7.- «Estoy bien»

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Para poder apagar la alarma por poco me caigo al césped. Me duele la cabeza, la espalda y las piernas, más que todo por la caminata de anoche. Ugh. Me levanto y estiro lentamente, maldiciendo por lo bajo por la molestia que son los moretones. Quizás hice mal en irme tan impulsivamente de casa, quizás lo que papá hacía era soportable... Demasiado tarde para pensarlo, supongo, pero no puedo dejar de darle vueltas por más de que sean las seis y media de la mañana.

Oh, mierda. Al ponerme los lentes advierto que mi bolso está abierto, y ayer claramente no lo estaba. Empiezo a rebuscar en él, hasta notar que lo que falta es mi billetera. Genial. ¿Qué hago ahora? ¿Prostituirme? Casi parece la opción más factible. Bah, como si alguien quisiera follarme y además darme dinero por ello.

Sacudo la cabeza. ¡¿Por qué rayos estoy pensando en algo así a esta hora?! ¡Se me va a hacer tarde!

Salgo del baño público del lugar y me preparo con todas mis cosas para salir rumbo a la escuela. Será un día largo...

Creo que es mucho decir que descansé unas tres horas. Estoy cansadísimo. No fue nada fácil llegar al colegio luego de todo el viaje en bus y una pequeña caminata que me dejó ya agotado de nuevo, pero al fin estoy aquí, sentado a la sombra del gran edificio sobre mi cabeza. Rayos, ¿qué voy a hacer ahora? ¿Dónde voy a ducharme? ¿Dónde lavaré mi ropa? ¿Conseguiré algún trabajo? ¿Qué voy a comer? ¿Qué le diré a Manu cuando me lo encuentre? Todas esas preguntas existenciales y el sol que comienza a pegarme en la cara empeoran mi dolor de cabeza.

—Eh, ¿estás bien?

—¿Uh? —alzo la vista y me encuentro con la de Iván, un compañero con el que comparto algunas clases. Cuando se agacha frente a mí, me quedo algo embobado en sus profundos ojos azules—. Ah, hola. Sí, sí, todo bien. ¿Y tú?

—Bien. ¿Por qué la otra mochila?

Si hay algo que sé de Iván, es que es muy observador. Parece que lo fuera especialmente conmigo, pero quizás es solo la impresión que me da. Casi descubre mis cicatrices una vez, y siempre parece notar algo en mí que los demás no. Me cae bien, a decir verdad, pero es que no lo conozco demasiado. Nunca intercambiamos muchas palabras.

—Ah, eh, este... fui a dormir a la casa de un amigo ayer —sonrío tímidamente y me rasco la nariz.

—Oh, ¿de quién?

—De... eh... Manu.

Él asiente con la cabeza y se sienta a mi lado.

—¿Qué tal te va todo? Podríamos quedar un día de estos.

Como la mierda, pero bueno.

—Seguro —le esbozo una sonrisa cansada. Sus ojos parecen mirar en mi interior.

Saco el teléfono del bolsillo y descubro un mensaje de Manu en él.

Manu <3:

Estas en el insti?

Aja ✓✓

En el patio ✓✓

Te espero aquí ✓✓

Llego en unos minutos

Bien ✓✓

—No respondiste a lo primero —me sobresalta Iván—. ¿Seguro estás bien? ¿Necesitas que te ayude en algo?

—No, en serio estoy bien —aseguro con una media y falsa sonrisa.

—Si tú lo dices... Bueno, nos vemos luego.

Se levanta y comienza a caminar hacia el resto de patio, pero se voltea a los pocos pasos con algo de preocupación en la mirada. Lo saludo con la mano y suspiro cerrando los ojos. De repente, siento una bofetada y los abro de golpe.

—¡Ay! —tomo mi mejilla y miro adelante. ¡Manu es quien me golpeó!

—Perdona. Me asustaste muchísimo, Vicent, apenas pude dormir anoche. ¿Qué pasó? ¿Dónde dormiste? ¿Por qué tienes toda la cara sucia?

