Primer indicio: La sangre llama

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Tony, decidido, bajo de la nave, y camino hacia el interior del complejo, meditando las palabras de su amigo, así como sus confusos pensamientos.

Bruce tenia razón, había algo supremamente extraño en el asunto de la paternidad de Steve, por ejemplo la historia del nacimiento de su hijo, había algo en sus palabras que quedó resonando en su subconsciente, repitiéndose como una sinfonía y diciéndole que tenia mucho que ver con él, pero que no lograba conectar con claridad.

Dio un hondo suspiro, y caminó por el pasillo, que le conducía hacia la habitación que le había sido asignada recién llegó, pero, su pasiva caminata se vio interrumpida por unos suaves golpes que eran dados a sus espinillas y el gorgoteo molesto de un bebe.

Bajo la vista encontrándose con el pequeño hijo de Steve, quien se veía molesto, tenia los ojos llorosos y le golpeaba insistentemente, mientras le reclamaba por algo que no alcanzaba a entender.

—¡malo!¡malo!¡malo!— le decía mientras le pegaba, al borde de las lágrimas.

Verle en aquella actitud, le resultó extraño y, de alguna forma, logro enternecerlo, por lo que, después de mirar a todas las direcciones y tras asegurarse que el pasillo estaba deshabitado, lo tomó en sus brazos, teniendo cuidado de no lastimarlo y asegurándose de tenerlo bien sujeto, para no dejarle caer.

—que sucede, pequeño, Bodoque. Porque estas tan molesto y porque no estas con tu papá— le preguntó con jovialidad y en un susurro, mientras lo arrullaba entre sus brazos, sintiendo la necesidad de calmarlo.

—¡eres malo! Hiciste llorar a mi papi— le gritó entre gimoteos, mientras le golpeaba con sus manitas.

Escuchar esta afirmación del pequeño le hizo sentir culpable, pues era cierto, él había causado gran sufrimiento a Steve y encima, le había tratado de la peor forma apenas llegó, no era de extrañarse que el pequeño reaccionara de esta forma, aunque escucharlo y sentirlo entre sus brazos se sentía completamente correcto. Era como si estar de esa manera con el pequeño siempre debió de ser, como si fuera una parte importante de su vida.

Un calor en su pecho, diferente al que le producía Steve, se instaló y una sonrisa se dibujó en su rostro.

—perdoname, Peter. Yo no quería hacer llorar a tu papá, lo quiero más de lo que puedes imaginarte. Pero fui tonto y cometí un grave error, por eso tu padre no quiere ni verme, mi escucharme... Y lo entiendo, así que me disculpó por todo el daño que le he causado— le susurró mientras lo mecía entre sus brazos, el bebe, pocos poco se fue calmando, y ahora le miraba con curiosidad y en calma, mientras jugaba con sus manitas y las llevaba a su boca.

—¿tu queres a papá?— le preguntó con su innata curiosidad, de mejor humor que al principio y mirándole con aquellos enormes ojos castaños, causando un escalofrío en el mayor, al verse reflejado en esos orbes, que guardaban gran similitud con los suyos mismos.

—si, lo quiero y lo amó como no tienes idea, pequeño— le murmuró con firmeza y con sinceridad, mientras una sonrisa triste afloraba en sus labios.

Un pequeño bostezo se escuchó, y seguido a ello, el pequeño recostó su cabeza en el pecho del mayor, sintiéndose cómodo con aquel hombre que no era su padre.

De repente, un muy alterado Steve entra en su campo de visión.

—¡dame a mi hijo, Stark!— gritó molesto y alterado, mientras se acercaba rápidamente a él y con cuidado, se lo arrebataba de los brazos —¡no quiero que te le vuelvas a acercar! Todo lo que tocas lo destruyes y no permitiré que dañes a mi hijo— le espetó furioso, mientras tomaba al pequeño en sus brazos que inevitablemente empezó a llorar por ver a su padre tan furioso.

—no le estaba haciendo ningún daño, Steven, no sería capaz de hacerlo y no es mi intención. Y no es cierto lo que dices— reclamó con dolor en su voz por la rudeza de aquellas palabras y por el desconsuelo y la sensación de vacío que sentía al no tener el calor que le brindaba el pequeño.

—pues no confió ni un poco en ti y no me fió de tus intenciones, y en eso último te equívocas, aquí tienes una muestra— dijo desdeñoso, señalándose a sí mismo para enfatizar su punto.

—he cambiado, Steven. He aprendido de mis errores, no soy el mismo bastardo de antes— le dijo con seriedad, mirándole fijamente a esos irises azules, que reflejaban dolor y rencor.

—yo también he cambiado, Stark. Aprendí de mis errores, ya no soy el mismo estúpido e ingenuo que creía en todas tus mentiras, aquel que te entrego su corazón, sólo para que tu lo hicieras pedazos... Ya no— le dijo con rencor, transmitiéndole con sus ojos todo el calvario que había sufrido por su culpa.

El menor, que presenciaba todo, ahora se encontraba más calmado, mientras apretaba y empezaba a jugar con los pectorales de su padre, hasta que en una oportunidad acercó su boca, por encima de la tela, y mordió uno de sus pezones, sacándole un gemido de dolor.

—Peter, no muerdas ahí. Ya hemos hablado de esto, soy un chico, yo no puedo amamantarte. Le pediremos a tía Natasha que te de biberón, pero no muerdas de nuevo ahí, por favor, a papi le duele— le regaño suavemente, mientras lo acomodaba mejor entre sus brazos y se alejaba, dejando completamente solo al castaño, quien observaba la escena, deseado ser él quien caminará al lado de ellos, deseando poder estar ahí, riendo de la astucia de Peter o molestando a Steve por una escena tan cotidiana como la que acababa de presenciar.

Un par de gotas cayeron a su manos y  llevó estas a su rostro, palpándolo y encontrando con que, silenciosamente, había estado llorando.

Pero era inevitable, se sentía tan triste, tan vacío desde la partida de Steve y de su hijo. Era como si le hubieran arrebatado algo que era suyo, y ahora se sintiera incompleto, porque ese algo era importante para vivir.

Secó sus lágrimas rápidamente y recorrió los pasos que le faltaban para ingresar a la habitación, al estar adentro, tomó sus maletas y empezó a desempacar.

Estaba sacando algo que siempre llevaba consigo, pero que jamás le había enseñado a nadie: un álbum de fotografías de su infancia.

De repente, una de ellas salio del álbum y cayó de reverso al piso.

El castaño la tomó con sumó cuidado del piso, y le dio la vuelta, sintiendo como se le helaba la sangre de golpe.

Creyendo que se trataba de un error, miró el reverso de nuevo, fijándose en las letras impresas a mano, con tinta azul, para asegurarse de que no se había equivocado.

En el escrito, claramente se podía leer "El joven Anthony celebrando su primer año de vida" con la pulcra y fina letra de Jarvis.

Volteó nuevamente la foto, y reparó en el niño vestido con ropajes similares a los del Capitán América, y sosteniendo en su mano un osito de felpa.

Si esa foto había sido tomada hace mas de cuarenta y cinco años...

¿¡Porque el hijo de Steve se parecía tanto a él a la misma edad!?

Completamente asustado, tomó su móvil y marcó el número de Bruce, rezando porque ese aún fuese su número telefónico.

—¿sí?— respondió dudoso el científico del otro lado del teléfono.

—Bruce, tienes que venir rápido, encontré algo con respecto a Peter, el hijo de Steve. Ven rápido, tenias razón Bruce— le soltó rápidamente, para colgar y llevarse la mano al corazón, que por alguna razón, latía acelerado.

Fábula de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora