento, pensó.

Se dio cuenta de que la valla había sido pintada recientemente. El porche estaba bonito. pintado de blanco. Parecía diferente.

Además, también había unas sillas y una mesa blancas.

Hubo algunos ruidos en el interior de la casa cuando llamó. La puerta se abrió, Harry apareció entonces recortado contra la luz del interior.

¡Estaba totalmente desnudo!

Harry se puso bizco y lo miró como si se tratara de un sueño.

— ¿Lou?— preguntó.

La verdad era que el ojiazul también estaba tratando de reponerse del shock que le había producido el verle así...

Tuvo que hacer un verdadero esfuerzo para levantar la vista y mirarle a la cara.

— ¿Puedo entrar?

Harry se apartó y se pasó una mano por el pelo, limitándose a mirarlo. Louis entró entonces en el salón.

La impresión que recibió entonces fue casi tan grande como cuando vio a Harry.

El destrozado y viejo mobiliario había desaparecido y, en su lugar, la casa estaba amueblada con recios muebles de madera tapizados en colores crema y chocolate.

La moqueta marrónera espesa y las cortinas hacían juego con los tapizados. Para terminar de impresionarlo, la preciosa chimenea había sido arreglada y era tan bonita como Louis siempre había imaginado que podía llegar a ser.

— La casa ha quedado preciosa— le dijo entonces, forzándose a mirarle a la cara.

— ¿Qué estás haciendo aquí a estas horas de la noche?

Louis le miró de arriba abajo y se ruborizó.

— Recibiendo lecciones de anatomía.

Harry también miró hacia abajo y sonrió.

— Bueno, debías haber avisado antes.

— Supongo que sí.

—¿Quieres que me ponga algo de ropa o ya no te importa?

Louis le miró a los ojos.

Había esperado tanto... los nervios volvieron a asaltarlo.
Harry necesitaba un afeitado, pero tenía un aspecto tan masculino, que deseó acariciarle.

Louis se le acercó, observando cómo sus ojos se entornaban dubitativamente.

— Quiero... que vengas a la cama conmigo— logró decirle.

—Ya te dije esta tarde lo que pienso de eso.

—Ya lo sé.

Louis le tocó entonces el pecho y se dio cuenta de como Harry se estremecía. Le cogió las manos, pero Louis logró deslizar los dedos lentamente hacia abajo, con lo que el cuerpo de Harry se estremeció aún más.

—No lo hagas— murmuró Harry.

Era muy fácil. Más de lo que se había imaginado. Apretó su cuerpo contra el de Harry y le pasó la mano que le quedaba libre por el cuello para hacerle bajar la cabeza.

—Ayúdame— susurró entonces, juntando ambas bocas y besándole tiernamente.

Le encantó su inmediata respuesta. Sabía a whisky. Al principio fue un poco desagradable, pero el calor de su boca lo suavizó y Louis terminó por acostumbrarse al fuerte sabor.

Harry le cogió entonces por los hombros.
—Lou, no podemos... ¡Por Dios, tú eres virgen!

— Sí, tú vas a ser mi primer hombre.

Eso hizo que las manos de Harry temblaran. Louis se puso entonces de puntillas, rozando su cuerpo suavemente contra el de él, de forma que a Harry le sucedió algo completamente predecible y curioso.

Louis suspiró.
— Va a ser algo muy bonito— dijo Louis con los labios pegados a los de él. —La noche más hermosa.

Louis le dejó entonces para ir a cerrar la puerta. Cuando volvió a donde estaba le tendió los brazos. — ¿Te importaría llevarme?

Harry se inclinó entonces como si estuviera en trance y lo cogió en brazos. Louis apoyó la cabeza en su cuello, sintiendo el tremendo latir de la sangre allí, sintiendo también cómo su cuerpo se estremecía de deseo mientras lo llevaba al oscuro dormitorio y lo dejaba sobre la cama.

— Querido...

— Pon las manos aquí— le dijo Louis conduciendo sus manos hacia los botones del abrigo.

Harry murmuró algo y le temblaron los dedos mientras le desabrochaba el abrigo.

Louis se sentó, haciendo que éste se deslizara sobre su cuerpo y se volvió a tumbar.

Su cuerpo parecía pálido a la mortecina luz de la luna que se colaba por la ventana. Extendió los brazos.

— Ven aquí, querido— susurró.

Ni siquiera tenía miedo, le deseaba, quería tener un hijo suyo.

Por lo menos, esa noche se iba a asegurar de eso, si no podía lograr nada más.

Si Harry le rechazaba, le quedaría la esperanza, la pequeña esperanza de quedarse con una parte de él.

—Lou— dijo Harry tumbándose a su lado en la cama como un cordero que fuera al matadero.

—Tranquilo— murmuró el ojiazul, Louis tembló ligeramente cuando las manos de Harry le recorrieron desde los muslos hasta el pecho.

—Tienes miedo— dijo Harry entonces.

—Para mí, esto es muy misterioso a partir de ahora— le explicó Louis tranquilamente.
—Yo... yo conozco la mecánica del asunto, pero no sé lo que voy a sentir. ¿Sabes? Harry, ¿me va a doler mucho?

— No tenemos por qué hacerlo.

— Tengo que hacerlo. ¡Tengo que hacerlo!

— ¿Por qué?— le preguntó el rizado.

Las manos de Harry estaban como fascinadas con su cuerpo, y Louis se estiró como un gato cuando le acariciaron, encantado con esas muestras de cariño y sensibilidad.

— Quiero un niño— murmuró Louis. —Quiero un hijo tuyo

Keyframe [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora