XI.

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—¿Por qué, Louis?

—Harry...

Sus grandes manos lo cogieron por la cintura haciendo que sus cuerpos se acercaran más.

—¿Por qué, maldición?— exigió Harry con la paciencia a punto de terminarse.

Louis trató apartarse de sí esa especie de timidez que lo estaba dominando, Harry era el hombre mas atractivo que había visto en su vida y eso le turbaba.

Levantó la cabeza hacia Harry y le miró. Parecía preocupado, como si se viera dominado a su vez por pensamientos profundos.
—Supongamos que tú me enseñas ahora a bailar. Entonces, a la semana siguiente le toca a la cultura. Vamos con unas entradas para el ballet en Phoenix. Supongo que no te importará venir y explicarme qué es eso.

Louis se echó a reír. —¿Tú en el ballet?

—¡No sigas por ahí!

—De acuerdo, Harry.

—Pon en marcha ese maldito tocadiscos, ¿no?

Un momento más tarde, la música deshizo suavemente el silencio. Louis se dejó atrapar dulcemente entre sus brazos y le mostró cómo tenía que agarrarle, ni demasiado cerca ni demasiado lejos.

Luego, le explicó cómo debía dar los pasos. Al principio estuvo un poco patoso, pero era un buen alumno y aprendió rápidamente.

—¿Por qué tenemos que estar tan separados?— le preguntó Harry. —Las parejas que he visto bailan estando mucho más juntas.

—Evidentemente, el compañero no era muy educado.

—Por supuesto que sí— murmuró él, apretándolo hasta que estuvieron tan cerca de él .

Tan cerca.
Uno del otro que Louis podía notar los latidos de su corazón contra su pecho.

—Era algo como esto.... mmm— murmuró Harry —Así está mucho mejor.

Eso dependía del punto de vista de cada uno, pensó Louis nerviosamente. Se sentía mal porque su cuerpo empezaba a excitarse al tenerle tan cerca.

—No tengas miedo, sólo estamos bailando.

—Harry— protestó el ojiazul inútilmente.

—Louis, sé que eres virgen— le dijo él tranquilamente. —No te preocupes, que no te voy a hacer ninguna salvajada.

—Ya lo sé, pero... pero...

—Pero puedes darte cuenta de que te deseo y estás atemorizado ¿no? Mira, yo no estoy turbado. ¿Por qué lo tienes que estar tú? Lo que me pasa no es más que la reacción natural de un hombre ante otro hombre encantador...
—. Louis nunca había oído decir algo así.

—Me he pasado la vida trabajando con animales—continuó Harry —y, tal vez por eso, no encuentro nada extraño en todo lo que tiene que ver con la reproducción, con el sexo. Tú tampoco deberías encontrarlo. Es la forma de que las especies se perpetúen y es algo hermoso.

—La verdad, es que haces que lo parezca.

—No me gusta la idea de un ligue pasajero o de que la gente viva junta sin casarse, estoy chapado a la antigua y me gustaría casarme con alguien que pensara como yo, no con uno de esos que se sienten liberados y enseguida toman la iniciativa.

—¿Es que te ha pasado eso alguna vez?

Harry se rió suavemente.
—En realidad, sí, en una convención de ganaderos. Era una preciosa amazona de rodeo, muy guapa. Se me acercó y, tocándome de una forma, que ni siquiera te puedo contar, me invito a pasar la noche con ella.

—¿Y lo hiciste?

—¡Pero bueno! ¿Qué hace un jovencito como tú preguntándole esas cosas a un hombre hecho y derecho?

—¿Dormiste con ella?— insistió Louis.

—No, no lo hice— bromeó Harry —me gusta ser yo quien elija.

—Sí, me lo imaginaba— le contestó extrañamente aliviado.

La mano de Harry se deslizó por toda su espalda, y lo apretó un poco más contra su cuerpo; Louis notó que se le cortaba la respiración y se quedaba como helado.

—¿Es demasiado íntimo?— murmuró Harry. —De acuerdo, mensaje recibido. A las personas con las que estoy acostumbrado a salir no les importa que bailemos así . Pero supongo que todavía me queda mucho que aprender de cómo comportarme civilizadamente.

—Pues yo debería de aprender lo contrario— le dijo Louis con una sonrisa. —Nunca había bailado así con nadie.

Las manos de Harry apretaron su cintura y Louis se quejó.
—Eh, no tan fuerte— le dijo el más bajo riendo —¡Me haces daño!

—¿Por qué no sales con nadie?

Ésa era una buena pregunta, pero no era el momento más apropiado para las confesiones.

—Me gusta mi propia compañía.

—Algún día necesitarás a un hombre.

—No, no quiero ninguno en mi vida.

De repente, Harry le cogió del pelo y le obligó a levantar la cabeza y a mirarle, Louis, sorprendido, le miró como si se tratara de un extraño.

—No puedes vivir siempre solo— le dijo él mirándolo a los ojos. —Necesitas más cosas aparte de tu trabajo.

—¿Y qué es lo que necesito, dado que eres un experto en la materia?

Harry volvió a tirarlo del pelo, apoyando su cabeza en su hombro mientras la música seguía sonando, olvidada por completo.

—Necesitas un hombre que te meta en su cama y te haga el amor durante toda la noche, eso es lo que necesitas.

—No será contigo, ¡Tu ya tienes una mujer¡

—¿Quién yo?

—Por supuesto que tú— murmuro empujándole fuertemente, tratando de librarse de su abrazo. —¿O se te ha olvidado que estás tratando de cambiar para conquistarle? Ella que debe ser tan tonta como para que tú le gustes... Siendo como eres. ¿Me vas asoltar? ¡Maldición!

Pero no, Harry no mostró la más mínima intención de hacerlo, al contrario, empezó a acariciarle con la mano con la que hasta entonces le había estado agarrando del pelo.

—Baila; no pelees— susurró Harry —No luches conmigo.

Hola, ¿qué les ha parecido la historia?

Por cierto, ya se nos viene el drama!

Keyframe [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora