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IMPORTANTE: No sé si os gustarán los capítulos largos o no, pero este lo es y me gustaría que lo leyeseis hasta el final porque trata un tema que para mí es muy importante: la igualdad de género. Muchas gracias.

―Sigo sin creer que sea buena idea que estemos aquí... ―murmuró Will detrás de mí.

―Tonterías. Hoy vas a pasártelo bien, ya verás; además, quiero saber cómo es una fiesta americana. ¿Tendrán esos típicos vasos rojos de plástico? ―pregunté, poniéndome de puntillas y mirando por encima de las cabezas de todas las personas que había allí.

La oí bufar y no pude evitar sonreír. La tenía bastante cansada con todos mis estereotipos americanos. El jueves, tras llegar por fin a casa después de todo aquel día lleno de emociones, me dije a mí misma que no iría a la fiesta. No conocía a Jena de nada, y tampoco es que me inspirase mucha confianza. Pero, tras ver a Will tan decaída todo el viernes, la convencí que ir a una fiesta era exactamente lo que necesitaba. Al principio, la idea no la hizo mucha gracia, pero acabó accediendo. Obviamente, omití el detalle de quién me había invitado a la fiesta. Convencer a mis padres tampoco fue muy difícil; mi madre se alegró de que por fin tuviese interés en salir de casa para algo que no fuese ir al instituto. Will tiró de mí, haciendo que nos detuviésemos en plena entrada.

―Gía, hablo enserio. Aquí hay gente a la que no le caigo nada bien... ―murmuró, mirando con nerviosismo a nuestro alrededor.

―¿Y qué más da? La mayoría están borrachos, no se darán cuenta ni de donde están. Y ¿desde cuándo te importa lo que piense la gente de ti?

Fruncí el ceño, intentando contar las veces que Will había respondido con un corte de mangas a la gente que le decía algo poco amable. No entendía por qué parecía caerles tan mal, pues, a pesar de su aspecto de macarra, era realmente guay. Con sus toques bordes, pero guay al fin y al cabo.

―Ya, pero...

Antes de que pudiese decir nada más, tiré de ella y nos metimos entre la gente. No conocía a nadie, salvo a alguna que otra cara conocida por compartir clase con ellas. El agarre de Will se hizo más intenso en mi mano cuando llegamos a la cocina. Todas las miradas se pusieron sobre nosotras. Una chica, que estaba apoyada contra el frigorífico y con uno de los vasos rojos que tanto quería ver en la mano, enarcó una ceja y dijo:

―¿Qué haces tú aquí? ―preguntó, refiriéndose a Will.

Me giré, dándome cuenta de que la conocía; estaba en mi clase de Inglés.

―Déjala en paz, Leslie. ¿Dónde se puede conseguir bebida aquí?

Ella entrecerró los ojos y dijo:

―Es Lea, no Leslie.

―Como sea ―dije, haciendo un ademán y quitándole hierro al asunto.

Ella me fulminó con la mirada y se despegó del frigorífico, como si tuviese intención de abalanzarse sobre mí, pero entonces la voz de Jena intervino.

―Sé más amable, Lea.

La miré y ella me sonrió, pero su sonrisa se esfumó cuando vio a Will a mi lado. Como si ya fuese costumbre, ambas se dedicaron una mirada de odio.

―Recuerdo haberte invitado solo a ti, G ―me miró―, y no a ella.

Sonreí con inocencia y me encogí de hombros.

―No dijiste que no pudiera traer a nadie.

Ella me miró, como debatiendo, y finalmente suspiró.

―Está bien, puede quedarse. Pero cuidado con lo que haces, lobita.

No se me pasó por alto el tinte amenazante de su voz. Nos indicó dónde estaba la bebida y se fue. Miré a Will con el ceño fruncido.

In my bloodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora