Capítulo 6. Yonghwa

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Yonghwa se encontraba en la sombra de los centenarios árboles que rodeaban todo el complejo. Y había encontrado a Shinhye donde menos se hubiese esperado: en aquel orfanato. Cuando comenzó a distraer a los niños vio en ella la misma imagen que su hermana. Ella hubiese deseado estar en su lugar, cuidar de aquellos pobres niños que no tenían a nadie y que a la vez formaban una gran familia.

Sonrió al imaginarse la imagen de su hermana, y al recordarla sintió deseos de pertenecer a aquel sueño. Se dirigió hacia el grupo de niños junto a Shinhye y le arrebató la guitarra de las manos y con mucha maña le arregló la cuerda sin ningún reparo. Había sido una casualidad encontrarla allí pero ella seguramente pensaría que la habría seguido o que él mismo leía las mentes. Por un momento se vislumbró una sonrisa en la cara del chico, era tan estúpida la idea de leer mente que Shinhye pensaría que sería verdad.

Cuando comenzó a cantar aquella canción nunca se imaginaría que la volvería a cantar en aquella situación: en un orfanato y rodeado de niños y con Shinhye. Siempre la había tocado en silencio, en sus largas noches en Europa. Esperando una llamada de su hermana, una llamada de atención por su parte, o de ayuda. Hubiese venido volando en cualquier situación.

En un momento de la canción abrió los ojos y encontró a Shinhye sorprendida y atenta a cada nota musical que derrochaba por todo su cuerpo, no podía quitar la interesada mirada de Yonghwa. Quizás le gustaba mirarlo cuando cantaba, porque era lo más parecido a un ángel que ella había visto. Él sonrió y siguió cantando mientras divisaba a todos los niños, quienes se movían de un lado a otro animándolo. Quizás si se hubiese detenido el tiempo podría volver a cerrar los ojos y encontrar a su hermana a su lado, la sentía cerca, como si en realidad lo estuviese escuchando.

Volvió a mirar a Shinhye y la vio cerrar los ojos y a gusto, escuchar la canción mientras una tierna sonrisa le surcaba su cara. No sabía cómo desastres había entrado Shinhye en su vida si ni siquiera quería o hacía esfuerzo alguno en tocar la guitarra. Pero allí estaba, él junto a ella, tocando aquella canción que nunca había salido a la luz hasta ahora. Shinhye se la había sonsacado sin intención, porque le recordaba tanto a ella…

Hermana, pensó, te gustaría Shinhye…

Y entonces, paró de tocar la canción en el final. Todos los niños aplaudieron y él lo agradeció chocando las palmas de los más cercanos o tocando la cabeza de las niñas a su lado. Y cuando miró a Shinhye todavía mantenía los ojos cerrados con la misma expresión que anteriormente, en su cabeza parecía como si la melodía seguía sonando.

        -      ¿Estas durmiendo? – le espetó Yonghwa para sacarla de la ensoñación. Ella rápidamente abrió los ojos, sorprendida.

        -       ¡Oh, no no! ¡Cantas muy bien! – dijo levantando las manos y negándolo rotundamente.

        -       Pues si tienes sueño no te duermas delante de mí – ella frunció el ceño y apretó los labios.

        -      Que no estaba durmiendo – dijo mientras veía que Yonghwa se incorporaba y le daba su guitarra. - ¿Ya…? – susurró.

        -       Mañana nos vemos, hay clase. – se dio media vuelta mientras iba despidiéndose con la mano a todos los niños, quienes gritaban que volviese. - ¡Sí, lo haré! ¡Adiós!

Yonghwa apretó el paso y rápidamente se alejó de aquel cartel, andando por la calle. Pero se paró en seco y volvió la cabeza. Mientras cantaba había sentido como aquella canción lo llevaba hacia su hermana pero frunció el ceño, dudoso, y siguió su camino hacia delante. No sabía dónde buscar ahora. No quería ir a aquel sitio… Pero algún día tendría que hacerlo, y no tenía otra pista para seguir. Así que llamó a un taxi y le dijo la dirección de su casa, su antigua casa.

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