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No entendía qué le había dado a la gente con decirme con quién podía ir y con quién no, pero que Darik lo hiciese fue la gota que derramó el vaso. Estuve de morros toda la mañana, y Will tuvo que aguantarme. Se burló de mi mal genio, y recalcó que no tenía que hacer caso a su hermano. Ahora entendía por qué no había tenido reparos en llamarlo gilipollas.

―Venga, vamos a comer algo ―dijo Will, tirando de mi hacia la cafetería.

Entonces, me di cuenta de que tenía mi almuerzo en mi taquilla. Gemí, deteniéndome, y la dije que se adelantase. Apenas llevaba tres días en aquel lugar, pero ya estaba deseando que el curso se acabase. O que fuese viernes, con tal de poder quedarme en la cama hasta tarde. Había intentado convencer a mi madre de que anulase las charlas con la orientadora, pero resultó imposible, sobre todo cuando dije que, si estaba enfadada por estar en aquel país, era en realidad culpa suya y no mía. Mi madre volvió a decir que era evidente que no me estaba tomando nada bien el cambio, lo que reforzó más su idea de que necesitaba hablar de aquello con alguien profesional. Suspirando, metí la combinación de mi taquilla y saqué de allí mi almuerzo. La cerré de un portazo, y entonces vi una figura a mi derecha. Me sobresalté, girándome de golpe a quien reconocí de inmediato como Jax. Fruncí el ceño, mirando a mí alrededor. El pasillo estaba completamente vacío a excepción de nosotros, y no le había oído llegar.

―Hola Gía ―me dijo con aire indiferente, apoyándose contra las taquillas.

Enarqué una ceja, entre confundida y curiosa del por qué me estaba hablando, aunque podía hacerme una idea.

―Hola, Jax.

Él frunció el ceño.

―¿Cómo sabes mi nombre?

―¿Cómo sabes tú el mío?

Sonrió de lado, como si acabase de decir la mayor tontería del mundo.

―Eres nueva y extranjera, ahora mismo eres como una mota negra en un mar blanco. Eres la comidilla del instituto.

―Bueno es saberlo... ―murmuré.

―No me has respondido.

Lo miré y me crucé de brazos. No pensaba decirle que sabía quién era gracias a lo que me había contado Will. Ella me mataría, y no quería ponerla en un compromiso.

―No tengo por qué hacerlo ―le dije, desafiante.

Él me contempló de arriba abajo, haciéndome sentir algo incomoda, pero no dejé que lo notase.

―Tienes carácter, me gusta. Encajarías bien entre los míos.

No entendía por qué, pero en aquel sitio parecían existir dos bandos. Darik se había referido a Jena como ''esa gente'', igual que hizo ella al decir ''personas'' de aquella forma tan despectiva. Y luego estaban Will y Jax, y el odio que parecían profesarse sus familias y que les impedía estar juntos.

―Déjate de rodeos y dime qué quieres.

―Y también eres lista ―contestó, porque era evidente que no habría hablado conmigo de no ser para conseguir algo―. Eres amiga de Will, ¿verdad?

Y ahí estaban, mis sospechas de su razón para hablar conmigo confirmadas. ¿Will y yo éramos amigas? No estaba segura, pero nos llevábamos bien. Además, no se me había pasado por alto el anhelo en sus ojos al decir el nombre de Will. Me mordí el labio antes de contestar.

―Puede, ¿por qué?

Él puso los ojos en blanco ante mi negativa de responderle sus preguntas, lo que me hizo reír. Finalmente, suspiró y dijo:

In my bloodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora