Wonder Lash

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-¿En necesario ponerme este ridículo sombrero?-

Miré a las mujeres que me han apoyado tanto estos días, mi madre y Sam, quienes me veían con risas burlonas, ya que por necedad de mi amiga  y maldad amorosa de mi madre, vestía de una manera tan fuera de mí, que me sentía llena de arco iris en las venas, aunque soy gay eso no significa que me guste acarrear con eso. Llevaba un sombrero amplio negro para playa, camisa blanca transparente con estampados de flores, una bermuda rosa y unas sandalias blancas, nunca había tenido tanto color en mi vida.

-Te ves adorable mi amor—mi madre reía mientras me ponía las gafas de sol.

-Y extremadamente llena de color—Sam pellizca mis mejillas.

-Sí no las quisiera tanto, ya las habría arrojado a los tiburones-

Me alejé con molestia, aunque sabían que bromeaba y pronto se me pasaría, el barco fiesta, era enorme, tan blanco y lleno de vida, teníamos primera clase así que nos tocaba la parte más alta con los mejores camarotes, la bruja hizo un buen trabajo. El equipaje ya estaba a bordo, y aunque me veía ridícula, al menos en mi sentido vago de la moda, servía de mucho para este clima, el sombrero cubría las vendas en mi cabeza y las gafas mis ojos, los cuales seguían con la pesadez, me costaba ver, pero lo compensaban mis agiles movimientos. Al llegar a lo más alto, justo al frente del barco, donde podías ver el horizonte, caminé con lentitud metiendo las manos en los bolsillos de mis bermudas, estaría con mi madre muchos días, aunque no podía ingerir alguna bebida alcohólica.

Ya estábamos en movimiento, así que mi madre ya se había despedido de mi irritante amiga, escuchaba los gritos de las personas, todos venían a divertirse y yo, solo a tener unos momentos de tranquilidad con mi adorada madre, que gracias a los dioses nunca ha sabido lo que realmente me pasa, sufriría mucho y ya tiene suficiente con haberse privado de sus alimentos necesarios en mi infancia. Suspiré posando mis manos en el barandal, mirando las olas que provocaba el barco al navegar, el aire era cálido, mi piel de vampiro ya necesitaba un poco de sol.

-Cariño, debes venir a descansar—mi madre estaba tras de mí, me doy vuelta acercándome a ella abrazándola sobre sus hombros.

-Es claro que me cuidarás, como cuando tenía cinco años e íbamos de pesca-

-Exacto, sobre todo cuando aquí hay metros de diferencia-

-Eres la mejor mamá del mundo-

Beso su mejilla rodeándola con más fuerza, si me sentía una niña pequeña con ella, al llegar al área de comida, nos sentamos para desayunar, era todo tan confortable, veía como los hombres observaban lascivos a mi madre, malditos degenerados, traen a sus mujeres o quizás amantes y a pesar de eso, siguen con sus infidelidades, me gustaría arrancarles las columnas de sus cuerpos.

-Kara por favor—siento la mano de mi madre sobre la mía—sabes que no me interesan ninguno de ellos, ¿por qué frunces el ceño así?—reía—te ves adorable-

-Ellos traen a sus parejas mamá—digo con fastidio—deberían ocuparse en ellas, no en mi hermosa madre-

-Tus celos de hija nunca pasan de moda—golpea ligero mis mejillas.

-Mis celos de hija, son justos mamá, ¿por qué tenías que vestirte así?—veo su hermoso vestido azul cielo amplio, que dejaba mucho a la imaginación de esos tipos.

-¿Ahora me privarás de la comodidad Kara Zor-El?-

-Tal vez lo haga, Alura Zor-El-

Seguimos desayunando, mi madre sabía distraerme para que no armara un alboroto por esos sujetos, los cuales por cierto, al momento de querer acercarse a nuestra mesa, me quitaba las gafas para fulminarlos, el humano tiene instinto de supervivencia y no eran tan tontos como para enfrentarse a alguien que los mira así. Acompañé a mi madre al camarote para que descansara un poco, aún estaba desvelada por trabajar, por lo que tuve que obligarla, al menos en esto.

Dos Sombras en LondresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora