Marinette estaba agotada. Sentía que no aguantaba más. Aquella noche había bailado como hacía tiempo no bailaba. Juntarse con sus amigos de siempre la ponía de muy buen humor. Y lo cierto es que no podían hacerlo muy a menudo; algunos en la universidad, otros ya trabajando... incluso estaban los que ya se habían convertido en papás (como Nathaniel y Chloe, de unas preciosas gemelas).Pero el cumpleaños de Alya era algo que ninguno de sus amigos se perdía nunca. Desde el instituto, las fiestas, de la ahora periodista, eran legendarias y conseguían reunir a todos los amigos.
Con el paso de los años, se fueron uniendo nuevas caras, y algunas de las antiguas desaparecieron, pero seguían siendo un grupo bastante unido pese a todo.
Eran casi las cinco de la mañana, y la azabache buscaba a su novio por el local donde habían celebrado la fiesta y en el que ya iba quedando poca gente. Miró hacia su derecha y allí, en un sofá, vio a Luka conversando con Adrien.
-Cariño –dijo Marinette sentándose en las piernas de su chico –estoy reventada. Mis pies ya no aguantan un baile más. Y mañana prometí ir a recoger a mi madre al aeropuerto, así que... me voy a casa, a ver si puedo dormir al menos un par de horas.
-Espera, Mari, ¿no quieres que te lleve?
-No, no, no hace falta. Juleka me ha dicho que me acerca con el coche. Y tú... estás muy bien acompañado –le dijo en un susurro mientras mordisqueaba lascivamente el lóbulo de su oreja.
-Ok, preciosa –dijo el chico mirando a su novia con una sonrisa traviesa-. Pero dile a mi hermanita que conduzca con cuidado. Después besó con pasión a Marinette y, cuando ésta se incorporó, le dio un cachete en su precioso trasero; gesto que sobresaltó un poco a la chica y la hizo reír.
-Cuídamelo bien, Adrien, que mi pitufo necesita muchos mimos –dijo la azabache, sonriendo pícara a su amigo y guiñándole un ojo a su novio-. Nos vemos mañana. Divertíos.
Y, sin más, Marinette se fue en busca de Juleka para irse a casa.
El viaje en coche fue corto, ya que el bar al que habían ido no quedaba muy lejos de la casa de los padres de Marinette.
Cuando llegaron, la chica se bajó del coche, despidiéndose de su futura cuñada.
-Ciao, Juls. Muchas gracias por traerme.
-Ciao, Mari. Nos vemos el miércoles para empezar a mirar vestidos.
Marinette entró en su casa sin hacer ruido, y buscó su móvil para mandarle un mensaje a Luka avisándole que ya estaba en casa. Y de pronto recordó que lo había dejado dentro de una bolsa en el ropero del bar. Si sólo hubiese sido el móvil hubiera esperado hasta el día siguiente para recuperarlo, pero en la bolsa llevaba un paquete que debía enviar sin falta por la mañana, antes de recoger a su madre en el aeropuerto.
Pensó en llamar al local y comunicarse de alguna forma con Luka, pero lo cierto es que no sabía si su novio aún seguiría allí o si sus planes "de conquista" para con el joven Agreste habrían dado resultado y estarían ya en la habitación de algún hotel comiéndose a besos.
Esa imagen se presentó de pronto en su cabeza y una sonrisa traviesa acudió a sus labios.
¡Qué diferente era su vida a cómo la había imaginado cuando aún era una adolescente! Si alguien le hubiera dicho a sus quince años que, casi diez años después, iba a estar enamorada y saliendo con Luka, disfrutando de la vida en una relación intensa (en todos los sentidos), que la hacía muy feliz, habiendo descubierto las maravillas que el mundo, el amor y el sexo podían ofrecerle, hubiera jurado que ese alguien estaba completamente loco.
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FANTASÍAS QUE SE HACEN REALIDAD [[+18 AU MLB]] (TERMINADA)
FanfictionMarinette está en una relación estable y feliz, con un chico maravilloso del que está totalmente enamorada, donde el sexo es genial y cualquier fantasía puede hacerse realidad. Pero ¿qué pasa cuando una de esas fantasías toma un rumbo diferente al q...