Traiciones o revelaciones

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Voldemort no pudo repetir las experiencias de la tarde cuando se fueron a dormir. Hermione de verdad se había enfadado con él y había decidido responderle sólo en lo mínimo necesario. Por lo demás admitía su presencia hasta un cierto nivel para seguir dándole magia, pero eso era todo. En la noche ni siquiera le miró y se acostó sólo cuando él se fue a dormir, tensándose en su abrazo.

Voldemort suspiró cuando la chica cayó dormida, buscando su toque inconscientemente. Era una cabeza a cada minuto que estaba despierta pero su conciencia sabía lo que quería y necesitaba.

La mañana no fue diferente. Hermione se despertó sin decir una palabra, se fue al baño como tenían acostumbrados y tardó los quince minutos justos. Normalmente le dejaba algún minuto para que no se sintiera nunca sin magia pero aquella vez ni le dirigió una mirada cuando la agarró.

-¿Quieres algo especial de desayunar?

-¿Puedo elegir? Creí que era tuya en todos los aspectos y tú podías tomar todas las decisiones de mi vida- sabía que se estaba comportando como una niña de cinco años pero no la importaba. Aquel mago conseguía sacar lados de ella nunca vistos, ni siquiera cuando tenía los cinco años.

Voldemort llamó al elfo haciendo uso de toda su paciencia. Le ordenó que le trajera a ambos lo mismo para desayunar y se sentó en la cama, obligando a Hermione a seguirle. Al tercer segundo el elfo apareció disculpándose como si le fuera la vida en ello por la tardanza. La chica le sonrió cálidamente.

-No has tardado nada, no te preocupes.

El elfo la mandó una mirada dudosa antes de desaparecer.

-¿Es más merecedor el elfo doméstico de recibir tu atención que yo?

De reojo vio la letal mirada de Voldemort. Se dio valor antes de responder.

-El elfo no ha exigido mi matrimonio sin pedirme la mano.

-Es un elfo doméstico.

-Yo una hija de muggles.

La mirada de Voldemort se entrecerró.

-Tú eres diferente.

Un sonrojo cubrió las mejillas de la chica. Había sido un buen movimiento por parte del hombre, pero no iba a caer tan fácilmente.

-¿Por ser yo o por mi situación?- inquirió sabiendo de antemano la respuesta. En cambio el silencio fue todo lo que la respondió. Miró finalmente a Voldemort, sin saber que se encontraría con una sorprendida mirada.

-Hermione, yo no pediría la mano a una bruja a la que no quisiera para mí. Tu situación no tiene que ver con ello.

¿Cómo hacía aquel mago para irritarla y deleitarla con el mismo comentario?

-Por última vez, no me lo has pedido.

Voldemort invocó más paciencia. Dominar el mundo no parecía tan complicado como satisfacer a la bruja. Parecía que había ciertas cosas que tendría que hacer para cumplir ambos objetivos.

Hermione creyó estar soñando cuando Voldemort la soltó y se hincó con una rodilla en el suelo delante de ella.

-Hermione, sabes que no vas a obtener eso de mí, pero eres una bruja lista. Esperaba que el significado de mi decisión fuera tu respuesta.

Se estaba atando voluntariamente a ella, pensó con asombro en el significado. Le miró pasmada sin creer el camino de sus pensamientos. Voldemort asintió.

Hermione no recordó ninguna otra ocasión en la que se lanzara a los brazos del Señor Oscuro y le besara esta vez pillándole desprevenido. Rió con alegría cuando le consiguió tirar al suelo, ganándose una mala mirada que no menguó en absoluto su estado de ánimo. Voldemort mantuvo su beso cuando se fue a separar, pasando una mano con su nuca y profundizándolo dejándola al límite de oxígeno.

Atada al señor oscuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora