3.- Dolor

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Vincent

Entreabro los ojos, pero preciso pestañear un par de veces para adaptarme a la luz artificial que me llega desde la lámpara de la habitación. Voy reaccionando de a poco y noto que estoy en mi dormitorio, más explícitamente en mi cama. Y todo mi cuerpo duele. También noto, al apenas voltear la vista, una figura algo difusa debido a mi astigmatismo, pero que reconozco como mi novio. Está sentado en una silla al costado de mi lecho, sosteniendo mi mano derecha con una de las suyas. Con la mirada clavada en el suelo, cubriéndose la cara de cansancio a medias con los fornidos dedos que no están entrelazados con los míos. Le estoy haciendo daño. Les hago daño a todos y cada uno de quienes me rodea. Manu ni siquiera debería salir conmigo...

Se me ponen los pelos de punta cuando alcanzo a ver varios trapos y vendajes alrededor, y más teniendo en cuenta que algunos están teñidos de sangre. ¿Qué pasó? Manu no parece tener signos de haber peleado con papá, y yo... yo no estoy tan mal, ¿o sí? Comienzo a asustarme y presiono sin querer la mano de mi novio, quien enseguida levanta la vista, que desborda preocupación. Sus ojos vuelven a cristalizarse —y digo esto porque están enrojecidos y algo hinchados, como si llevara horas llorando— antes de que se lance contra mi cuerpo y lo aferre entre sus brazos sin apenas levantarme de la cama. Apenas puedo aguantar el daño que me es producido por el simple contacto, pero intento no soltar un quejido muy audible hasta que advierte mi dolor y se me separa con una disculpa. Hago varias veces el intento de hablar hasta que logro hacerlo. Incluso mis labios arden, y los noto hinchados.

—¿Qué pasó?

—¿Cómo que «qué pasó»? —me mira, y juraría que los colores abandonaron su cara—. ¿De verdad intentaste...? ¿De verdad intentaste matarte?

¿A qué se refiere con eso? ¿Cuándo iba a haberlo hecho? No negaré que he estado pensando en ello, pero simplemente no podría suicidarme...

—¿Qué? ¡No! Aunque quisiera, no podría. ¿Por qué lo...?

Una punzada de dolor proveniente de mi muñeca izquierda corta mi voz y mi respiración por un segundo.

—Oh... N-no es lo que crees, en serio. Solo... ¿y papá? —pregunto, temiendo por la respuesta.

—Papá no se enterará de esto. —mamá me sobresalta cuando ingresa a la habitación. Trae dos tés, uno que le da a Manu y él asiente a modo de agradecimiento, y otro que deja sobre la mesilla de luz, como esperando que me lo tome, supongo. Me mira a la cara y noto en la de ella grandes ojeras—. ¿Está bien?

Asiento sin moverme en la cama y, tras eso, como si solo hubiese estado esperando mi aprobación, mamá desaparece por la puerta y vuelve a bajar la escalera.

Volvemos a quedar solos en la habitación. Cuando veo que la cara de Manu se contrae intentando no llorar y yo me siento en la cama para abrazarlo, un dolor insoportable me golpea en la cabeza y me impide moverme durante varios segundos después de haber ahogado un gemido de dolor. Mi primer auto reflejo es llevarme la mano a la frente mientras el castaño me toma los brazos y asoma su cabeza para verme.

—No, espera. No lo intentes, mejor quédate acostado, ¿okey? Necesitas descansar aún.

A medida que va diciendo esto, apoya también una mano en mi pecho y me empuja con suavidad otra vez a la blandura del colchón. Se me hace un poco difícil respirar por un momento. Dejo apoyado el brazo por sobre mis ojos y Manu vuelve a tomarme la mano contraria, acariciando a la vez mi muslo a través de la sábana.

No quiero lastimarlo. No quiero lastimar a más nadie. No... quiero...

—¡Vince! —llama mamá repentinamente desde el baño del primer piso—. Si puedes, quítate la remera, así te pones hielo para que las heridas no se te inflamen más.

Tormento [Historia de Vincent y Manu]Where stories live. Discover now