VIII

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Sam estaba dormida, en su amplia cama, cubierta de las sabanas más suaves que he visto y tocado, ella tiene el sueño profundo, tanto que podría matarla sí no fuese mi amiga, me paro frente a esta, y de mi brazo gotea sangre que cae en su lujosa alfombra, debía despedirme de ella, de la única que persona que me ha acogido como su familia, a pesar de que nos tratemos así, pateó su cama, comienza a removerse y al abrir los ojos, veo como se sienta asustada, encendiendo su lámpara, al mirarme, talla sus ojos quizás creyendo que es un sueño, pero no.

-Dios mío Kara—se levanta caminando hasta mí— ¿qué te pasó?—veo como le cuesta tocarme, la herida seguía fresca, y la mancha de sangre era demasiado visible a pesar de haber tomado una de las camisas de Lena.

-No tengo mucho tiempo Sam, solo he venido a despedirme y advertirte sobre alguien-

-¿Quién te hizo esto?—exige que le responda—vamos, dime-

-La herida de bala Lucy—retrocede asustada.

-¿Te encontró?—toma aire.

-Sí, con ayuda de tu… madre—debía decirle la verdad aunque no me creyera.

-¿Mi madre?—frunce el ceño— pero ella…--se detiene a pesar y me mira—ya entiendo, por esa razón se mostró muy interesada en ti—ahora estaba enojada—sabía que mi madre ocultaba muchas cosas, ¿pero esto?—soba sus sienes— ¿y Lucy te mando a golpear o por qué estás así?-

-No, ella no fue quien me dio una paliza—sonreí—jamás podría contra mí-

-Entonces, ¿quién fue?—examinó mi rostro, desvié la mirada y creo que comprendió—no, no, ella… ¿se atrevió a tocarte?—malhumorada balbuceaba maldiciones— ¿por qué lo has permitido?-

-Yo fui quien asesinó a sus padres Sam, es verdad que no conocía sus identidades, pero creí que ella merecía desquitarse, estuvo a punto de matarme pero su hermano y primo me salvaron, lo cual me parece un enorme error-

-¿Cómo que error estúpida?—golpea mi brazo.

-¡Auch!—me quejó.

-En serio eres un caso perdido, ¿y bien qué más tienes que decir?—sentada en la cama me observaba fijamente.

-Tengo que decirte gracias, por ser mi amiga, por soportarme todo un año, mostrarme que puedo confiar en una británica bronceada—reímos—y que ella también confía en mí, yo te quiero mucho Sam—me arrodillo frente a ella—y antes de entregarme con la mujer que ha hecho de mi vida una mierda, para que ustedes estén bien, debía despedirme de ti, jamás me iría sin ser agradecida contigo-

-No me hagas llorar idiota—me abraza con fuerza—te voy a extrañar—susurra en mi oído—espero que sepas lo que haces, es una locura volver con Lucy Lane-

-Lo sé y te prometo que lo arreglaré—acaricio sus mejillas al separarnos—lamento la sangre en la alfombra y tu costosa pijama—imito su acento—no confíes en tu madre, ¿de acuerdo?-

-Si vuelve a Londres, no olvides que siempre esperaré tu llamada-

-Jamás lo olvidaré-

No sé si Sam lloró después de que me marché, o si hará algo con respecto a su madre, tampoco tengo la menor idea de si Lena se rendirá, pero ninguna debe convivir más conmigo, cada persona que se acerca sufre, soy como un imán de conflictos, y tú que yaces en mi mente, he de suponer que jamás me dejarás en paz, estamos enfermas, ¿no es así?, en efecto Kara, bien, con eso tengo claro que para llevar cabo mis planes, debo mantenerme así, con un desorden psicológico, tener la ayuda necesaria, para que todo sea perfecto, aun, cuando deba condenarme a la soledad, después de lo que haré, muchos me conocerán y tal vez me odiarán.

Dos Sombras en LondresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora