III.

13.4K 1.7K 812
                                    

Miró entonces a través de los dedos.

El comprador estaba tratando de sentarse, y Harry estaba de pie cerca de él, fumándose el cigarrillo como si no hubiera pasado nada.

—¡Largo de mis tierras, hijo de...!— siguió una sarta de insultos mientras se inclinaba y cogía al hombre de la solapa obligándole a levantarse.

Le metió a empujones en el coche y cerró la puerta de golpe. Louis se quedó petrificado cuando el coche arrancó.

Se le quedó mirando durante un largo instante y entonces, con un suspiro, empezó a andar siguiendo el mismo camino que el coche.

—¿Dónde demonios crees que vas?— le preguntó Harry.

—Al pueblo.

—Todavía no, quiero hablar contigo.

El ojiazul se dio la vuelta y le miró. —Pero yo no quiero.

Él lo cogió del brazo y lo llevó hasta la casa.
—¿Te he preguntado algo?

—¡No, no lo haces nunca! ¡Haces lo que te da la gana! Él te ha ofrecido un precio bastante generoso. ¡Me vas a costar una fortuna!

—Ya te dije que no le trajeras aquí.

—¡Pero tú le dijiste a mi secretaria que podía venir!

—¡Y un cuerno! Lo que le dije a Angie es que podía venir si creía que estaba en su día de suerte. Y la pobre Angie no se había dado cuenta de lo que aquello quería decir en realidad.

—Angie es nueva— murmuró Louis, permaneciendo de pie en el destartalado salón.

Ni siquiera había electricidad. Lo único que tenía era algunas lámparas de petróleo y unos muebles en los que no se habría sentado por nada del mundo.

—Siéntate— le dijo él acercándole un destrozado sillón.

Louis se quedó de pie. Había estado en esa casa sólo una o dos veces, con su tío, y desde que éste murió, siempre había encontrado alguna excusa para quedarse en el porche cuando iba por allí para hablar con Harry.

Harry lo miró con una expresión extraña cuando vio la cara con la que estaba mirando su reducido mobiliario. Se levantó enfurecido y entró en la cocina.

—Ven aquí, a lo mejor las sillas de la cocina te parecen mejor para tu exquisito trasero.

—Lo siento— le dijo Louis entrando en la cocina —no quería ser tan grosero.

—Lo que no querías, era ensuciarte tu precioso traje con mi mobiliario— le dijo Harry riéndose.

—Bueno, ¿qué quieres?

—Esa es una buena pregunta— le respondió él apagando en un cenicero el cigarrillo. —Hasta ahora no me había dado cuenta de lo bestia que podía llegar a ser.

—No te preocupes, lo de anoche me lo tomaré como una experiencia.

—¿Tienes mucha?— le preguntó Harry mirándole a los ojos. —¿Luchaste conmigo porque tenías miedo?

—¡Me estabas haciendo daño!— le dijo el ojiazul de mal humor.

Harry respiró profundamente y las pupilas le brillaron. Hizo una leve pausa y sus siguientes palabras la tomaron completamente por sorpresa.

—Le dijiste a Patty que yo era demasiado salvaje como para tener una mujer... o un hombre.

Louis se quedó boquiabierta. Se sentó y se le quedó mirando, no podía creerse esa falta de discreción por parte de Patty.

Keyframe [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora