prólogo

3.5K 254 54
                                    

Anthony estaba feliz, ansioso, temeroso y sumamente nervioso. Ya tenía todo preparado para viajar a Wakanda, que seria el sitio de reunión. Según tenia informado, se unirían con los Wakandianos y los "renegados", y no solo vendría Thor y Bruce, también vendría un grupo llamado "Guardianes de la Galaxia", Nick Fury y Maria Hill.

Por la cantidad de personas reclutadas la batalla seria violenta y fuerte, y a pesar del negativo panorama que se presentaba a sus ojos, él no podía evitar que la emoción le embargara, pues lo volvería a ver, luego de tantos años sin saber nada de él.

Revisó que todo se encontrará a bordo del transporte que le llevaría, y se dirigió a su taller, para tomar el traje de su pupilo, su nuevo traje, el traje que había hecho especialmente para Steve y su escudo, aquel escudo que un día su padre le obsequió, cuando se convirtió en el Capitán América, y el cual conservó desde la confrontación en Siberia. Puso todo en la nave, y se subió. Debía hacer una parada en la base militar, pero eso no mermaba en nada lo que sentía.

****

Steve se encontraba sentado, mientras llevaba en sus piernas a su pequeño hijo de un año y casi cinco meses de nacido. Le sorprendía de sobremanera lo grande que se encontraba, y que fuese capaz de hablar de forma más o menos clara, y sin tartamudear como los otros niños de su edad.

Había salido con Bucky y Natasha, debido a una misión de inteligencia, él era el encargado de coordinar, mientras que los otros dos hacían el trabajo.

La pelirroja, ahora rubia y el castaño habían demostrado ser un gran equipo, y Steve había podido notar que en todo este tiempo, algo especial se había estado cosechando entre ellos.

A Steve le hacia feliz ser consciente de esto, ambos habían sufrido, ya era hora de que el destino les permitiera ser felices, y que mejor que estando juntos.

Natasha había perdonado ya a Bucky por lo del disparo, era consciente de que ambos se encontraban en una misión, y de que el castaño no estaba en sus plenas facultades.

Por otra parte, estaba todo el asunto de la futura invasión a la tierra y su inminente encuentro con Anthony. El había perdonado, si, pero no deseaba verlo y mucho menos quería que compartiera el mismo espacio que su hijo, ya le había hecho el daño suficiente, no quería que su hijo sufriese como lo hizo él, por eso el no debía saber nada.

—papi, a donde amos—  preguntó curioso el castaño más pequeño a su padre rubio, sacándolo de sus cavilaciones.

—de regreso, vamos a enfrentar el pasado— le dijo con resignación, antes de suspirar y girar a su pequeño, para que lo mirara de frente. —cariño, veremos a Shuri, a T'Chala, a la tía Wanda y a Vis— le dijo cariñosamente, mientras jugaba con sus regordetas mejillas, causando un puchero en el menor, quien empezó a golpearle con sus manitas.

—ñoop— gritó molesto, mientras sus ojos se ponían acuosos.

—esta bien, cariño, dejó de molestarte— le dijo cariñoso, mientras le alzaba y besaba sus mejillas. —ven, vamos a darte de comer, mientras tus tíos coquetean entre si, vamos a darles un poco de privacidad — le dijo con socarronería, esperando a que aquel par salieran de su burbuja y empezaran a negar airadamente lo que era evidente.

—¡Hey! ¡nosotros no estamos coqueteado!— exclamaron cuando el rubio ya estaba lejos, y lo único que escucharon fue una carcajada infantil y otra más fuerte por parte de Steve.

Los dos se miraron y se sonrieron brevemente, preferían verle así, feliz y alegre, y no angustiado, triste y tenso por saber que tendría que hacerle frente al pasado de nuevo.

****

Tony llegó a Wakanda, en compañía de Peter Parker, Rhodes y un hechicero o algo así, que se hacia llamar Doctor Strange.

Se había encontrado con Thor, con los mentados guardianes, con los wakandianos, con Bruce, Fury, Hill y algunos de los prófugos, pero aún no había ni rastro de Steve.

Un pitido se dejó escuchar por toda la estancia en la que se encontraban, y Shuri salió corriendo, siendo seguida por el grupo, que intrigados, la siguieron.

Al llegar al hangar de la torre, vieron como una aeronave aterrizaba, y abría sus compuertas, dejando salir a algunos wakandianos, siendo seguidos por Natasha, quien había tinturado su cabello, y ahora lo lucía rubio, seguida a ella bajo Barnes, quien lucía diferente y ahora tenia un nuevo brazo, el cual estaba hecho de vibranium.

Y por último y llevando en brazos al castaño pequeño, bajo Steve.

A Tony, que se encontraba entre los primeros, se le heló la sangre. El hombre que había descendido de aquel transporte no era Steve, o si lo era, pero estaba... Diferente.

Ya no había rastros de la mirada cálida, cargada de inocencia, solo había dolor y experiencia. La mirada se le había oscurecido, se veía más fuerte, más imponente, más gallardo, y la barba, que se había dejado crecer, adornaba su rostro, y cargaba a un pequeño niño castaño en sus brazos.

Todos se quedaron completamente asombrados ante este hecho, y en especial Tony, quien no se esperaba algo como esto.

Se hicieron las respectivas presentaciones, y se saludaron los viejos camaradas, en honor a los viejos tiempos.

Para nadie fue un secreto lo ocurrido durante la guerra civil, y para nadie tampoco paso desapercibido el hecho de que, pese a saber todos los detalles, fue Steve el que se rehusó a acercarse siquiera a Tony, o el hecho de que este se viese triste, temeroso, dolido y completamente arrepentido.

***

El castaño se sentía terrible consigo mismo, ver a Steve había sido sumamente difícil, se sentía como una basura, como un miserable, como lo más ruin de este planeta. Pero debía hacer a un lado esto, tratar de dialogar con él y buscar su perdón.

También estaba la intriga que le generaba el conocer la identidad del niño y saber que relación o parentesco tenia con Steve.

Tenía una hipótesis, una que cobraba fuerza cada vez que prestaba atención al pequeño renacuajo y al rubio, como por ejemplo, el tono de su piel, algunas de sus expresiones, la forma de su cara y sus labios.

Todo esto apuntaba a una sola dirección, pero aquello era imposible, no.

Tomo aire varias veces, y se secó discretamente las manos sudorosas, para aprovechar que el cuarteto venía y acercarse, para tratar de entablar una conversación con Steve.

Su plan marchaba de maravilla, y la primera parte le estaba saliendo a pedir de boca. Estaba a punto de lograr su objetivo, cuando la rubia y el castaño interrumpieron su paso.

—ni pienses en acercartele, ya hiciste bastante— dijo severa y amenazante la rubia.

—Natasha, esto no es asunto tuyo, así qué quitate y dejame pasar, necesitó aclarar algo con Steve— exigió, mientras trataba de abrirse paso, para llegar a donde se encontraba el rubio.

—dejalo en paz, Stark, ya le hiciste suficiente daño. ¿Lograste ya tu ansiada venganza? Bien, así que ahora dejale tranquilo — exigió el castaño de ojos claros, mientras le miraba duramente.

—Tu no te metas en esto, imbécil, dejame hablar con él. Si no hubieras aparecido, nada de esto jamás hubiese ocurrido — reclamó sumamente molesto, y empezando a llenarse de frustración y furia.

—oh! Nada de eso, Stark, yo regrese, si, y se que cause mucho dolor y sufrimiento, y el estar bajo control mental no me solventa del respectivo castigo por mis malas acciones, pero que hay de ti, que aún siendo el problema entre tu y yo, arrastraste a Steve hasta el fondo, y lo usaste para descargar tu maldito resentimiento. Eso fue cobarde, sabes, muy ruin para alguien que se vanagloria a si mismo de ser un genio. Bien, hecho el daño, sé hombre y enfrenta las consecuencias de tus actos, y lo que ellas acarrean consigo. Si Steve llega a odiarte, no le veo problema, después de todo, seria el pago adecuado a tu desprecio — le dijo con una seriedad que escondía molestia e ira, para luego retirarse junto a la rubia y al rubio, que posteriormente le alcanzó, en compañía del castaño menor.

Tony se quedó parado en su sitio, y si no se viera el movimiento de su respiración, fácilmente se podía pesar que se trataba de una estatua. Las palabras de Barnes le habían irritado y dolido, pero, por más que lo negara, el castaño de ojos claros tenia la razón

Por más que le doliese aceptarlo, ese era el pago a todo el daño causado y debía vivir con ello.

Fábula de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora