The Rests Of Her Soul ~Connor Kenway X Oc~

Capítulo 6

The Rests Of Her Soul

Capítulo 6

Nayeli's POV

La verdad es que ese día se hace muy ameno y entretenido, sin duda uno que nunca olvidaré.

Mas después de aquello, Connor volvió a ser el mismo que era, al menos, eso fue lo que me dijo Aquiles una tarde de invierno junto al cálido fuego de la chimenea.

{Flashback}

-Nayeli, no sé qué es lo que tienes, pero Connor antes no era así.-Dijo Aquiles mientras tomaba de su taza de té.

-¿A qué se refiere?-Pregunté, algo extrañada.

-Connor siempre ha sido un chico frío, impasible. Tranquilo, con temple y maestría en el arte de asesinar. En pocas palabras : una máquina de matar.-Me puse blanca al oír aquello, y esa palidez dejó paso al miedo.-Nayeli, no te asustes, Connor sólo mata a aquellos que ven a los nativos como meros objetos que pueden comprar y vender. Ya lo sabes.

-Lo sé pero... Sus palabras han sido tan directas que... En fin.-Me explico con un suspiro.-Continúe.

-No hay mucho más que decir. Sólo que eres especial para él. Nunca le había visto tan entregado a proteger y cuidar a alguien. No le falles, Nayeli. Recuerda que ha cambiado por tí.

{Fin de Flashback}

¿Cambiar por mí? ¡Y una mierda! ¡Sólo se comportó así porque le dí pena! ¡Nada más! Connor...

-Eres un idiota...-Susurré mientras comíamos.

-¿Has dicho algo Nayeli?-Preguntó Aquiles. Negué con la cabeza.

-Que la sopa está genial, Aquiles.-Dije sonriendo.

El hombre puso los ojos en blanco, obviamente, no creyendo mis palabras. Connor no dijo ni media, se mantuvo en silencio comiendo su sopa. Impasible. Esa palabra estaba grabada a fuego en mi mente. Describía perfectamente a Connor, además de frío.

Una vez terminé de comer, me levanté de la mesa, fregué mi plato y mi vaso y, con el permiso de Aquiles y la excusa de que me dolía la cabeza, subí a la que ahora era mi habitación. Exacto, ya no estaba "alojada" en la habitación de Connor, sino que ahora tenía una propia. Lo único que tenía de mi anterior habitación era el atrapasueños que Connor me regaló.

-No lo entiendo...-Suspiré mientras me metía debajo de las sábanas.

¿Acaso había hecho algo para que Connor dejase de ser como era conmigo? ¿Le habría molestado algo? Estaba demasiado liada, no entendía nada, absolutamente nada.

Entre tanta cavilación me quedé dormida, no era mi idea hacerlo, pero, teniendo la cabeza como la tenía, creo que era lo mejor.

Desperté con el crepúsculo, el cielo estaba vestido de naranja, azul y leves trazos de morado. Era precioso. Me levanté de la cama y admiré a través de la ventana, aquel bello espectáculo que la naturaleza nos brindaba.

Una lágrima rodó por mi mejilla, era la primera vez que veía aquello. Todos mis amos me mantenían encerrada en sótanos o desvanes, sin ventanas, sin luz. Tan sólo la vela que ellos portaban al venir a "verme" alumbraba la estancia.

Un escalofrío recorrió mi cuerpo a la vez que los recuerdos no dejaban de invadirme. Sacudí la cabeza y me limpié las lágrimas, debía dejar de pensar en el pasado. Tenía que vivir mi vida, vivir el presente.

Una luz iluminó mi cabeza. ¿Y si era eso lo que Connor quería? ¿Quería él que me fuera de allí? ¿Que encontrara mi lugar? Recordé la conversación de aquella tarde, esa en la que Connor me instaba a vivir con él y Aquiles. Mas... Ahora creo que Connor quería todo lo contrario.

Sin dudar ni un segundo me puse algo de ropa decente para la calle y bajé corriendo las escaleras. Afortunadamente, no me crucé con Aquiles ni tampoco con Connor. Salí de casa y corrí a las cuadras, le puse las riendas a Spirit, el caballo que Connor me había asignado como mío, y me subí en él.

Agité las riendas fuertemente y le di con el talón en el costado al animal para que echara a correr.

-¡Arre Spirit!-Grité.

Quería alejarme de la Hacienda y de todo lo que rodeaba a dicha construcción. Lo único que me apenaba era el hecho de que Aquiles se iba a quedar con la duda de por qué me fui. Que se lo explicara Connor, yo ya estaba muy lejos de allí como para darme la vuelta.

Me sentía libre galopando con Spirit. El viento me daba en la cara, mas no me molestaba en absoluto. Tenía una sonrisa en el rostro. Al fin me sentía libre, y no solo me sentía así, sino que también lo era.