La perdida

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Se tropezó sobre piedras caídas. Alzó la mirada y sólo pudo ver polvo, hechizos perdidos y el ruido de gritos de angustia, dolor y maldiciones.

Voldemort la entregó rápidamente su varita y la obligó a avanzar fuera de la sala. El regreso a su hogar no fue tan bueno como esperaba. Los cuadros estaban en su mayoría tirados por el suelo, o sino rasgados o cubiertos de sangre. Algunas paredes habían caído de la fuerza de los hechizos. Miembros de la Orden y alumnos luchaban por sus vidas contra vampiros, licántropos y mortífagos.

Hermione distinguió por fin a la primera persona mientras Voldemort caminaba hacia quién sabe dónde. Neville se encontraba a punto de ser devorado por un licántropo de la manada de Greyback. No tardó en ayudar. Lanzó un hechizo que mandó a volar al lobo y dio tiempo a Nevilla a agarrar de nuevo su varita. La mandó una mirada asombrada sin creerse que la chica estuviera de regreso y siendo arrastrada por Lord Voldemort.

-¡Hermione!

El licántropo pronto le tuvo ocupado de nuevo.

Al llegar a la altura del gran comedor no pudieron avanzar tan deprisa. Voldemort se tuvo que implicar en la batalla contra la Orden, mientras que Hermione se defendía a sí misma, y por descontado la espalda de Voldemort, y a cada amigo o miembro de la Orden que veía en problemas. Era algo complicado teniendo siempre una mano retenida, pero estaba consiguiendo más de lo que creía.

El Comedor estaba completamente destrozado. Las mesas estaban partidas y eran usadas de escudo. Algún cuerpo que había caído no volvía a ser visto entre los hechizos y vampiros.

Las maldiciones perdidas eran lo más peligroso, y dado que estaba en la misma línea de tiro que Voldemort, también tenía que contar con los ataques concentrados de la Orden.

-¡Maldita sea, no le ataquéis! ¡Hermione está en medio!

Hermione logró que otro mortífago saliera disparado, mas se detuvo al escuchar la voz de Ron.

-¡Ron!

Voldemort apretó el agarre en su brazo hasta hacerlo casi doloroso. Aún así no dijo nada y siguió concentrado en la batalla.

-¡Hermione, tienes que escapar!- gritó Ron medio escondido tras unos trozos de pared.

-¡No, Ron!- le cubrió de otros mortífagos que se acercaban a su posición- ¡Escapad vosotros, yo puedo protegerme sola!

-¡¿Qué tonterías estás diciendo? !- Ron se cortó cuando tuvo que esquivar nuevas maldiciones, devolvió hechizos como pudo- ¡Este no es un lugar seguro! ¡Aquí nadie puede protegerse! ¡Maldición, he dicho que no le ataquéis!- gritó hacia algunos de los miembros de la Orden.

-Tsk, se acabó- gritó de pronto uno de la Orden- ¡Imperio!

Hermione sintió su cuerpo lejano de pronto, como si ya no fuera suyo. Sólo quería una cosa y era caminar de frente, dirigirse al frente a pesar de atravesar una batalla. Obedeció sin dudarlo.

Voldemort maldijo cuando Hermione se quiso liberar de su agarre. Tiró de ella hacia él sin apenas conseguir resultado. Desvió nuevas maldiciones y divisó al mago responsable del Imperius.

-¡Avada Kedavra!

-¡Maxima Bombarda!

.

Que en medio de una guerra hubiera momentos de silencio nunca era buena señal.

Hermione se llevó la mano su cabeza dolorida. Poco a poco pudo recobrar el sentido y ver todas las maldiciones que seguían volando sobre ella. El comedor había desaparecido y en su lugar sólo quedaban escombros. ¿A quién se le habría ocurrido la brillante idea de lanzar un borbarda a plena potencia en medio de una guerra? Con ese tipo de hechizos nunca se sabía el alcance ni si ibas a dañar también a compañeros.

Atada al señor oscuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora