-Prólogo-

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Abrí los ojos como platos mirándole. Él sonreía, con sus ojos cambiantes clavados en el camino. Maldita sea, parecía que estaba bajo un hechizo aunque no me mirara. Y lo que dijo seguía sonando en mi mente: "Te amo".

Mis labios se entreabrieron, yo ya no estaba viendo donde pisaba. Paré y le agarré de su brazo como si fuese un acto reflejo mientras bajaba la cabeza.

–Qué... ¿Qué acabas de... de decir? –Balbuceé mientras notaba como mi corazón se paraba, relantizando su ritmo. Madre mía, casi no sentía mis latidos.

Él tan solo giro el brazo que estaba agarrando, posicionándolo sobre mi cintura y atrayéndome rápidamente a su cuerpo. Si no fuera por nuestros abrigos, seguramente habría podido notar cada relieve de su anatomía de lo próximos que estábamos.

Sus ojos seguían clavados en mí, con tan intensidad que me pesó la mirada y la bajé mientras intentaba volver a respirar. Sentí una mano sobre mi barbilla. Dedos fuertes me obligaron a levantar mi cabeza y no tuve más remedio que obedecer. Este momento parecía surrealista y esperaba despertarme en cualquier momento.

Apoyó su frente en la mía y suspiró haciendo que una pequeña nube blanca se desvaneciera entre nuestros rostros. El aroma dulzón del chocolate caliente que habíamos tomado más su olor avainillado inundó mis fosas nasales, haciendo que cerrara los ojos. Últimamente amaba olerlo.

–Maldita sea, me tienes preso. –Los abrí de repente y me di cuenta de que los suyos estaban cerrados. Mi corazón empezaba a recobrarse.– Cada vez que te veo, cada vez que te toco... Oh, cielo, es como si mi vida dependiese de desearte, porque créeme, lo hago cada segundo. Desde el momento que te vi quise que fueras mía, no sabía como, pero ese era mi único objetivo. Te buscaba. Cada vez que tenía la oportunidad de estar a tu lado. Y es que, cariño siempre has estado aquí.

La mano que sujetaba mi barbilla bajo hasta una de mis manos y la apretó contra su pecho. Supe a que se refería y noté como mi respiración empezaba a acelerarse al igual que mis latidos. Decir que estaba sorprendida, en shock o tirando cohetes seria un eufemismo.

Había estado esperando este momento desde el día que fuimos a tomar un helado el primer día de otoño y ver que se estaba cumpliendo todo eso era... Wow.

Siempre me habia dicho a mi misma que él jamas se fijaría en mi, que era solo una chica más del instituto que babeaba por el. Rompí mi promesa de no sentirme atraída por el por eso. No sabía que sentía de verdad por el.

Ahora debería estar sonriendo o saltando de alegría internamente. Sin embargo algo en mi me estaba diciendo que todo esto era un error, que tenía que dar un paso atrás y echar a correr. Estaba... ¿aterrada? No entendía porque. Siempre habia estado colada por él, ¿entonces cuál era el motivo por el que no estaba sonriendo como una boba tal y como había hecho estos meses?

–Esto...

–Por favor...

"Mierda".

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Resubido.
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Cursi Saturno © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora