Capítulo 11

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Conocí a Sam y a su familia diez años atrás. Fue muy raro. Cuando llegaron al país no tenían ni siquiera una casa en donde quedarse. Quiero decir, ¿Qué pareja de treinta y tantos años con dos niños de diez y trece se mudan a otro país, así nada más? Al parecer ellos.

La casa en la que en ese entonces vivía era muy grande para mi familia y mis padres decidieron que sería buena idea rentar una de las habitaciones. Mamá estaba a punto de retirar el anuncio del periódico cuando el teléfono sonó. Eran los padres de Sam. Estaban preocupados porque ya iba a anochecer y no tenían en donde dormir. Fueron en seguida y se instalaron. A la mañana siguiente salieron a buscar una casa. Cuando iban a irse, mamá no quiso cobrarles nada, pero desde eso se volvieron muy buenos amigos. Mat y mi hermana Kate eran de la misma edad, lo mismo con Sam, Lexi y yo. Kate y Mat se hicieron amigos al instante, Lexi y Sam también, pero mi caso fue distinto. Durante toda mi infancia fui tímida y reservada. Además, había tenido a mi hermana para mí sola durante diez años y no quería compartirla. Sonaba bastante egoísta, pero bueno, sólo tenía diez. El señor y la señora Stafford inscribieron a sus hijos a la misma escuela a la que asistíamos mis hermanas y yo, y para mi desgracia, Sam estuvo en el mismo salón que yo, y no en el de Lexi. ¿Ya mencioné que la odiaba un poco?

Sufría cada vez que nuestros padres pensaban que era buena idea cenar juntos o ver algún partido de futbol. La mayoría de las veces me quedaba sentada junto a mi madre mientras los demás corrían, gritaban y reían por toda la casa. Kate siempre se acercaba a mí y me decía que si no quería estar con Sam, podía quedarme con ella y Mat pero siempre decía que no. Hoy me arrepiento de eso.

Mat nunca me prestó atención, Lexi y yo éramos unas simples niñas pequeñas, justo como su hermana. Sí, nos decía "bebés" todo el tiempo, aunque fuera sólo tres años mayor.

Un día, después de pelear con Sam porque "quería robarme a mi hermana", mamá habló conmigo y me dijo que si no cambiaba mi actitud y empezaba a tratarla mejor, iba a castigarme dejándome un mes sin postre. Tuve que acercarme a Sam y pedirle disculpas por mi mal comportamiento. Ella me sonrió y me invitó a jugar. Somos amigas desde ese día.

Fue un poco antes de cumplir once, cuando empezaron a importarme los chicos. De hecho, fue cuando Sam tuvo a su primer novio. Estaba feliz por ella, incluso hicimos una fiesta en el patio de su casa, pero en el fondo estaba un poco celosa. Fue ahí cuando realmente me di cuenta de lo lindo que era Mat. Ya lo sabía, pero nunca lo había tomado en serio. Me costó mucho trabajo convencer a mi mamá para que me dejara vestirme diferente a mi hermana y arreglarme un poco, pero aun así, él seguía siendo indiferente. Al principio hacía muchos corajes, hasta que un día Kate me encontró llorando y le conté la verdad, ella sonrió dulcemente y me ayudó a vestirme de manera apropiada, incluso estuve con ellos haciendo cosas de "grandes". Al principio Mat no me tomaba en serio, pero después de unos meses, logré llevarme mejor con él.

Antes de cumplir doce tuve a mi primer novio. No me gustaba tanto como Mat, pero era lindo conmigo y me llevaba chocolates a la escuela.

Exactamente siete meses después de mi cumpleaños número doce, el cumplió quince. Unos días después regresó a Australia. Cuando lo llevamos al aeropuerto sentí que mi mundo se venía abajo. Le pedí a Kate que me acompañara al baño y me eché a llorar como un bebé.

Cuando cumplí quince recibí mi propia computadora ­—ya no tenía que compartir con Lexi—, para ese entonces, Sam y yo éramos inseparables. Ella siempre usaba mi regalo para hablar con su hermano e intercambiar fotos. Para mi suerte, quedaban guardadas en mi computadora. Incluso tenía una carpeta secreta llena de sus fotografías. Patético, lo sé. Luego Sam cumplió quince, recibió su propia computadora y dejé de tener fotos de él.

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