En estos casos Hermione siempre se preguntaba cómo era posible que ella, la bruja más inteligente de todo el curso, terminara defendiendo a muerte su vida. Si era sincera esa vez se lo había buscado... más o menos. Había tenido que hacer caso a Harry -de nuevo- e ir a impedir que Lord Voldemort volviera a la vida. Se tuvieron que colar en medio de la final de los Tres Magos, arriesgando mucho más que su vida. Lograron cosas que muchos magos y brujas de su edad jamás soñaron pero no contaron con que en pleno cementerio la rata de Ron volviera a aparecer y capturara a Harry en una estatua y a Ron y ella les hiriera gravemente.
Era estos los momentos a los que Hermione se refería. El sudor bajaba frío por su frente, su corazón quería huir antes que ella, sus piernas se quedaban inmóviles y su tan famoso cerebro le abandonaba justo cuando más lo necesitaba. Con horror vio cómo Colagusano echaba un cuerpo raquítico en un caldero. Apenas pudo diferencias la forma de un bebé entre las mantas en las que estaba envuelto. A continuación, el mago se aproximó hacia Harry. El sonido de su corazón zumbó en sus oídos al ver el brillo de un cuchillo en su mano. Su respiración se detuvo para volver a funcionar súbitamente cuando en vez de matarle, realizó un descuidado corte para sacar unas gotas de su sangre y verterlas al caldero. Y a todo ello ella no hizo nada, pensó con rabia.
¿Para qué servía todas las noches en la biblioteca? ¿Todos los libros estudiados de arriba abajo? ¿Todas las prácticas nocturnas? Ni siquiera podía salvar a sus amigos de un idiota que había sido rata los últimos años de su vida.
Sin escuchar los gritos de Ron ni las llamadas de Harry, olvidó el miedo y lo sustituyó por determinación. Sus piernas le escucharon y salió corriendo olvidando su varita a lo lejos. Corrió como en su vida directa al caldero, al centro de donde procedía el mayor cúmulo de magia negra que jamás había visto. Y, como una auténtica hija de muggle,s no usó la magia sino que derribó con su propio cuerpo el caldero. No creyó que la magia negra fuera tan opresora. Al fin y al cabo era magia. No tenía por qué impedir su respiración, ni que sus ojos permanecieran abiertos. Tal vez la magia negra no fuera todo lo que le estaba rodeando. Lo último que recordó fue internarse en la gran nube de humo antes de que todo desapareciera a su alrededor.
-¡ ¡ ¡HERMIONE! ! !
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Atada al señor oscuro
FantasyLa historia no es mía la saque de un fanfiction pero quería que más gente disfrutara así que los derechos son de la autora