- No te entiendo Leemin, habla claro. – le espetó Shinhye.
- Shinhye… - murmuró Leemin – Tu hermano está aquí.
Shinhye miró a ambos lados, excrutó la habitación con la tenue luz de la lámpara. Había anochecido rápido para ser verano. No dejó caer la mano de LeeMin, pero sintió como esta le apretaba un poco. La miró y vio cómo su amiga caía por los efectos de los calmantes. La dejaría descansar.
Salió de la habitación y paseó por el pasillo con luz blanca. Y con la cabeza cabizbaja, la mirada en el suelo, deambuló por el laberinto de pasillos hasta que se rindió y se sentó en un banco de plástico pegado a la pared. A LeeMin le gustaba bromear, y bromeaba a cada instante intentando que Shinhye siempre sonriese, lo que no era muy difícil.
No paraba de mover las manos: las entrelazaba, daba pequeñas palmadas con ellas, cruzaba los brazos. Estaba inquieta por lo que había dicho LeeMin, y quién no. Hacía mucho tiempo que su hermano la había abandonado en aquel orfanato. No estaba triste por haber vivido allí durante toda su vida, hasta ahora, pero que tu única familia se desprendiese de ti hacía que Shinhye se sintiese más vacía de lo normal. Y nadie podía llenar aquel hueco si no era su hermano.
Un sonido estridente le hizo salir de su ensoñación y coger el móvil. Las perlitas de su adorno tintineaban entre sí mientras desbloqueaba la pantalla. Era un mensaje instantáneo de un número que no… “Yonghwa” rezaba el título. Shinhye se sobresaltó, casi tirando el móvil al suelo. Lo cogió mejor y se lo acercó a la cara, como si acercarlo a los ojos iba a resolver aquel misterio. ¿Por qué tenía el móvil de Yonghwa guardado? ¿Cuándo? Leyó el mensaje. “Shinhye. Te guardé mi número de teléfono el día que te lo dejaste en el local de clases. Yo también me guardé el tuyo, espero que no te importe. Sólo quería saber cómo estaba tu amiga. Espero que bien. Nos vemos mañana. ¡Ah! El evento con los niños salió muy bien aunque todos dijeron que os echaron de menos. Adios, buenas noches.”
No podía creer lo que acababa de leer. Todavía tenía los ojos abiertos, pese a que ya notaba que necesitaba pestañear. Se lo volvió a acercar a los ojos, volvió a leerlo, volvió a retirarse el móvil y lo bloqueó. Miró al frente y comenzó a reaccionar de manera torpe. Pero no de la esperada. Corrió hacia la habitación de LeeMin para contárselo pero cuando llegó a la puerta, que estaba entreabierta, recordó que su amiga dormía y que por tanto no se iba a enterar de nada. Volvió a mirar el móvil y se dirigía a contestar cuando escuchó una voz dentro de la habitación. Shinhye no conocía a ningún pariente de LeeMin y le supo mal no llamarles, pero LeeMin nunca hablaba de ellos. Supuso que no tendría familia, como ella.
Estaba mal espiar tras la puerta pero Shinhye apenas se acercó, la voz de un hombre retumbaba en la habitación. No supo cómo LeeMin no se despertó. Era grave, pero juvenil, no pasaría de los 30 años. ¿Sería hermano de LeeMin?
- LeeMin… No puedo creer que te vuelva a ver… - Shinhye se mordió el labio, dudosa. ¿Quién era aquel tipo? No sabría si iba a estar bien entrar rápidamente en la habitación. Se sobresaltó, ¿no sería un ladrón, verdad? Movió la cabeza rápidamente. No podría serlo, esto era un hospital y LeeMin no tenía nada encima. Volvió a acercar la oreja – LeeMin… Gracias por cuidarla… Está tan mayor, es toda una mujer… Aunque no se parezca físicamente a ti, tú eres lo más cercano que tiene… Me recordó mucho a ti cuando tenías su edad… - ¿De qué estaba hablando? ¿Aquel hombre sabía de su existencia? ¿O estaría hablando de una mascota? Para sorpresa de Shinhye, la voz de LeeMin también inundó la habitación – Estará tan contenta de verte… Le has hecho mucha falta, ¿lo sabes, verdad? – la voz de LeeMin se apagaba por momentos, como si el sueño la volviese a conquistar – No vuelvas a irte, no nos vuelvas a dejar solas…
ESTÁS LEYENDO
Enredos
FanfictionLa familia siempre te protegerá, velará por tu bienestar y te querrán por siempre. Hasta que la realidad atropella tus sentidos y finalmente no queda nada. Sin padres y sin hermano, Park Shin Hye tendrá que afrontar ser una huérfana y labrarse su fu...