Capítulo 3

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Después de una semana de la llegada de Mat, Sam seguía con sus planes para encontrarle una novia. Me parecía increíble que quisiera hacerle eso a su hermano sin consultarle, pero cuando algo se mete en la cabeza de Samantha Stafford, difícilmente lo sacas de ahí. Tuve que quedarme callada, ya que lo único que podía hacer era fingir que estaba de acuerdo ayudándola.

No lo había visto desde aquella noche, porque cada vez que ponía alguna excusa para ir a visitar a Sam, ella decía algo y terminábamos viéndonos en mi casa o algún otro lugar. Además, sus padres habían cancelado la reunión semanal de nuestras familias.

Ya había comenzado oficialmente mi último año de universitaria, así que tenía aún menos posibilidades de verlo, y Sam sólo lo hacía más difícil.

El viernes, cuando salí de la universidad, estaba por ir a casa cuando recordé que mi mamá me había pedido que fuera al supermercado a comprar algunas cosas para la cena. Papá había estado todo el día en el hospital y a mamá le gustaba consentirlo después de una larga jornada de trabajo.

Me estacioné cerca de la entrada y vi el auto del señor Stafford junto al mío, pero lo ignoré. Probablemente era uno idéntico al suyo. Me bajé de mi auto y entré a la tienda.

Ver el auto del señor Stafford me dio una idea.

Sam vivía bastante cerca del lugar en el que me encontraba, y no creo que fuera a enojarse porque le hiciera una visita sorpresa. A ella y a su hermano, claro.

Era impresionante el tiempo que había pasado durante la última semana pensando en él. Lo había visto sólo una vez, y había sido suficiente para que su voz se quedara grabada en mi mente. Podía imaginármelo diciendo mi nombre una y otra vez. ¿Ya mencioné la intensidad de su mirada?

Agarré rápidamente todo lo que necesitaba y me apresuré a pagar. Mientras esperaba en la fila sentí que alguien me miraba fijamente, pero lo ignoré. Unos segundos después, alguien dio unos golpecitos en mi hombro.

Volteé y mis ojos brillaron.

Nota mental: ser más discreta la próxima vez.

Ahí estaba Mat, parado justo detrás de mí, con una sonrisa en el rostro y latas de cerveza en los brazos. Hmmm... sus brazos. Por la manera en la que estaban flexionados, podía ver sus enormes músculos, en parte gracias a la camisa negra que se ajustaba perfectamente a ellos.

—Alison —dijo sonriendo.

Oh Dios, ¿Dónde había estado este hombre toda mi vida? Por supuesto, en Australia, duh.

—Hola Mat, que sorpresa verte —sonreí como tonta.

—Lo mismo digo —se detuvo un momento—, ¿Dónde has estado? Esperaba verte por mi casa, ya sabes, con Sam. Creí que pasaban todo el tiempo juntas.

¡Quería verme! ¡Mi Dios griego quería verme! Me dieron ganas de saltar ahí mismo, pero claro, me contuve. No iba a hacer una escena de colegiala enamorada en frente de él.

—Bueno, ya comenzaron las clases, así que tenemos menos tiempo para vernos, normalmente sólo salimos los fines de semana —me encogí de hombros, restándole importancia.

—¿Hoy no la verás?

—No he hablado con ella, así que supongo que no.

Para ese momento no se cómo seguía viva, estuve a punto de fingir un desmayo o una asfixia, tal vez sabía primeros auxilios y podía salvarme. Ja. Esa era una muy buena idea. Tal vez así romperíamos el hielo. O tendría algún pretexto para estar agradecida con él y tendría que pagarle de alguna manera...

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