—Yo tampoco pude casi dormir anoche —río por no llorar—. Estoy bien, sólo que ayer tuve una pequeña discusión con mi padre.

—¿Por eso tu madre me llamó preguntando en dónde estabas? —pregunta con el entrecejo fruncido—. No me mientas.

—Okay —doy un suspiro—. Me fugué de casa, por eso tengo la otra mochila y por eso te llamó mamá.

Niega con la cabeza y se sienta de piernas cruzadas justo frente a mí.

—¿Qué te hizo?

Jugueteo con mis dedos, dudando en si contarle la verdad o no. ¿Qué otra alternativa tengo? En medio de mi indecisión, el timbre que da comienzo a las clases suena.

—Me dijo que no quiere que yo sea su hijo —miro al suelo para contener las lágrimas—. Y yo me cansé y le dije que entonces no lo tendría, y... me fui de casa.

Mientras me levanto, él lo hace también y me quita el bolso. Sabe que no tengo la fuerza suficiente como para sacárselo de las manos. Tras mi breve explicación, Manu se voltea hacia mí con exasperación.

—¡¿Dónde pasaste la noche, entonces?!

—En un parque... —susurro—. Oye, yo sé que-

—¡VICENT! —se voltea hacia mí y me toma por los hombros más fuertemente de lo que me gustaría—. ¿¡Estás loco!?

Me da una sacudida que provoca una intensa sensación de dolor a lo largo de todo mi cuerpo. Entreabro los ojos y miro alrededor; todo el mundo nos observa. Pongo mis manos en las de mi novio y lo aparto bruscamente, enojado. Le arranco mi bolso de un tirón y me alejo hacia el aula por mi cuenta apretando los puños. ¡Como si él sí tuviera el derecho de maltratarme!

°°°

En todo el día no hice más que hacer deberes y evitar a Manu a toda costa. Creo que está siendo el peor día de mi vida, y eso es mucho decir teniendo en cuenta que mi vida es una mierda. Todavía sigo muy enfadado con él, pero cuando toca el timbre del segundo recreo ya no corro a un rincón del patio como en el descanso anterior. Me duele demasiado todo el cuerpo como para seguir huyendo. Simplemente dejo que siga mis pasos al trote al salir del aula y me tome por el brazo, conduciéndome luego a un escalón del patio en el cual sentarnos. Ambos quedamos en silencio, mirando al suelo, hasta que se decide a hablar.

—Lo siento —dice él al fin—. Estaba intentando ayudarte a superar a un hombre que te golpea y, en realidad, lo único que hice hoy fue maltratarte —asiento. Al menos está admitiendo su error...—. Quiero que sepas que no voy a volver a hacerlo, ¿sí? Y, eh, hoy vente a mi casa. No puedes vivir en la calle, Vins. Hasta que se arreglen las cosas, ven a vivir conmigo. Seguro que mis papás te dejarán, teniendo en cuenta que no tienes adonde ir.

Agh, no puedo enojarme con él. Tiene lógica que reaccione de esta manera después de lo que le hice, no puedo culparlo. Lo miro a los ojos y niego, rechazando su propuesta.

­—No quiero causarte más problemas, Manu. Ya tienes suficiente teniéndome como novio.

Dejo la mirada otra vez clavada en el cemento gris del suelo. Segundos después, siento una caricia en mi mejilla y levanto la vista de nuevo hacia él. Con la otra mano toma y aprieta la mía, y apoya la cabeza en mi hombro sin dejar de mirarme con pena.

—Entonces... ¿vendrás a casa?

Creí que había quedado muy claro que mi respuesta era no, pero decido pensármelo de nuevo. Podríamos intentarlo, y si causo demasiados problemas me voy.

—Juro que diría que no si tuviera otra opción. Mañana empezaré a buscar trabajo, no quiero que tus padres gasten en mí.

—Está bien, bebé. Solo no te sobreesfuerces.

—No lo haré, amor.

Espero que todo vaya bien.

Tormento [Historia de Vincent y Manu]Where stories live. Discover now