—¿Cómo dices?
—Lo vi todo, Saturno.
"Oh..."
—...dios —Exhalé jadeando y clavando la vista en el suelo.
Me llevé las manos a la cabeza y di una vuelta sobre mí misma tal y como las chicas adolescentes de una telenovela.
Sin embargo, lo que acababa de pasar no era ridículo. Bueno, en teoría sí que lo era, ¡pero para mí no!
Los latidos a los lados de mi cabeza volvieron a aparecer y empecé a gritar internamente. Seguramente me estaría viendo como una psicópata en un momento de revelación, pero aquello me la sudaba de una manera monumental.
—No... —susurré mientras volvía a mirar hacia Eliot, negando con la cabeza e ignorando mi dolor de cabeza —Qué vergüenza, Dios.
—Hey, tranquila. Tan poco es para tanto.
¿Me estaba vacilando?
—¿Que no es para tanto? A ver, recapitulemos: vine tarde, me caí sobre Jhonny, le manché todo de café y, para guinda del pastel, salí corriendo como una alienada en vez de disculparme. ¡Pero qué dramática soy! No debería sentir vergüenza sobre esto. Para nada. Es algo que pasa todos los días, casual. Cool, colega.
—¿Jhonny? ¿Quién es Jhonny?
—¡Olvídate de Jhonny! ¡Lo que importa es que casi me mato contra él y tú lo viste todo!
Volví a llevar mis manos a mi cabeza. Estaba caliente y no en el buen sentido (en ningún momento de mi vida aquello cobraría un buen sentido). Retiré mi pelo de mis ojos y resoplé. Eliot soltó una carcajada.
¿Se estaba riendo? "No, a ver, si te parece está imitando una vaca."
Lo miré de la peor manera posible.
—No pasa nada, oye. Creo que le estas dando mucha importancia al asunto. Sólo han sido un par de sucesos desafortunados. No importa. A ver, que comprendo que estés avergonzada, pero en mi opinión no es para tanto —se encogió de hombros y yo me desinflé.
Un par de sucesos desafortunados. Si aquel tipo llegara a enterarse de todos los "sucesos desafortunados" de mi vida...
Resoplé por segunda vez en aquellos tortuosos cinco minutos e intenté calmarme, tropezando con sus ojos verdes o azules o qué carajos.
—No pienses en Jhonny —susurró.
Quise agregar algo más, pero algo hizo que Eliot se tambaleara.
El chico de antes que acompañaba a la rubia.
—¡Lío! ¿Dónde estabas? Sabes qué llegaremos tarde a clase, ¿no? A saber qué estabas haciendo con ella —y me señaló mirándome —. Hostia, que roja estás. ¿Te encuentras bien? ¿Qué le hiciste, idiota? —preguntó dirigiéndose a Eliot y dándole una colleja.
—Basta, Ben —rió —. Solo estábamos hablando.
Me miró alzando las cejas durante un segundo para después recobrar su expresión inmutable y yo me encogí sobre mi sitio.
De alguna manera ese gesto me pareció bastante desafiante, inquietante.
Como una persona que amenaza a otra con la mirada para que no cuente o haga nada.
Y era ridículo, ¿no? Él no me estaba haciendo nada de eso. Entonces... ¿Por qué me sentía así?
—¿Seguro, señorita? ¿Le está molestando este cabrón?
ESTÁS LEYENDO
Cursi Saturno ©
أدب المراهقين«Alcé los ojos y me di cuenta de que era su mirada la que quería ver nada más despertar, nada más vivir...» _ Los inseguridad y la torpeza siempre han sido las mayores cualidades de Saturno. Atada a una madre extremadamente estricta, comienza su seg...