Capítulo 10

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Sam despertó de muy mal humor. No la juzgaba, sabía lo que estaba sintiendo, y como buena amiga no me quedó más remedio que contar hasta diez —tal vez veinte— y decirle que todo iba a estar bien.

Estaba a punto de irme cuando la madre de Sam entró al cuarto de su hija y me dijo que me quedara a desayunar con ellos, honestamente no quería, simplemente por el hecho de que mi cabeza era un caos por culpa de Mat y no quería verlo, pero por supuesto, no podía decirle que su hijo me había propuesto una relación secreta, así que me limité a sonreír y acepté.

La señora Stafford era una de las mejores cocineras del mundo. Tal vez el delicioso olor proveniente de la cocina me hizo aceptar.

Sam y yo bajamos, y en la mesa nos esperaba todo un banquete. Habían dos platos con diez waffles cada uno, tres bandejas con diferentes frutas, una taza de chocolate derretido a un lado de cada bandeja, un plato más con diferentes tipos de pan, y por último 3 jarras con jugos de diferentes colores. Solo al sentir el olor era como estar en el paraíso.

Estaba tan adentrada en mis pensamientos, que no noté cuando Mat se paró a un lado de mí, y muy discretamente dijo "buenos días" en mi oído. Di un salto cuando escuché su voz. Lo ignoré lo mejor que pude y seguí mi camino.

—Buenos días —dijo él en voz alta.

Puse lo ojos en blanco.

—No veo nada de bueno en este día —dijo Sam de mala gana.

—Relájate —le dije en voz baja.

Puso los ojos en blanco y empezó a maldecir en voz baja.

Los tres nos sentamos y un minuto después los padres de Sam se unieron.

—Querido —dijo la señora Stafford mientras tomaba un plato —, ¿Hoy no viene Kaylie?

Tomé mi plato con bastante fuerza y comencé a servir mi comida. Noté que él me miraba. Le sonreí sarcásticamente y seguí con lo mío. Agarré muy poca comida, tenía el presentimiento de que no iba a comer mucho esa mañana. Tomé mis cubiertos y comencé a comer.

—No mamá —dijo—. De hecho, no creo que regrese.

Contuve la respiración.

—¿Qué? ¿Por qué? —preguntó Sam, aun mas enojada.

—Terminaré con ella.

Oh, Dios.

—¿Por qué, hijo? —agregó el señor Stafford.

—Hay alguien más —me miró.

Me atraganté y comencé a toser con mucha fuerza. La señora Stafford, que estaba a mi lado, empezó a darme palmadas en la espalda, pero la tos no se detenía.

Estúpido Mat, ¿Cómo podía decir eso así nada más?

Logré calmarme, y solo pude pedir disculpas y seguir comiendo.

—Entonces, ¿Hay alguien más? —preguntó la señora Stafford.

Él asintió.

—¿Por qué no nos habías dicho nada? —dijo Sam.

—Tranquilos, aun no es nada seguro, ella no quiere estar conmigo, tenemos —hizo una pausa y miró a Sam— dificultades.

—¿Dificultades? —pregunté, levantando una ceja.

Todos me miraron. Oh Dios, no debí hablar, que vergüenza.

—Sí, dificultades. Hay personas que no quieren que estemos juntos, y el hecho de que esté con Kaylie hace que ella no confíe en mí, así que dejarla va a ser un paso más en nuestra relación.

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