Capítulo 5. Yonghwa

434 25 1
                                    

Apenas tenía sus ojos abiertos cuando comenzó a entrar gente al local. Todos saludaron con un movimiento leve de cabeza a Yonghwa y se sentaron junto a él, formando un círculo. Todos sacaron sus guitarras y comenzaron a trastearlas antes de que Yonghwa comenzase a dar sus indicaciones. No están todos, pensó. Faltaba Shinhye. Aquella chica torpona que había dejado atrás unas horas antes en la cafetería. Miró su reloj de muñeca y pensó que todavía era temprano para que llegase.

-          Chicos, ¿qué tal si tocamos una canción todos juntos? – Pero todos se negaron, avergonzados de sus cortas habilidades, por lo que Yonghwa comenzó a tocar sólo una canción alegre que todos comenzaron acompañar con palmas. Aquella música le hizo espabilar un poco y se animó bastante. Hoy tras cerrar el local, la encontraría.

Pero un ruido inoportuno hizo que los dedos de Yonghwa pararan de tocar. Miró a sus espaldas. El ruido inoportuno no era sino Shinhye. Ella estaba parada en la puerta, la que había sido demasiado ruidosa al entrar. Yonghwa la miró con cara de pocos amigos y apretó fuerte sus labios y volvió a mirar a sus alumnos.

-          Vamos a comenzar. – todos cogieron sus guitarras y se pusieron en posición - ¿No te vas a sentar? – Shinhye afirmó con un movimiento tímido y se sentó en el único sitio libre que había entre los alumnos, justo frente a él.

Yonghwa la miró de reojo, tapándose con su flequillo. Estaba mirando a los demás alumnos, como si estuviese perdida en el modo de poner la guitarra. Como si no supiese qué hacer con los dedos ni con las cuerdas. Un ave sin saber volar dentro de un nido lleno de serpientes. Yonghwa se levantó, sorprendiendo a todos los alumnos y se dirigió a Shinhye, quedándose en cuclillas frente a ella.

-          Escucha. Pon bien la guitarra – ella, sorprendida, apenas podía mover las manos y él se la colocó bien en las rodillas. Y cogió una de sus manos para que cogiese la guitarra por el mástil, sin soltarla, la apretó fuerte. – Sostenla así, que no se te caiga.  Esta mano tocará los acordes. Pon este acorde, es el que aprendimos el otro día.

Shinhye no podía mirarlo de la vergüenza e intentaba sostener la mirada en su guitarra. Su corazón estaba tan acelerado que sólo podía sentir el tacto de su mano en la suya. Un hormigueo le recorría todo el brazo hasta llegar a su corazón. Se mordió el labio y cerró fuertemente los ojos. Cuando los abrió poco a poco Yonghwa la miraba detenidamente, sin cogerle la mano, y se dibujó una sonrisa en su rostro mientras se levantaba y volvía a su sitio. Shinhye mantenía fuertemente cogido el mástil, como si fuese a escapar de ella si se movía.

Yonghwa tosió una vez para quitar aquella sonrisa de su cara y comenzó las indicaciones para la clase. Todos le siguieron, incluso Shinhye.

Había sido muy graciosa la situación, Shinhye se había puesto muy nerviosa y él lo había sentido. Como si al mirarla supiese lo que estaba pensando, que no lo pensaba en silencio sino a voces. Sus gestos reflejaban la vergüenza que había pasado.

Pero había sido gracioso, sólo eso. Poner nerviosas a las chicas se había quedado muy atrás en los objetivos de su vida, ahora tenía cosas más importantes qué hacer. Simplemente lo dejaría como una anécdota. Pero es que aquella chica siempre impedía que se fijase en otra cosa, siempre llamaba la atención de alguna manera.

No dejó de mirarla inconscientemente. Pasaba sus ojos de la guitarra a la guitarra de ella y levantaba la mirada hasta encontrarse con la de ella, quien la quitaba rápidamente como si hubiese sido amenazada en convertirse en piedra.

Cuando la clase terminó Yonghwa comenzó a tocar él solo para homenajear el esfuerzo de sus alumnos. Todos animaban con las manos. Shinhye no, tenía sus manos encima de sus rodillas y estaba eclipsada por el sonido que desprendía la guitarra de Yonghwa. Él la miró y sintió como si su ánimo aumentase el doble, como si sus manos y comenzó a cantar.

EnredosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora