VIII

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Estamos abrazados, luego de unas horas de maravilloso sexo en la cama de mi habitación. Es temprano, al menos deben ser las 10:30 de la noche. Hemos estado toda la tarde aquí dentro. Vaya maratón.

− Me gustan tus tatuajes – dice adormecido – éste es nuevo, no lo vi el día del club – dice tocando mi clavícula, que está cicatrizada, pero hace unos días me picaba como una maldita.

− Si... Me lo hice hace poco. – me mira con curiosidad – Supuse que un empresario exitoso como tú sabría varios idiomas. Significa no me arrepiento de nada

− Sé lo que dice – mirándome con cara de pocos amigos lo que solo agranda mi sonrisa. – Me da curiosidad lo que significan para ti.

− Bueno el de mi espalda es una frase en español que mi nana, mi abuela, solía decirme todo el tiempo. Me lo hice un año después de que muriera – le explico

− Lo siento – dice respetuoso

− No lo hagas, ella está conmigo todo el tiempo.

− ¿Puedo verlo?

− Claro – le digo soltando su toque a regañadientes. Me acuesto boca abajo y él se mueve para leer.

"Si pudiera, mi niña, quitar todo tu dolor y llevármelo..." – Lee en voz alta

"... Pasaría la eternidad en el infierno con tal de verte feliz" – digo con una sonrisa melancólica.

− ¿Por qué el tulipán? ¿Es tu flor favorita? – pregunta al cabo de unos momentos.

− La de ella y el morado es su color favorito. – explico pensando en nana

− ¿Por qué te decía esto? Parece ser una frase bastante triste... − dice con deje de preocupación en su voz mientras acaricia las letras en mi columna haciéndome estremecer.

− Tuve una infancia difícil. – explico sin dar más detalles

− Si no quieres hablarlo no te presionare. – dice de pronto.

− Soy un libro abierto Blackwell, no tengo ese tipo de problemas de confianza, si quieres saber pregunta. – digo con un tono más mordaz de lo que planeo

− A su tiempo preciosura. – su voz denota una clara sonrisa que hace que me relaje un poco.

− Y este – digo volteándome y quedando de lado frente a él. – Me lo hice en un impulso – su sonrisa se ensancha

− ¿No te arrepientes de nada? – algo me hace pensar que pregunta por lo que acabamos de hacer más que por otra cosa

− De nada. De ninguna decisión que he tomado – le digo mirándolo con honestidad, sus ojos reflejan una vulnerabilidad tal que me derrite el corazón. Poso mi mano en su mejilla y lo obligo a mirarme – De nada. – él me sonríe de vuelve a ser el hombre seguro de sí mismo que me estocaba hace un rato atrás.

Estoy atada de manos y pies a la cama. Tengo hambre y muero de sed. ¿Dónde está mami? ¿Por qué no viene a ayudarme? Me duelen las muñecas. Está oscuro, me da miedo lo oscuro, el monstruo aparece de lo oscuro. Escucho pasos y ruego al cielo que sea mi mami quien venga a buscarme. La puerta se abre. No... por favor...

− NOOOOOO – Mi grito invade el espacio de mi habitación. El sudor cubre mi cuerpo y mi corazón palpita desbocado dentro de mi pecho.

Estoy sola. Por un momento quiero creer que todo el día de ayer fue un sueño y que Blackwell no me ha dejado sola. Pero esa no es la realidad ¿o sí? Mi mente hace acto de presencia. No sería primera vez que después del sexo un hombre se va, todas las veces soy yo quien los echa, pero jamás me había pasado algo así. Demonios. Soy una tonta. Entierro mi cabeza en la almohada para ahogar el dolor que comienza a crecer dentro de mí. La puerta suena y me sobresalto.

Catársis: Ámame - Serie Catarsis #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora