Capítulo 10. Yonghwa

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Estaba derrumbado en la cama. Un brazo estaba apoyado en su frente mientras que el otro reposaba en su estómago. Parecía que había sido arrollado por un gran camión pero aun así no pudo conciliar el sueño. Su mente divagaba una y otra vez y nunca estaba tranquila para poder dormir. No sabía si era por el cambio de residencia. En un día había cogido lo poco que trajo desde Europa y lo había llevado a aquella gran mansión. Era una de las condiciones que le impuso ella, a pesar de negarse varias veces. Todavía no sabía por qué había aceptado, ni por qué tenía tanta insistencia ella de que estuviese viviendo allí. No se llevaban bien y dudaba que aquello cambiase. Aquella figura había sido un elemento clave para que su familia se desmoronase poco a poco, quedando totalmente rota.

Cuando su hermana se enteró de aquello, unos años mayor que Yonghwa, corrió a por él y lo llevó a un parque lo más lejos de casa. Él lo tomaba como algo divertido, una especie de excursión, pero su hermana estaba continuamente preocupada, aunque tuviese una sonrisa en su cara. Al día siguiente su madre lo estaba llevando a rastras por el aeropuerto. Aquella mañana su hermana no estaba en casa, y le tuvo mucho rencor por ello. Si ambos hubiesen estado en casa sí podrían haber visto una última vez, además confiaba en que ella podría haber convencido a su madre de que viviese en Corea. Pero el odio hacia su hermana comenzó a convertirse en necesidad, la necesitaba. Nunca le reprocharía nada acerca de aquel día, simplemente no dio lugar que estuviese en casa. Algún día le preguntaría la razón.

Suspiró y se puso de lado en la cama. Era enorme, además de la habitación. Podía perfectamente vivir allí sin salir al gran comedor o a la cocina, ya que le llevarían la comida si así lo pedía. No supo reconocer aquella habitación cuando llegó, todo estaba redistribuido, los muebles cambiados, los colores... Chae Jung Ahn había revuelto su casa, literalmente también.

Finalmente se incorporó de la cama. Cuando Chae Jung Ahn le puso condiciones no pudo poner más cara de negación que la que tenía de por sí viviendo allí, pero escuchando sus planes, no los rechazó después. Además, ella le aseguraba que tenía a un buen detective investigando los pasos de su hermana. Todavía no sabía si confiar en ella o no. Pero ojalá la encontrase.

Aquella noche cuando llegó con su humor de perros, ella le recibió con una respuesta peculiar. Su carácter era seductor, pero a la vez fuerte. Una especie de bruja que hechizaba a todo aquel con quien podía mantener una conversación. Seguramente fue una de las virtudes que hizo que su padre perdiese la cabeza. Lo convenció para que diese un pequeño concierto en uno de sus eventos. Nada del otro mundo, era un evento mediocre en un orfanato y creía que Yonghwa le serviría. Yonghwa se mordió la lengua cuando ella le instigó a realizar aquella faena, no quería trabajar para nadie, no quería relacionarse con ella siquiera. Ni que lo viesen. Pero aceptó al enterarse qué orfanato era. Pensó de manera instantánea en Shinhye. Había estado toda la tarde con ella y el orfanato aquel fue otra vez a sus oídos. ¿Estaría Shinhye en aquel evento?

En ese momento no pensó porqué, pero después se cuestionó el pensamiento continuo hacia Shinhye. ¿No tenía algo más importante qué hacer? ¿Por qué no pensaba más en su hermana y menos en sí mismo? Pero él no pensaba en sí mismo, sino en ella una y otra vez. En cómo, torpe, realizaba las acciones de manera humorística, como sonreía avergonzada, como cerraba los ojos y contenía la respiración al escucharlo cantar... Se llevó las manos hacia la cabeza, evitando que el pelo hiciese contacto con su frente. ¿Qué le pasaba? No podía dejar que Shinhye siguiera en su cabeza. Volvió a Corea por su hermana y sería la única misión que tendría en su mente.

Pero cuando aquella mañana terminó de empaquetar sus pocas pertenencias y ordenó que las dejaran en la habitación que le habían dispuesto en aquella mansión, corrió hacia la parada de taxis más cercana para poder llegar lo más pronto posible al orfanato. En sí ya llegaba tarde. Chae Jung Ahn le dejó claro que ella estaría allí desde muy temprano, aburrida, y que esperaba que asistiese lo más puntual posible. Pero Yonghwa comenzó a no hacerle caso desde primera hora, no adrede. El deseaba llegar hacia aquel orfanato y además de ver a los niños del día anterior, ver de nuevo a Shinhye. Nada le servía haberse preparado psicológicamente aquella noche, esperaba con ilusión reencontrarse con ella. A cada movimiento, a cada palabra que podía salir de su boca, a cada gesto en su dulce cara... Le recordaba tanto a su hermana... Pero en su pecho afloraba otro sentimiento muy distinto, enigmático y tenía miedo de fracasar.

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